Nada; nada más peligroso que tu boca,
Porque es la palabra el arma más poderosa;
El poder, la posesión más tentadora;
Y la tentación, el pecado más delicioso.
Leí rápidamente las palabras que estorbaban entre las páginas de mi libro una vez más. Un intento de poema referente a mis labios. No, a mi boca. Escrito con tinta roja burdamente sobre la página número 136 de mí libro de literatura. Cambié de página con desinterés, ya que me negaba a ser la burla de quien sea que lo hubiese escrito, y tratar de borrar el fútil verso sin rima, y sin un significado más intenso que lo que ofrecen las solas palabras, era inútil. Releerlo era aburrido, y tratar de indagar quien era el delincuente que se atrevía a arruinar los mejores textos de mis libros era una magnifica pérdida de tiempo en la que no me quería envolver.
Giré sutilmente mi cabeza hacia los lados, porque un escaso halo de incertidumbre se coló al interior de mi cuerpo con mi último respiro, pero sin importar sobre quien posara mis ojos, no imaginaba quien podría ser el dueño de la mano altanera que escribía sentimientos de agua sobre las palabras forjadas por una mente brillante y un corazón ardiente. Tomé mis libros y salí de la biblioteca para dirigirme hacia mi trabajo. Sin borrar de mi mente en cada segundo, que alguien podría estar observándome en ese preciso instante.
Son las 2:00 p.m y la librería permanece desierta.
No hay un par de manos que vaguen por los pasillos acariciando los lomos de los libros, dedos curiosos que paseen por las hojas, ojos fisgones que osen leer entre las líneas. Estoy solo.
Removí entre mis libros para retomar la lectura del cálido mediodía en la biblioteca. La que fue interrumpida por las absurdas palabras tan faltas de pasión y llenas de absoluta cobardía. No es que despreciara su lisonjero intento de poesía. Me llenaba de rabia que tuviera el valor y demasía de dedicarme algo que nunca le fue pedido, que lo hiciera sobre las páginas de mis libros, y que su cobardía fuera tal, que obstruyera su valía cuando de escribir su firma se tratara. No debía ser más que una niña tonta quien lo escribía.
Detén tus dedos en este instante, incluso las hojas de papel son ásperas,
Tu piel resguarda el elixir de tu vida misma; de la mía.
Cuanta falta de creatividad.
Sus versos no remueven sentimiento alguno en mi interior; a no ser un efímero coraje por no poder leer lo que se encuentra debajo de sus trémulos rallones con tinta roja.
La campanilla de la puerta sonó, y mis ojos se posaron instintivamente sobre la primera persona que recurría a adquirir un libro durante aquella tarde.
-Buen día – saludó amable.
-Buen día – respondí de igual forma, con una sonrisa agregada.
Lo seguí con los ojos mientras pude, hasta que se adentró en la sección de novelas y no pude seguir observando sus cortos pasos. No sé de muchos hombres que disfruten leer novelas en estos días, por su forma de vestir y de andar sus gustos literarios debían ser vulgares u ordinarios, advertía que poseía cierta negligencia sobre el arte de la buena escritura, y finalmente, no hay una cantidad de novelas considerable, sobre la que pudiera dar excelentes referencias, y asumía que el chico no seleccionaría una de mi escaso repertorio de novelas interesantes. Aun así, me llenaba de inquietud, y deseaba leer lo que sus ojos pudieran haber leído con anterioridad.
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Páginas de Libros (One Shot)
FanfictionHistoria de un solo capítulo Publicada por primera vez en el año 2013