El tiempo transcurre de forma diferente para las personas, por eso, para lo que Serena fue una eternidad, para Satoshi no fueron más que 8 pesados años llenos de cosas difíciles y adversidades que superar. Porque, después de todo, el pelinegro era el único heredero al trono de Masara. Entre las cientas de clases que tenía y que iban desde comportamiento hasta leyes y economía, a veces apenas tenía tiempo de visitar a Serena, esto se complicó aún más cuando a la edad de 13 años su madre murió de una enfermedad.
En ese lapso de ocho años Satoshi pudo descubrir muchas cosas, entre ellas el verdadero motivo de encierro de Serena, pero jamás se lo dijo. Ni planeaba hacerlo. No después de enterarse de cada detalle de la terrible verdad tras su encierro... fue algo que no pudo soportar en su momento y no fue capaz de mirarla a la cara por un mes entero.
El encierro de Serena era un secreto guardado por la familia real de Masara, los detalles eran conocidos únicamente por los reyes por lo que Satoshi tarde o temprano iba a enterarse de toda la verdad. La reina Delia había sido, en generaciones, la única soberana en preocuparse por la prisionera sentenciada a vivir encerrada, incluso fue capaz de conocerla, pero claro estaba que no le era permitido mucho contacto con ella.
A diferencia de su esposo la culpa pesó más sobre ella y fue por eso que cuando se enteró por parte de Brock que su hijo desaparecía continuamente internándose en los pasadizos secretos y que este estaba preocupado de que estuviera en contacto con aquella niña, la madre del pelinegro le ordenó al joven sirviente mantener esa información en secreto y ella misma cubría los escapes de su hijo en las ocasiones en los que estos se hacían bastante evidentes.
Si bien Delia no podía liberar a Serena, lo único que podía era darle la amistad de su hijo, la pobre ya había sufrido lo suficiente y lo seguirá haciendo, pero por lo menos ahora era capaz de convivir con alguien que no le temiera u odiará por su pasado. Satoshi se sintió aliviado del apoyo de su madre, pero al mismo tiempo le inquietaba el hecho de que la verdad que tanto había estado buscando era ocultada recelosamente por su progenitora.
- "Buscas tanto el motivo de su condena, pero piensa seriamente si serias capaz de soportarlo y seguir viendo a esa chica de la misma manera. ¿En verdad piensas que serás su amigo sin importar lo que ella haya hecho?"
- "Incluso si Serena cometió un pecado innombrable, la que yo conozco es una niña inocente incapaz de hacerle daño a alguien, quiero ser su amigo sin importar que."-el pelinegro había dicho con determinación.
- "¿A pesar de que esa chica haya sido una asesina?"
Amplió los ojos con sorpresa tras aquella inesperada declaración implícita en la pregunta de su madre... ¿Había sido Serena capaz de asesinar a alguien? Sonaba tan ilógico y fantasioso que había quedado pasmado por tan solo imaginar que algo como aquello hubiera pasado.
- "Aun así en verdad deseo..."-por un solo momento de duda su madre le negó aquella respuesta que tanto buscaba.
Delia estaba preocupada de que su hijo no pudiera soportar escuchar la historia completa que versaba sobre la existencia de la niña, pero al final le había contado a detalle lo que sabía antes de respirar su último aliento y dejar el mundo a consecuencia de una enfermedad que desde años atrás la tosigaba.
No solo la muerte de su madre le había afectado significativamente al joven príncipe, también el solo pensar que Serena había sido tan dañada por su familia le hacía sentir que no tenía ni siquiera derecho a estar en su presencia. Por un mes entero no tuvo el valor de visitar el calabozo donde su amiga estaba encerrada. ¿Habría su madre también sentido una culpa tan avasalladora como él la sentía en esos momentos luego de enterarse de toda la verdad?