Sentado en mi mesa favorita de la cafetería, sentí de nuevo la mirada de esa chica, no me incomodaba pero la curiosidad llamaba.
Era muy hermosa, de cabellos castaños, ojos cálidos y labios rosados tan finos como un pétalo de cerezo. Sentada en el taburete, se veía pequeña y menuda, además la ropa que llevaba, y a su vez se notaba cara, la hacía ver como una niña de primaria.
Una taza de café, un pedazo de tartaleta y un libro era lo único que asomaba su mesa, intenté descifrar desde lejos lo que leía, pero mi vista era horrenda.
Alzó la mirada hacia mi rincón como un par de veces más, note que se puso nerviosa cuando le devolví el gesto.
No era la primera vez que la veía, siempre aparecía todos los días en las mañanas y se iba al terminar su mismo pedazo de tartaleta. Además no era nuevo que cruzaramos miradas nerviosas, a estas alturas me hubiera acercado e intentar ligarla, pero lo único que me lo impedía era mi última promesa hacia mi mismo; no volvería a ser un mujeriego. La chica se veía demasiado educada y adorable para hacerle eso, pero la curiosidad pudo más que mis nuevos principios y al terminar la taza de café me armé de valor.
Hubiera deseado nunca hacerlo.
Tomé mi libreta de canciones, metí el lapicero dentro e intente acercarme con la excusa de que iría a ordenar algo más. Al acercarme a su sitio, noté que el libro que leía era del escritor japonés Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Para mi buena suerte, había encontrado un tema de conversación, era uno de mis libros favoritos.
Con total confianza me senté en su mesa, me sorprendí que no me echará o gritará diciendo que era un acosador, al parecer ella también esperaba ese encuentro entre nosotros.
— ¿Es un libro muy interesante verdad? Me costó tiempo reflexionarlo. — Acomodé mi asiento un poco mas cerca de la mesa esperando su respuesta.
— Tienes razón, es interesante pero un poco complicado de entender. — Tenía la voz de un pequeño roedor o a lo mejor era que simplemente estaba nerviosa. — Aún me pregunto, si realmente el-pájaro-que-da-cuerda podría existir.
— Podríamos ser nosotros. — Reí de mi comentario y ordené otra taza de café, mientras ella tomaba un pedazo de su postre— Disculpame, he sido grosero al venir a sentarme con total confianza sin siquiera presentarme, sólo que me llamó mucho la atención que leyeras a ese autor, espero no incomodarte.
— No te preocupes, la que debería disculparse soy yo, creo que te percataste de que te miraba. — Se tomó las manos muy nerviosa e intentó evadir mi mirada — Podría parecer una acosadora, pero te vez realmente interesante cuando escribes, hay tal profundidad en tus ojos e incluso cuando te concentras puedo sentir que estas en otro mundo, alejado de la realidad.
Me sentí halagado de lo que dijo, era verdad que cuando componía canciones podía sentirme sumergido en otra dimensión, muy a menudo me lo decían.
— Gracias, me haces sentir especial. — Sonreí para ella y bebí un poco del café — Siempre comes lo mismo ¿verdad? — Alze una ceja en señal de interrogación y vi como sus mejillas enrojecían.
— Y-yo ... Realmente amo las tartaletas, pero varió en sabores, por ejemplo, hoy estoy comiendo una de durazno. — Pinchó un trozo de la frutilla y lo alzó en señal de victoria. — Son realmente delicio ...
No término la frase y empalideció de un momento a otro, intentó tomar sus cosas apresuradamente, metiendo el libro en el pequeño morral de flores que tenía reposando en las piernas.
Pude notar la causa de su reacción, cuando un hombre con un traje negro y de facciones duras se acercaba a nosotros. Me miró con total desdén cuando llegó a nuestra mesa.
— Señorita, su padre la ha estado buscando, sabe que no le gusta que venga a lugares públicos sin seguridad y es más, usted es consciente de que no puede interactuar con cualquier persona desconocida — Me miró con total asco y prodecedió a tomar el bolso de mi compañera de café por las manos. — El auto la esta esperando afuera. — Se alejó hacia la puerta donde una camioneta reluciente de espejos oscuros aguardaba.
— Lo siento mucho, debo irme. — La chica se alzó. — Mañana, aquí. — Señaló con un dedo la mesa en la que estábamos.
— Pero ... Aún no sé tu nombre y no sé que rayos esta pasando. ¿Quién ese ese hombre? — Ella era una total desconocida para mi, pero su persona me causaba una terrible curiosidad, más aun el hecho de que un hombre misterioso apareciera de repente con esas actitudes.
— Es algo complicado, debo irme. Me meteré en problemas. — Se despidió con una reverencia, pero antes irse, volteó — Mi nombre es HaSoo.
Salió por la puerta y desapareció en esa camioneta de aspecto misterioso, junto a ese hombre.
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Pero fue el diablo quien alas te dio [NamJin]
FanfictionNo todas las cosas son siempre fáciles, más aun cuando te atormentan recuerdos del pasado. En ese caso, Kim Namjoon podría contarte la historia de su vida y porqué terminó en esa situación.