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Había notado esa mirada punzante en el cuello, nunca le fastidiaba que se fijaran en él; pero esta vez SeokJin se había sentido un poco incómodo.

En sus dos años de universidad, todos habían caído rendidos ante sus encantos naturales, incluso los chicos le hacían favores sin pedir algo a cambio porque estar cerca de él era señal de popularidad. Sin embargo, este muchacho tenía una mirada desagradable y demasiado intensa.
Lo conocía, pero no por su nombre, sino porque se había acostado con media universidad y las chicas más chismosas parloteaban de que hacia el amor como una bestia. Llevaba tres días sintiendo su mirada a la hora del almuerzo, en realidad no le prestaba atención porque le encantaba hacerse el difícil y si el ajeno era gay, sólo perdía su tiempo porque jamás le haría caso.

Su mejor amigo había notado esto y sólo bromeó cuando también se dio cuenta.

Vaya que te ha pillado el
raritoexclamó TaeHyung.

Kim TaeHyung, era un ratón de biblioteca y a la vez un modelo de marcas reconocidas en Corea. No podían haberse juntado mejor, un súper modelo y un maniático con su físico hacían la combinación perfecta. Llevaban una amistad de medio año cuando Jin lo encontró en los baños tratando de ocultar su identidad de ídolo. A simple vista parecía un enclenque con esos lentes y el cabello en forma de tazón, pero detrás se escondía uno de los modelos más cotizados en el mercado. Sólo unos cuantos en la universidad sabían su verdadera identidad y se mantenía reservado por su propia seguridad. Por su parte, SeokJin había tolerado su amistad porque el muchacho sabia comportarse y tenía un buen gusto para vestir a pesar de su farsa, además era muy gracioso y su personalidad le sacaba más de una sonrisa.

— ¿Rarito? — preguntó haciéndose el desentendido.

Encontré antecedentes policiales en su portafolio cuando
trabajaba en los registros académicosmencionó tomando de la cajita con jugo y leche.

Eso sólo logro pararle los pelos de punta, ahora pensaba que era un enfermo psicópata que buscaba hacerle daño. Tomó sus cuadernos y jaló a su amigo en dirección a un lugar más pacífico. Terminó de comer el panecillo que tenía entre los dedos mientras ambos hablaban de
materias en una banca de las afueras. A comparación de SeokJin, TaeHyung era más olvidadizo y despreocupado con sus deberes.

La campana sonó anunciando el fin del almuerzo y ambos tomaron caminos diferentes pues tenían materias distintas. Las clases de Economía no quedaban demasiado lejos, pero aún así aceleró el paso sabiendo como era de especial el profesor. Justo cuando iba a subir las escaleras, una interferencia se lo impidió: vio al muchacho del almuerzo sosteniendo los cachetes de una chica ferozmente entre sus dedos y con la otra mano un cigarrillo. Horrorizado pudo presenciar como ambos consumían un beso entre lengua y saliva, mientras las manos libres iban tocándole el trasero sutilmente. Carraspeó humillado y la muchacha se separó llena de vergüenza mientras corría lejos de la escena.

Escuchó el chasquido de lengua, el chasquido de su perdición total, el chasquido de un odio profundo que avanzaba más y más.

— ¿Por qué no conversamos? — murmuró mientras apagaba el cigarrillo en el cuello descubierto de SeokJin y un grito desgarrador empezaba a escucharse.

Pero fue el diablo quien alas te dio [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora