Capítulo 13: Sentimentos en un papel y una nueva misión.

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Maratón: 1/?

Una hoja entre sus manos, una idea volando en su mente, la pluma siendo presionada por sus dedos y moviéndose fácilmente sobre el papel.

Lo que mi cuerpo sentía en ese momento era inimaginable.
No existen sentimientos exactos que lo describan.
El solo mirar hacia delante, o hacia los costados o hacia atrás, me generaba temor.
No había nada, solo estábamos ese dolor intenso en mis músculos y yo.
...
Solo sentía la soledad calar mis huesos, y la maldad surcar el aire.
No entendía qué sucedía, no conocía ese lugar; solo me parecía malditamente familiar.

Necesitaba una respuesta, a una sola cosa, en ese preciso momento.

Exijo saber qué es lo que pasa y por qué tengo esos repetitivos y borrosos sueños.

Mi corazón late con fuerza cuando despierto, mi cabeza duele cuando lo recuerdo, mi consciencia me dice que hay algo cierto en todo eso. 

Pero yo no lo entiendo, yo no comprendo el mensaje que debería de estar recibiendo.

Necesito ayuda... ayuda para comprender todo, para entenderme a mi mismo y a los que me rodean.

Necesito fuerza, fuerza para luchar en contra de las injusticias y lograr que hasta el más fuerte, se arrodille ante mí. 

Todo era misterioso y frío a mi alrededor, un escenario no muy agradable. 

Todo era confuso, extraño, como si yo estuviera fuera de lugar; como si ahí, entre la oscuridad de mis sueños, yo fuese el colado, el tercero que siempre sobra.

Como si yo no formara parte de mi actual realidad, y mi mente me estuviera mostrando a donde pertenezco.

Siento que me siguen, que me observan. Siento la inseguridad del ambiente donde estoy, aunque no sepa dónde me encuentro.

Siento el peligro rosar mis talones, y no entiendo. No entiendo a quién le temo, no entiendo de qué debería huir. 

No tengo a nadie a mi lado... estoy solo con este feo sentimiento, solo en esta desolación. Solo en medio del desierto, sin agua y sin refugio. Sin el calor usual de mi corazón.

Los dedos de Karamatsu soltaron de golpe la lapicera, dejándola caer al suelo, con la respiración agitada por recordar todos y cada uno de sus sueños de golpe, juntos.
Como en su escrito había puesto, su cabeza dolía horrores, y la presión de su pecho crecía a cada segundo que se esforzaba por recordar más. Por distinguir esa figura que veía de vez en cuando en sus sueños.
Los golpes en su puerta lo bajaron de su nube, con rapidez guardó la libreta que escondía sus sentimientos y se arregló un poco el cabello.

 — Señor Matsuno, tiene unos invitados. Sus empleados lo buscan abajo, ¿les digo que suban o usted baja a recibirlos? —. Otra vez la irritante voz de su empleada, suspiró con fuerza y dió un corto grito diciendo: Ya bajo yo.
Ni se molestó en vestirse, saldría así, era su día libres después de todo.
La escalera de la mansión, con barandal de madera tallada color caoba y los escalones tapizados en una alfombra color bordo, era de exactamente 21 escalones, los cuales Karamatsu bajaba a trote, como si fuera un juego de niños. De esa forma "se mantenía en forma y alegraba su humor". Una vez en la planta baja, se encaminó a paso lento hasta el living, para charlar con sus Boy's. Encontró a los tres hijos Matsuno de la segunda rama, y a sus chicos veteranos esparcidos por los cómodos sillones de la casa.

  — ¡¡Hola, muchachos!! Me alegro de tenerlos, me alegro, pero... ¿A qué se debe su visita? —. 

Issei, Abe e Hisashi abrieron sus ojos impresionados al ver a su jefe vestido así, jamás lo habían visto sin traje, o sin pantalón de vestir o camisa. Esto era toda una hazaña, o un mal presagio.

— Hola, jefecilín. ¿Se encuentra bien hoy? ¡¿Acaso está enfermo?! —. El gritito de Abe sobresaltó a los trillizos Matsuno que se encontraban sentados, no entendían que tenía de raro la situación o por qué debería estar enfermo su jefe.
Karamatsu sonrió de lado, sus ánimos no habían subido desde que despertó y tampoco tenía ganas de dar explicaciones.

— Estoy perfecto, boy. Calma. Y por cierto, si vienen para cobrar por su primera misión de grupo, temo decirles que no tengo el dinero conmigo ahora —. Y la cara de confusión del de ojos azules era para recordarla siempre, una risita salió de los labios de Hisashi y la escena fue totalmente interrumpida por la repentina presencia de cierto jefe de clan de ojos rojos y sonrisa siniestra.

— ¡Buenos días a todos! Me fascina su puntualidad, y buen día hermanito —.

El entrecejo de Karamatsu se curvó y sus cejas casi se tocan entre ellas.

— ¿Qué demonios dices, Nii-san? ¿Por qué tendrías que invitarlos a nuestra casa si YO soy su jefe? —.
Los presentes pasaron saliva incómodos, una pelea entre ellos no era algo habitual de ver. Osomatsu se mantenía sonriente como siempre, y su hermano menor estaba que echaba humo por las orejas.

— JA JA JA, ay... hermanito querido, yo también soy su jefe, y no olvides que incluso soy TU jefe. Y los llamé hoy, para encargarles una nueva misión. Por eso estos muchachos le dijeron a la mucama Rosie-chan que te avisara —.

La tensión se seguía palpando en el ambiente, los dedos de Todomatsu comenzaron a tamborilear sobre la pantalla táctil de su celular que se encontraba en su regazo por los nervios.
Jyuushimatsu era simplemente ajeno a cualquier discusión y seguía sonriendo.
Abe e Hisashi solo miraban todo con algo de temor, sabían el temperamento de su jefecito, pero no conocían el del líder del Clan.
Issei analizaba la situación con tranquilidad, preparado para interrumpir cuando vea que Karamatsu ya no pueda controlar su ira.
E Ichimatsu, gozaba de ver esa parte de la personalidad de Kusomatsu, adoraba el aura cargada de odio que lo rodeaba al mirar a su hermano, adoraba lo ronca que se ponía su voz cuando le respondía y adoraba, más que a todo lo demás, la sonrisa torcida que traía consigo.
El extraño e incómodo sentimiento en su estómago volvió en el momento que su Líder de Clan, les dirigió la palabra nuevamente.

— Chicos, su nueva misión es muy sencilla y concisa. Deberán ir al mercado que está a las afueras de la ciudad, y pasar de incógnitos para descubrir quién es el capullo que vende droga en nuestro nombre. Mis contactos dicen que los hermanos Chikaro y Takeru Matsuno son sospechosos. Si pueden partir hoy mismo, encantado. Sino, mañana a primera hora, cuando el mercado está en su máxima expresión, el imbécil va a salir de su puesto y va a ir detrás de los camiones de carga, a entregar la mercancía —.
Las palabras de Osomatsu no fueron interrumpidas en ningún momento, todos oían atentos lo que tendrían que hacer. Unos sorprendidos por escuchar que alguien manchaba el apellido en droga, y otros casi con burla, por que era más que obvio que Osomatsu también estaba metido en eso y que seguramente esos dos que nombró, lo habrían estafado.
Karamatsu sonrió con sorna y encaró a su hermano.

— Nosotros nos prepararemos justo ahora, vete y mañana en la noche tendrás noticias de cómo salió todo, Osomatsu. Adiós, adiós —. Movió sus manos como un abanico, echando a su "superior" y girando nuevamente a ver a sus Boy's.

Amores Prohibidos y Secretos «IchiKara»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora