La guadaña la cual sostenía rozó el pecho ajeno, haciendo en este una gran cortadura.. Pero, de aquella cortada no salía más que sangre oscura y espesa la cual caía al suelo y de poco en poco se extendía, parecía que aquel lugar sin límites se iba llenando. ¿Qué ocurría? No lo entiendo.. No, ¿Qué es lo que pregunto? Después de todo es obvio que él no es humano, y yo.. Yo tampoco sé lo que soy.
-Parece que no eres Alice.. Que perdida de tiempo.
Aquello me molestó, Conejo siempre me llamó de esa manera. Sus palabras tenía un dulce toque cuando mencionaba mi nombre, siempre lo hacía con suma delicadeza. La gran guadaña que con la que había. Por otro lado, al parecer el demonio había sacado un.. ¿Cigarro? Si, era un cigarro y como si fuese magia lo prendió sin hacer ningún esfuerzo, su fría mirada se parecía a la mía.. Esos ojos vacíos sin más. Sin darme cuenta la sangre ya estaba a mi cintura, subía más y cada vez sentía como me dejaba sin escapatoria.
-Quién lo diría.. Y le dijiste farsante al Conejo del país de las maravillas. ¿Qué harás ahora? ¿Dejarás que te mate o quieres que te ate?
Mi expresión se tornó fría y mi ceño se frunció, él no era Conejo, no lo era. Conejo nunca me haría algo así. La sangre ya estaba cubriendo por debajo de mis pechos, mis piernas no se movían pero gracias a lo que dijo tuve el coraje de moverlas, caminaba hacía él. Parecía que le interesaba aquel movimiento.. En cuanto pude acercarme lo suficiente lo sujeté del cuello de aquel elegante traje que traía aquel demonio.
-Yo soy Alice, y este será mi País de las maravillas. Dije con tanto enojo.
-¿Estás de broma? Musitó aquel ser.
-Te lo demostraré y serás mi jodido perro. ¿Te gustan las correas, verdad? Mi rostro se tornó con una sonrisa lujuriosa.
-Primero serás mi títere.
Cuando este terminó de hablar su mirada se concentró sobre mis ojos de una manera directa, eran penetrantes. Variables manos oscuras salieron de la sangre que ya se encontraba por encima de mi busto, cerré los ojos, cuando menos me lo esperé ya estaba debajo de la misma, el ser estaba delante de mí, sus cabellos se mecían como si fuese agua más, sus ojos seguían teniendo ese aspecto frío como el mismo hielo.
Se acercaba cada vez más mí, pero esas manos que me sostenieron al principio se volvieron sogas, sogas indestructibles.
Sus manos se posaron sobre mi cintura pero no tardó mucho para que empezaran a deslizarse de arriba a abajo. Que asco.. Se parecen tanto a las manos del Sombrerero. En un intento fallido trato de moverme para ver si puedo quitarme estas cosas de alguna manera.
Mis lágrimas se deslizan por mis mejillas al igual que mis esperanzas de vida, aquella sonrisa lujuriosa que se presentaba en los labios ajenos me llenaba de rabia, cada vez tenía más ganas de romperle la boca.
