Capitulo 8

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—¿Me tienes miedo? —se detuvo y comenzó a jugar con la Hackey Sack nuevamente.

Sonreí. —De ninguna manera.

—No te creo.

Pensé en las chicas del universitario que estaban practicando a la vuelta de la esquina y en Sara y Beth con Kirk, dejándome atrás. Esta clase de prácticas era exactamente lo que necesitaba, y él hasta no parecía darse cuenta de que yo era una chica.

—¿Entonces?

Puedo manejarlo. —Está bien. —Dejé caer mi balón en el campo, entonces, driblee hacia él—. Estoy dentro.

Me dedicó una sonrisa y luego giró hacia los conos. —Sígueme.

Cinco minutos más tarde, había puesto los conos en dos líneas. Una tenía el doble de los conos que la otra, pero tenía el mismo sistema. Señaló el que tenía más conos. —Esa es mi fila. Comenzaremos al mismo tiempo. Vamos y regresamos. El perdedor tiene que correr una vuelta.

Me tragué una queja sobre el hecho de que él tenía más conos que yo. Si quería quedar en desventaja, se lo haría pagar. —Bien.

—Si derribas un cono, harás diez planchas.

Reí en silencio. Mi adrenalina estaba alta. —Prepárate para correr una vuelta.

Se rió de vuelta. —Más te vale que ganes. Tienes la mitad de conos que yo.

—Oh sí, lo haré.

—Lo veremos entonces —tomó su balón y fue a la línea de partida que había establecido.

Me moví a su lado, mis músculos se relajaron y me concentré. Le iba a ganar. Los chicos no tomaban muy seriamente a las chicas en el campo de deportes, y él iba a aprender que se había equivocado.

—Da la voz —dijo.

Asentí y tomé posición. —A sus marcas.

Él posó su mirada en los conos.

—Listos.

Nos pusimos tensos.

—¡Ya!

Salí corriendo a través de los conos, escuchando su pesada respiración a mi lado. Aceleré más, decidida a dejarlo atrás, pero no desapareció. ¡Vamos, _____(tn)! Los conos pasaron borrosamente a mis pies, y llegué al final, giré alrededor del cono y regresé tan rápido como podía, aún sabiendo que él estaba ahí.

Mis cuádriceps gritaban, pero aceleré aún más a través de los últimos seis conos, dando un grito al cruzar la línea de meta. Él ya estaba ahí, su pecho jadeaba y tenía una gran sonrisa en su rostro. —No está mal —dijo.

—Me ganaste. —Me incliné, tratando de recuperar el aliento.

Dio un entretenido resoplido—. Si te molesta, gáname la próxima vez.

—Oh, lo haré. Sólo dame un segundo. —Estaba bastante segura de que nunca antes había corrido tan fuerte en mi vida. Y fue genial. Él no me había subestimado, y me encantó. Y tan pronto como la tierra dejara de girar, le patearía el trasero.

Entonces, me acordé de chequear mis conos. Todos estaban parados.

Pero dos de los suyos no lo estaban. Le lancé una mirada a su fila y él le echó un vistazo. Un destello de sorpresa cruzó su rostro, y sentí una sensación ufana de satisfacción. Había estado tan concentrado en darme una paliza que lo había estropeado. Tenía la sensación de que no lo había hecho tan mal. —Dame veinte planchas, chico grande.

—Todavía me debes una vuelta —se quejó, aun cuando se dejó caer al césped y comenzó a hacerlo—. Cuéntalas.

Por un segundo, olvidé contar, mientras veía sus brazos flexionados con cada plancha. Sus tríceps brillaban de sudor y los músculos por debajo de su piel. 

Me lanzó una mirada. —Seis —dijo.

—Está bien. Lo siento. Estaba deleitándome con la victoria. —Entonces comprendí lo que había dicho—. Buen intento, Harry. Van dos.

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The Boyfriend Game Harry Styles y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora