CAPÍTULO IV "¿AMOR?"

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El estrepitoso ruido de la puerta le despertó, abrió los ojos y se sentó bruscamente en la cama, los débiles rayos del sol entraban por su ventana lastimándole la vista. Se paró de la cama como pudo y fue tras el ruido que había despertado su dulce sueño -¿Quién puede ser a esta hora?- haciendo rabietas abrió la puerta y se quedó sorprendido viendo a su novio -¡Hola!, ¿Qué haces aquí tan temprano?-

-Vine a verte, pero, creo que te he despertado, lo siento mi amor- se rascó la cabeza -¿Puedo pasar?-

Aun somnoliento Alfred asintió -Si, perdón, aun ando dormido. Descuida, creo que ya era hora de levantarme- Se puso a un lado y dejó que el entrara -Me sorprende que hayas venido temprano-

-Bueno, a decir verdad nunca vengo a esta hora, siempre vengo más tarde, después de que descanso adecuadamente, pero hoy no voy a trabajar, por eso decidí venir a verte, y vaya que tomé la decisión correcta, esa bata está muy linda en ti- comentó con cierta picardía -Además, últimamente en el hospital no han llegado pacientes graves-

-Me sonrojas- Reprochó- Pero tienes toda la razón, eres el mejor doctor que hay-

-Y el más guapo-

-Cierto ¡jajajaja!- caminó hacia su pareja, se sentó en el sillón de la sala e Iván hizo lo mismo -¿Vas a quedarte todo el día?-

-Sí, ¿te incomoda?- extendió su brazo para poder estrujarlo.

-Para nada, jeje me gusta la idea- pegó su cabeza al pecho de este.

-Te traje algo- se incorporó un poco, no sin antes dar un pequeño beso en la frente ajena. Del bolsillo de su pantalón sacó el relicario en forma de cruz y se la enseño -Mira, es para ti, quiero que la uses, ¿sí?-

-¡Vaya! Esta genial, okey, la usaré, jejeje, ¿me lo pones?-

-Por supuesto- dicho aquello, sin perder tiempo, se la puso en el cuello, se sentía ya aliviado, Alfred estaría protegido con ese collar -Ya está-

-Gracias, me gusta -Jugaba con sus dedos el dije.

-¿Podría ir a dormir un rato en tú cama?, estoy algo cansado-

-Claro, esta es tú casa, ¿lo olvidas?-

-Esta casa te la compré a ti, así que es tuya, ya lo sabes- se levantó para ir a la habitación.

-Eres muy dadivoso, amable, el hombre perfecto. Nada tacaño, hasta no tienes auto porque te gusta caminar y ejercitarte, eres la mejor persona que hay- comentó con sinceridad.

-No digas esas cosas dulces, me darán ganas de besarte mucho- plantó el albino una sonrisa traviesa, era cierto, tenía manías extrañas, pero no dejaba de ser una buena persona -Te salvas por ahora porque tengo sueño, iré a descansar, despiértame cuando sea la hora de comer, te invitaré a almorzar fuera de casa-

-¡Hablas enserio!, ¡quiero comer una hamburguesa!- dijo entusiasmado el rubio.

-Debí imaginarlo, si, comeremos hamburguesas- como decir no a esa cara tan entusiasmada y después de aquellas lindas palabras -Iré a dormir-

-Descansa-

-Te amo Alfred-

El rubio se quedó unos segundos viendo a su novio, con un sonrojo leve en sus mejillas, el rostro de Ludwig apareció vagamente en su mente, se mordió el labio inferior y asintió nervioso no sabiendo que responder, ¿amor?, no conocía como se sentía el amor, quería a Iván mucho por lo lindo que se había portado con él, pero amarlo, amar era algo diferente -Gracias Iván...- le mandó un beso al aire y se fue a la cocina a prepararse un café.

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