Volver a verte

Capítulo 2

—¿Y en dónde es? —preguntó Gabi.

Al salir del bar, le comenté a Gabi acerca del trabajo que conseguí. Ya era de noche y no conocía las calles por lo que podría ser muy peligroso. Aún no sabía qué clase de personas rondaban en este lugar, podrían asaltarme. Es por eso que decidí que hablaría con Gabi más tarde.

—Gabi, te lo diré cuando llegue. Nos vemos. —Gabi se despidió y cortó la llamada.

Caminé por las calles de la 13va Avenida; muy pronto llegaría a mi hogar. Aunque todavía tenía algo en mi mente que no lograba sacar, ni con lo alerta que me encontraba en ese momento.

«¿Quién era este tipo? ¿Qué mierda quería hacer con las chicas del bar?» Tal vez solo estaba imaginándome lo peor, pero algo me decía que no. Todo esto tenía una pinta muy rara, y ese plan... ¿De qué se trataba?

—¡Becca! —un grito me sacó de mis cavilaciones. Esa voz era de... ¿Mike?

—¿Mike? —giré sobre mis talones encontrando a un Mike sin aliento. ¿Corrió desde Blue Birds hasta aquí? Realmente yo estaba muy lejos del bar.

—Lo siento. Yo... solo traje tu bolso. —Parecía nervioso.

—Oh. Muchas gracias. Algunas veces mi lado torpe sale a la luz —dije apenada. En serio debo poner más atención a las cosas.

—Descuida, no hay ningún problema —me sonrió—. Oye... q-quería... saber si quieres q-que te acompañe a tu casa. Suele ser muy peligroso este lugar por la noche.

Mi cara mostró asombro. Por primera vez alguien era tan amable conmigo. Por lo general las personas solo me insultan. Todo esto era tan nuevo para mí, no sabía cómo responder. Mi cara parecía un tomate, pero gracias a la oscuridad de la noche, no se notaba.
Asentí, no confiaba en mi voz en ese tipo de momentos. Cuando me pongo nerviosa, pierdo el habla.

En el camino hablamos de temas triviales. Me enteré que él también está en su último año de preparatoria, y que quiere ir a estudiar en Yale. A cada momento él revelaba algo pequeño de su vida, mientras que yo solo atendía y escuchaba. Si hablaba, estaba segura de que derramaría unas cuantas lágrimas.

—Básicamente mis padres no pueden pagar mi universidad solos y es por eso que trabajó en Blue Birds —asentí en modo de respuesta— ¿Y tu? ¿Cuál es tu historia? ¿Cómo llegaste aquí?

Mi cuerpo rápidamente se tensó. Sabía que en cualquier momento preguntaría eso, pero todavía no estaba preparada para responder. Si le contaba de mi vida, el tema de mi madre saldría a flote y no estaba lista. Apenas... falleció hace dos días.

—Tengo una hermana llamada Gabriela que tiene quince años. Prácticamente necesito mantenerla y para eso conseguí este empleo —dije más bajo de lo que yo normalmente hablo.

—¿Y por qué necesitas mantenerla? ¿Tus papás? —preguntó confundido. No quería responder, me iba a hacer más preguntas de las que yo me permitía responder.

—Ellos... ya no están —dije con voz entrecortada.

—¿A qué... te refieres? —preguntó más confundido que antes.

—La verdad no es algo de lo que le gustaría hablar.

—...Ok. No hay problema —soltó un poco incómodo.

Al cabo de unos cuantos minutos en un silencio demasiado incómodo, llegamos a mi casa. La mire por un segundo, vieja y gastada. Mis padres pasaron meses buscando una perfecta en donde nos acopláramos bien. La encontramos cuando yo tenía tres años y Gabi ya había cumplido su primer año. Es de una planta; ellos mismo la pintaron y decoraron a su gusto. Este año se supone que la volveríamos a pintar con mamá y Gabriela, pero falleció y no tengo ganas de recordarla; la herida todavía sigue abierta y sé que no sanará pronto.