Nightmare

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Se encontraba una mesa servida para cuatro personas, todos sus puestos ocupados y mi presencia era justo a la cabeza de dicha mesa.

Familia, se trataba de una cena normal y pacífica, pero la escena estaba paralizada, no había sonido y los colores eran muy opacos.

Estática, deformaciones. Lo que parecía una situación real se volvió una imagen.

Negro, todo la imagen de la cena se volvió negra y se comenzó a disolver. El escenario a cambiado, el techo de la casa parecía haber volado lejos y los muros destrozados.

Las casas a los alrededores se encontraban en una situación igual o peor; unas escaleras de caracol habían aparecido de enmedio de la casa y los inmuebles dentro de ella en su mayoría habían sido rotos por los escombros de lo que fuese hubiese pasado ahí.

El cielo estaba pintado de un violeta muy oscuro y algo eléctrico, parecía violento y sus tonos rojizos parecían ser más fuertes que los azules.

Las escaleras se elevaban hasta el cielo, aparentemente ser infinitas.

Salgo con cuidado a la calle en busca de ayuda o de cualquier persona, pero no encuentro nada, solo una latente molestia en mi pecho a cada paso que doy más lejos de esa escalera. Llega un punto en que dicha molestia se vuelve ansiedad y no me queda más que regresar.

Las escaleras parecen ser hechas de piedra; lucen robustas y tiene carácter, pues no parece que se han cuidado los detalles, más bien como si sus peldaños estuvieran hechos de los mismos escombros. Nada los sujeta, no hay ninguna base al suelo, está cada escalón suspendido en el aire.

Termino rindiéndome y comienzo a subir. Al principio temo caer porque no hay una base ni tampoco hay una barandilla, pero con los metros pierdo un poco de miedo.

Sin embargo, algo no está bien. Con forme subo comienzo a sentir de nuevo la ansiedad, pero esta vez está acompañada de otro sentimiento: terror.

Hay criaturas extrañas en los cielos que se ocultaban en las oscuras nubes, poseen una especie de torso y rostro humano, pero sus extremidades son animales y sus cabezas están decoradas de diversos tipos de cuernos, también llevan alas huesudas en sus espaldas y unas colas muy raras. Su piel es de color oscuro y su rostro es jodidamente siniestro.

En definitiva no son amigables.

Viene a mí. Corro y corro, mientras ellos surcan los cielos con gracia y velocidad hacia mí hasta llegar con facilidad, comenzando atacar. Me obligan a caer desde quién sabe cuántos metros e incluso cuando he llegado al suelo no me dejan en paz, me siguen y me siguen hosigando sin parar.

Tengo miedo, mucho miedo, quiero correr pero no puedo moverme; quiero gritar pero no puedo usar mi voz; quiero dejar de sentir pero parece que todo se está intensificando.

—☾—

Me he despertado bañada en sudor y sin comprender qué pasa.
La televisión de mi cuarto está encendida, la cama a mi lado vacía y en la habitación de junto mis padres están soñando.

He tenido una pesadilla, me he dicho, si me relajo un poco tal vez pueda intentar volver dormir.

Pasa el rato y mis ojos pesados ganaron la batalla.

—☾—

Sin embargo de nuevo estoy ahí, en mi hogar hecho ruinas, con las escaleras de caracol elevándose al cielo y esas criaturas está vez no se ocultan en las sombras. No lo comprendo, pero me miran, no dejan de hacerlo. Esperan que haga algo. Lo puedo sentir, es una mirada tan intensa y esa maldita sonrisa tan asquerosa, tan aterradora que está grabada en sus rostros... quieren que vuelva a subir las escaleras, quieren que suba todas las escaleras.

No sé qué rayos pasa en mi cabeza, pero lo hago, vuelvo a intentarlo y vuelvo a caer, pero esta vez despierto a la mitad de la caída.

Vuelvo a dormir y está vez ellos están aún más cerca del suelo, pero su rostro ha cambiado; ahora es menos humano y más terrorífico, su sonrisa es más grande y delgada.

Vuelvo a intentarlo, y está vez logro subir un poco más que la primera y la segunda vez, pero al igual que las anteriores, volví a caer.

Esta vez desperté al golpear el duro suelo y con un terrible dolor de espalda.

Todo esto se repitió varias veces, y cada que volvía a la pesadilla, la forma de ellos cambiaban y como me hacían sufrir tras caer era peor.

Tras la última vez, mi miedo fue a tal grado que recurrí a dormir con un rosario empuñado. Después de hacer eso no volví a soñar esa noche.









Esto habla de una pesadilla que tuve en el invierno de 2015, que jamás le he contado a nadie pero por alguna razón justo a ahora a las 4:07AM he recordado y me dieron ganas de contar.
Disfruten, all the love, A xx.

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