Amor Eterno

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Desde niño, había escuchado la frase "Amor Eterno", utilizada por adultos de forma recurrente con sus parejas —sin tener en cuenta si fuese verdad o mentira ... o peor aún, que fuesen como yo al no entender ellos mismos el significado—. Yo la verdad, nunca entendí qué significaba ya que sabía que dos personas no pueden estar juntos para toda la eternidad pues esta última es mucho más larga que las vidas de una pareja mortal.

—Años más tarde...

Dentro de poco habría cumplido los dos años con mi novia, Carmen del Rey. Yo la llamaba así a veces cuando ella no me escuchaba —se parecía a Lana del Rey, y por estilo, le encantaba todo lo vintage, era una chica guapa, tenía tumblr— ¡una chica cualquiera a la moda, guapa, de las que puedes seguir en twitter! Vale, tampoco quiero presumir de ella (porque parece que me lo inventó) En su contra diré que me sacaba un poco de quicio que a veces fuese "tan tonta" —no te ofendas si puedes leer esto cariño, dentro de nada te lo explicaré y ya verás como no te enfadarás!— Pero hay que reconocer que tenías cosas un poco tontas eh (...) ¡tienes, tienes!

Le juré "Amor Eterno", del mismo modo que había escuchado decirlo a otras personas. De verdad, la amaba y sentí la necesidad de utilizar dicha frase. Pero utilicé la frase de forma retórica y siguiendo sin entenderla.

Para mí era perfecta... aunque últimamente estábamos peleando mucho precisamente porque había cosas suyas que me molestaban (no por el hecho de que no pudiera ver una película en versión original con ella, -porque no sabía inglés- sino porque la veía muy inmadura en según que cosas)

Y lo peor: su madre. Ella la trataba como una niña de 13 años. A su edad le llamaba la atención si llegaba a casa más tarde de las 22:00h -mientras sus compañeras de clase llegaban a casa a la mañana-

Y eso que Carmen lo único que hacia era estar en mi casa, preparándole yo a ella la cena, siempre comíamos comidas que veíamos en las películas de la cultura americana, asiática, o grasientas en general, como Kebabs, nachos con queso, hamburguesas con bacon, porquerías. Pero deliciosas. Luego nos poníamos delante de la pantalla del ordenador y veíamos una película online.

Película que no entendía, pero aún así me decía de ponerla y que ella leería (aunque yo sabía que en realidad no se enteraba ni de misa la mitad)

Pero el problema era la madre, no el inglés o las discusiones tontas. Esa mujer me odiaba. Yo no acabé la escuela (¡y encima me hice tatuajes!) así que tenía la mano de póker para darme su madre el Royal Flush y vencerme con odio. Infundado, pero odio.

Yo hice todo por llevarme bien con la madre (que ni me quería ver, aunque sí juzgar). Al Carmen decirme de la negativa de la madre a colaborar en vernos (se lo ofrecí con toda amabilidad y madurez que ningún novio del mundo pueda tener), yo voy y grabo un video.

Cogí el laptop, abrí la aplicación de la webcam, y comencé a grabar. Comencé a hablar a la cámara para la madre, como tenerla frente a frente, hablé de lo que quiero a su hija, de lo equivocada que estaba al juzgarme sin conocerme, porque yo era un chico maduro que la quería de verdad, y que sabía ver lo estúpidos que eran el 90% de tipos ahí afuera. Palabras que podrían cautivar a un "negativista" que encima es gótico dark-punk emo nihilista. Pero no funcionó.

Siguió odiando sin sentido ni motivo. Haciendo la vida imposible a su hija por salir conmigo y cocinar, ver películas, salir a pasear, comer de restaurante chino, acompañarla con la moto que compré precisamente por evitar que tomara el bus a la noche... Como pueden ver, no soy el mejor escritor, pero si el mejor novio.

La quise, la quiero, como a nadie he querido en el mundo antes. Y seguiría con ella. Pero la madre —con sus gritos— convertía a Carmen en una chica distinta. La entristecía, la convertía más sensible, menos feliz, más depresiva. Y empezamos a chocar más que nunca.

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