¡Al fin amigos!

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Al siguiente día, Alex fue al insti temblando de miedo. No quería encontrarse con John, pero era inevitable.

–Vaya, si es el chico fantasma.

–¿Chico... Fantasma?

–Eso es lo que he dicho. ¿Además de fantasma eres sordo?

–Pero ¿que dices? Yo no tengo nada que ver con...

–Sí que tienes algo que ver con ellos, tu también eres invisible, como los espíritus.

Alex se quedó petrificado. Contuvo las lágrimas y le escupió a John con la mirada.

–Dices que es invisible y le estás hablando... Has caído tan bajo que hasta las alfombras están por encima tuya.– dijo una voz de una chica.

–¡¡Cállate, doña Calpicie!!

–¡¡¡COMO ME VUELVAS A LLAMAR ASÍ...!!!

–Cálmate, Dely, pareces un perrito enfadado.

En efecto, estaba rabiosa. Sus ojos verdes ardían en deseos de violencia y sangre. A Alex le hubiese dado miedo de no ser que antes le hubiese cerrado la boca a John. Sin embargo, lo de doña Calpicie no tenía demadiado sentido, ya que la chica tenía un hermosa melena castaña que le llegaba por la cintura.

El popular chico se fue parsimoniosamente.

–Eso...¡Ha sido genial, er...Dely!–exclamo el chaval, agradecido.

La muchacha le miró con violencia.

–¡¡¡No me llames así!!! Mi nombre es Delia, no ese estúpido mote que me ha puesto ese maldito hijo de Satanás.

–Perdón... Esto... Yo me llamo A...

No le dejo terminar.

–Me importa un comino. No te he defendido, le he hecho callar para que sepa que no está por encima mía. Nunca defendería a nadie porque sí. Además, era obvio que si le decías lo que yo le he dicho, se iba a callar. ¿Eres uno de esos que se dejan pisotear?

–Yo... No... Digo...

«No te dejes pisotear, es lo que quiere. Puede que si le contesto le caiga bien...»

–¡Tampoco es que yo te haya pedido ayuda! No te necesito, deberías agradecer que te intentaba dejar ser mi amiga.

Delia sonrió, divertida a causa de el comportamiento de Alex.

–¿Lo ves? No te importa como seas tú. Acabas de responderle a alguien bordemente sólo porque quieres un simple amigo...

Alex bajo la cabeza, avergonzado.

–Biblioteca: sección de revistas a las 11:00 (la hora del recreo)

Eso fue lo ultimo que dijo antes de irse.

«¿Porqué tengo la sensación de que si no voy allí moriré?»

Las primeras tres horas antes del recreo parecían ir a cámara lenta.

Alex empezó a sacar su desayuno y guardar sus cosas, y cuando el reloj marcó las 11:00, sonó el timbre.

Alex fué corriendo a la biblioteca, a la sección de las revistas. Buscó a Delia, pero hasta 2 minutos después no apareció.

–Hola, Delia...

–No.

Alex puso cara de no entender nada, pero Delia dejó ver a una chica con el pelo rubio y a media melena, el cual contrastaba con sus ojos marrones oscuros en los que Alex se quedó atrapado.

La Historia De Alex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora