Escogí el labial más oscuro que tenía Stelle, mientras Bella alisaba mi cabello, yo me colocaba aquel color vino en los labios, después de unos diez minutos nos marchamos hacia el bar. El metro como siempre nos dejó en una estación aledaña, más no cercana por lo que tuvimos que caminar. Era jueves por la noche y mi primera presentación como guitarrista de The Tropic, la clientela de siempre esperaba a lo prometido por el cantante y más cuando desde el lunes se dio aviso a que volvería el repertorio habitual, sin embargo, por lo comunicado por el Alex, el líder de la banda, hoy se estrenarían dos canciones nuevas de las que ensayamos desde el sábado siguiente a mi audición. De todas maneras no eran más de seis canciones las que teníamos permitido entonar y sin duda, no era un trabajo tan difícil, pues había descubierto que yo hacía el trabajo de Sean, quien estaba encargado de la guitarra rítmica, por lo que los complejos solos y punteos estaban fuera de mi alcance al menos por ahora. No miento, subestimé al conjunto sin siquiera escuchar una de sus canciones, pero cuando me atreví a hacerlo una palabra se dibujó en mi mente "Necesidad" Lo único que habían grabado eran demos de mala calidad y aquello no era convincente ni suficiente, pero mantenían buen ritmo y en vivo sonaba más decente que en las grabaciones clandestinas que habían hecho. Entonces, necesitaban de mucha ayuda y pensé que aquella había aterrizado al grupo, no es por vanagloriarme, pero desde el primer ensayo me encargué de hacer ajustes que sorprendieron mucho a los demás integrantes e incluso a mí misma hasta el punto de llegar a pensar que me he equivocado de género musical toda mi vida. Puede parecer una tontería, pero una pizca de confianza volvió a brotar en mí, como si aquel ego que en su momento decayó como torre de mala construcción, hubiese surgido para esta vez no sobrepasarse y luego llevarse otro desencanto.
Era un universo de gente a punto de embriagarse, música deliberante, totalmente fuera de lugar, sin embargo, me importaba poco, pues era lo de menos, estaría tocando la guitarra el tiempo que se pueda, quizás hasta que se me caduque la visa de turista y tenga que regresar a Ecuador, lo que si era una gran irresponsabilidad puesto a que este contrato ficticio me retenía dentro de la banda a largo plazo, y aun así, ese término tampoco era suficiente. Se decía que The Tropic tenía buena acogida lo que apuntaba a un futuro prometedor, pero yo no me veía permanentemente siendo la guitarrista de una banda de rock independiente, por lo que no quería comprometerme demasiado y luego tener que irme por sentirme incómoda o más que todo, frustrada por no haber hecho lo que debía.
En cuanto a los compañeros de banda todos eran unos adictos, casi despreciables y remarco, casi, porque si, eran ciertamente gente insolente, de mal gusto, pero entre ellos eran buenos compañeros, me acogieron bien, en especial Alex quien nunca si quiera se atrevió a hablar sobre el dia de la audición, más bien, siempre alababa mi esfuerzo y el conocimiento, mientras que Chad el bajista, Felipe el baterista y Liam quien hacia la guitarra de los solos solo aportaban con sus consideraciones, constantemente repetían que yo era extraña, demasiado formal y distinta a las demás chicas, no en un sentido malévolo, sino más bien resaltando mis cualidades. Capaz lo decían porque me había convertido en uno de ellos, no tomaba cerveza ni decía palabrotas, pero entendía a los hombres porque me he criado casi como uno, al tener dos hermanos varones en casa uno siempre debe estar prevenida y aquel fue mi círculo social y familiar durante toda mi vida. Podría decir que es mejor de lo que esperé desde el dia en que Alex me dijo que estaba dentro, pues esa misma noche me imaginaba a mí misma riñendo en cada ensayo con todos esos tipos, porque no valoré el hecho de que podían ser sensibles e incluso amables, me apresuré a juzgar -como siempre- y los figuré rudos, sin encanto y enfermos sexuales, pues en los libros donde hay chicos malos abunda esta grave enfermedad.
— ¡Violinista! —Exclamó Alex al verme—. Hay algo de lo que quiero hablarte, pero rápido que no tenemos mucho tiempo —me tomó por los hombros dirigiéndome con brusquedad al extremo izquierdo del bar casi corriendo y despeinándome. Me fastidié al sentirlo tan ansioso.
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La canción que no me cansaré de escuchar ©
RomanceCon el ánimo de quien desea triunfar y un talento a flor de piel, Serena, una muchacha a quien le cuesta callar, decide migrar a Estados Unidos en busca de una oportunidad para dar a conocer su destreza con el violín, a pesar de las distintas trabas...