Prólogo

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Unos golpes en mi puerta hacen que despegue mi vista del libro que sostenía en mis manos.

– Adelante – digo extrañada pues no tenía ninguna cita programada para esta hora.

La puerta se abre dejando ver a un chico alto, fornido y de cabello negro

– Buenas tardes. ¿Puedo pasar? – Pregunta

– Claro, pasa – el chico entra cerrando la puerta tras de sí. Se acerca a mí y me tiende su mano

– Mi nombre es Stephen Cox soy hijo de la doctora Rose y mi madre habla maravillas de usted, asi que he decidido venir porque necesito hablar con alguien, alguien que no sea mi familia, que no sean mis amigos alguien que me ayude a decidir qué hacer. ¿Cree que pueda atenderme? – lo miro fijamente intentando descifrar que problema es el que tiene este chico. Miro mi reloj viendo cuanto queda para la hora de la comida, una hora exactamente.

– Este bien. Siéntate Stephen – el hace lo que le digo se sienta en el sillón que esta frente al mío – ¿Cuántos años tienes?

– Diecisiete, doctora

– Muy bien – saco una libreta del buro – Ahora dime que es lo que a pasado – Stephen suspira y frota con sus manos varias veces su cara con desesperación

– Vera, hace aproximadamente un mes. Mis amigos y yo hemos decidido, para divertirnos, hacer una apuesta... – suspira frustrado

– ¿Y en que consiste esa apuesta?  – le pregunto a lo que el tarda en responder

– Teníamos. Teníamos que enamorar a una chica y después botarla sin más – un escalofrió recorre mi espalda. Disimulo lo antes posible y espero a que Stephen continúe – Pero algo paso, no sé cómo ni cuándo pero, me enamore de la chica y ahora...

– Ahora no sabes que hacer – a completo su frase

– Si, no sé qué hacer y no quiero lastimarla. Me he enamorado locamente de ella y es que como no lo haría si ella es perfecta – sonríe 

– Y además del hecho de no querer lastimarla ¿hay algo más que te impida decirle la verdad? – Stephen asiente

– Si, hay una chica, ella es insoportable, desde que se enteró que salía con Alice no ha dejado de hacernos la vida miserable puesto que nunca accedí a salir con ella y ahora no sé cómo paso pero se ha enterado de la apuesta y me ha amenazado con dejar en ridículo a Alice frente a toda la escuela y hacerle cosas espantosas si no salgo con ella pero no puedo dejar a Alice y mucho menos quiero que ella salga lastimada, no quiero que me odie, simplemente no quiero perderla. Y por eso es que estoy aquí, mamá también es terapeuta pero ella ya me estuviese golpeando por el hecho de haber cometido tal estupidez, así que necesito que me ayude. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer para no perderla?

– Desde mi punto de vista y mis experiencias creo que deberías decirle la verdad, absolutamente toda la verdad – El chico me mira con curiosidad

– ¿Sus experiencias? – Pregunta pero al instante parece arrepentirse – Disculpe no era mi intensión entrometerme, lo siento

–No pasa nada, Stephen. Y si he dicho mis experiencias porque yo hace algún tiempo fui La Apuesta, fui aquella chica a la que tendrían que enamorar.

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