Sin título nº 2

12 0 0
                                    

Me siento bien. No hubiera podido decir esto años atrás pero ahora me siento jodidamente afortunada de decirlo: me siento bien. Siento ese palpitar nervioso que recorre mi cuerpo hasta la punta de mis dedos, que me hace querer suspirar al ver salir los rayos de sol detrás de las nubes, que me hace querer recostarme en el césped a disfrutar de un buen libro, que me hace querer escribir. 

Es gratificante oír el sonido de las teclas causado por mis manos. Movimientos veloces que tratan de competir con mi mente. Movimientos poco certeros también. Tan poco certero como lo que hay en mi cabeza. Me siento como una moto. Me encuentro a miles de revoluciones por minuto al tiempo que el mundo parece ir con una parsimonia desesperante. Es emocionante, pero me asusta. Tengo constantemente el deseo de salir y descubrir de qué se trata la vida. Quiero hacer tantas cosas, pero siento que no tengo el maldito tiempo para completarlas todas. Quiero sentir que la vida me queme y me destruya y que me rehaga de nuevo. Quiero correr como una loca y gritar que me siento viva aunque mi cabeza sea el puto lío que es ahora mismo. Se trata de un laberinto que se va enredando cada vez más a medida que trato de comprenderlo. La sinapsis de mi cerebro va demasiado rápida como para que mis dedos puedan seguirla y es frustrante, pero me encanta. Me encanta dejar mis manos suspendidas sobre el teclado y dejar que empiecen a moverse por cuenta propia, demasiado rápido como para darme cuenta, demasiado como para que me importe. Simplemente dejo que pendan sobre las letras como la promesa de algo grande. Pero estoy asustada. Joder, estoy tan asustada que incluso me hace gracia. ¿Qué si esa promesa decide fallarme? ¿Qué si en realidad me estoy preparando para algo que solo van a resultar siendo migajas?. No quiero fallar, pero es que siento que ese tiempo que me va a faltar para hacer todo lo que quiero en la vida lo estoy malgastando y se me acaba. Casi siento pavor de sentirlo como resquicios de un dulce manjar bajo mi lengua para darle paso a un sabor más amargo. Y sin embargo sigo aquí, percibiendo como me estoy quedando lentamente estancada, perdiendo esa maravillosa azúcar en un café instantáneo. Qué comparación más tonta, pero es así como me siento.  

Quiero acabar ya, joder. Quiero salir del instituto. Quiero independizarme. Quiero viajar. Quiero amar, quiero que me amen y que después me dejen  (y, ojo, dejar también). Quiero llorar hasta sentir que me quedo seca y volver a empezar y repetir y repetir y repetir hasta que el destino me marque la piel con arrugas y sienta que he hecho todo lo que había por hacer. Quiero recostarme algún día en la mecedora de un porche, a las siete de la tarde de una fresca primavera, cuando tenga el pelo cubierto de canas y el jodido pellejo curtido por el paso del tiempo y tener la certeza y la satisfacción de que lo he hecho TODO

MortDouce


Pensamientos de una mente inquietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora