4:38 AM.

Impulso de caida.¹

Sensación de besos recorriendo su rostro, un suave respiro acariciaba su piel con suavidad. Despertó tranquilo, sin exaltación, abrió los ojos encontrando al responsable de iris verdes que le observaban en silencio.

Nadie dijo algo, ni hicieron nada los únicos presentes en la habitación. Sólo aguardaron  contemplando lo que tenían al frente.

Jason miró con detalle el rostro de Damián, no pudo evitar verse reflejado ligeramente en aquella mirada. Tenía sangre seca en las comisuras de los labios rojos, maltratados por la insistente ansiedad que les consumió anoche, sin pensarlo jason desliza su brazo por las sabanas hasta posar la mano en la mejilla, pasando el pulgar sucio por la pólvora a un lado de los labios, repasando el río seco de sangre.

- Lo lamento...- La disculpa salió desde lo profundo de la garganta, saliendo grave y ronca, casi cansada a pesar de no estarlo.

Los párpados de Damián bajaron un momento mostrando una expresión pensativa, luego los levantó, sus pupilas se dilataron y las cejas se elevaron imperceptibles. Jason descifró el mensaje al instante, y continuó aventurándose más paseando su pulgar creando caminos, arrimando la tierra acumulada en la piel para terminar cayendo de nuevo en los ojos verdes que no dejaban de verlo. Sus pupilas está vez se tornaron pequeños, Jason apretó y estiró la piel bajo el párpado inferior de unos de los ojos mirando con más atención las reacciones del chico.

Damián llevó su mano de igual modo hacia el rostro de Jason, apartando la suciedad y sintiendo los cortes secos por la sangre. Rompió el silencio deteniendo su pulgar por encima del párpado manteniendo el ojo cerrado, murmurando palabras que sonaron a un idioma extraña y  con su voz suave y firme a la vez, como si estuviera haciendo un juramento en una lengua muerta.

Jason cerró el ojo restante y sonrió entendiendo perfectamente lo que dijo. Posicionó su mano en la nuca arrastrando sus dedos por el cabello negro de Damián aproximándolo a su rostro, ambos apoyaron sus frentes respirando el mismo aire, instintivamente rozaron sus narices. Damián seguía concentrado en las sensaciones y Jason sonreía dejando salir una pequeña risa.

- Yo también te veo.- Dice alejándose un poco para verlo a los ojos y volvió a decir - Yo también te veo...- y besó la frente del hijo de su padre, completando el juramento qué nunca terminó hasta hoy en la madrugada después de haber tenido una larga pelea a muerte.

El departamento estaba vuelto un caos, ambos estaban hechos un desastre en la cama con la ropa rasgada, manchada tanto en sangre como tierra sacada de algún lugar con golpes repartidos por todo el cuerpo que se sabía por la piel que se asomaba en la poca ropa.

Damián miraba sus labios y jason lo notó de inmediato, más no hizo nada para detenerlo, quería saber hasta donde llegaba ese deseo insaciable que llevaba. El joven se atrevió a sentir los labios agrietados a través de su pulgar, acercándose despacio a su objetivo. Sin embargo, el tono irritante de un teléfono sonando por todo el departamento lo detuvo a mitad de camino.

Cómo saliendo de un sueño, abrió los ojos espantado. Tácito se levantó brusco, parándose de pronto en el acto sintiendo un mareo nacer en la coronilla izquierda palpitando, provocándole malestar. No se quejó ni mostró algún gesto de dolor, se levantó de la cama marchando a la destrozada sala en busca del jodido teléfono.

Cuando Damián salió Jason pudo admirar la juventud que residía en ese cuerpo desarrollado, marcado por el legado. Faltaba poco para esa madurez típica de un hombre de 21 años, los días estaban contados para ser oficial tras la celebración.

Suspiró dando una vuelta en la cama quedando boca abajo en la orilla, parte del hombro y su brazo colgaban fuera de la cama. Se sintió de una manera que no pudo describir con exactitud, sólo una extraña calma lo envolvía aun sabiendo, teniendo al mismísimo hijo del demonio en su departamento, en la sala atendiendo una posible llamada de un preocupado Richard.