Oscuridad. Eso era todo lo que lograba ver. Cerré los ojos intentando concentrarme. Al fondo de toda esta oscuridad vi a mi madre saludándome con su mano. La voy a extrañar mucho, eso sin duda. A pesar de que solamente veía una ilusión, me sentí bien por un momento y ella parecía muy real. De pronto, un lloriqueo retumbó por toda la habitación que me hizo abrir los ojos repentinamente. Era mi hermana, estaba a mi lado pero sólo logré verla borrosa, las lágrimas que se encontraban en mis ojos no me permitieron ver bien. La abracé para que buscara consolación, esta vez yo tenía que ser la fuerte, no podía permitir derrumbarme.
—Becca, la quiero devuelta —dijo Gabriela entre sollozos apoyada en mi hombro.
—Yo también —dije yo intentando no quebrantar mi voz—, pero tenemos que ser fuertes por ella, así lo habría querido... Vamos tenemos que irnos, se está haciendo tarde.
Dimos un último vistazo al ataúd donde yacía mi madre sin vida, nos despedimos de las pocas personas que asistieron al funeral –solo algunas amigas de mamá– y salimos de ahí.
Mi madre fue asesinada de camino al trabajo cuando dos asaltantes la acorralaron en un callejón sin salida para luego pedirle que les diera todo su dinero. Mi madre se reusó a darles ese dinero ya que nos encontrábamos mal económicamente y lo necesitábamos, así que la apuñalaron con un cuchillo; o al menos así me dijeron que pasó. No sabía mucho del tema porque por ser menor de edad no me lo quisieron contar. Y como no tenemos a ningún familiar que se haga cargo de nosotras y ninguna de la dos somos mayores de edad, nos enviarán a un orfanato. Sigo convenciéndoles de que en un mes cumpliré 18 años y no sé tendrán que preocupar más, pero aun así lo negaron. Justamente estaremos en ese infernal lugar dos días antes de mi cumpleaños, pero definitivamente no dejaré que eso pase.
Caminamos a casa bajo las fantásticas luces de Nueva York. Miraba a Gabriela de reojo de vez en cuando en el transcurso de la caminata; ella con solo quince años de vida siempre irradiaba alegría, estaba de buen humor y era tan optimista. Nunca se desmoronaba por los peores problemas que pasaban a través de nuestra corta vida, incluso cuando papá nos dejó. Pero ahora ella estaba tan... destrozada, y no me sorprende, mamá era lo único que teníamos.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Gabriela una vez arribamos a nuestra pequeña casa.
—Tenemos el poco dinero que nos dieron cuando mamá se fue —dije haciendo una mueca al recordar el momento en el que discutí con los hombres que me estaban ayudando con la muerte de mamá por el dinero que se nos entregaría—. Eso nos servirá para tus estudios. Yo mientras tanto buscaré un empleo.
—¿Y qué hay de tus estudios? —preguntó ella.
—Descuida, solo tendré que pagar este mes final y me podré graduar del último año de preparatoria.
Ella asintió lentamente la cabeza, no estando convencida de si lo que dije era cierto. No tenía que estar preocupada, solo me faltaba un mes de clases para graduarme. Tendría que hacer esa estúpida ceremonia y listo, así no gastaría más dinero en mí, sino en Gabriela que todavía le faltaban dos años hasta graduarse. Aunque sabía exactamente a lo que ella se refería. Obvio, mi asistencia a la universidad; simple, no iba a ir. Primero, ya no nos queda dinero para eso y segundo, aunque me aceptaran en New York University, tenía que hacerme cargo de Gabriela y no lograría eso a miles de kilómetros de ella.
Bien, planes para mañana: llevar a Gabriela conmigo a nuestro colegio, luego dejarla en casa e ir a buscar un empleo.
Comimos lo que sobró de la cena anterior y nos preparamos para dormir. Cada una con nuestras mentes en otro lugar, entramos a nuestras habitaciones y nos sumergimos en un sueño profundo.
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Volver a verte
Mystery / Thriller¿Por qué la vida tenía que ser tan difícil con ella? ¿Por qué castigarla tanto? Indefensa y ajena a todo, Becca inicia una vida muy diferente a lo que antes era. Tras un terrible suceso que ella y su hermana Gabriela experimentan, Becca se ve obliga...