Nota 38:

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Cuando llegue estabas cociendo una faldas de tu hermana, mire en la mesa y me encontré con un grasoso pedazo de pollo, aborrecí mas a tu padre porque no necesite que me dijeras porque comiste eso, sabía que era obra de él, me senté a conversar contigo mientras hojeaba uno de tus cuadernos y sin querer me topé con tus últimos análisis, los cuales me arrancaste antes de que pudiera verlos bien.

Cienna, déjame ver- hable mirándola, ella miro hacia otro lado mientras sus ojos se cristalizaban.

Cienna por favor entrégame eso-repetí, ella volteo a mirarme

Todo está mal de nuevo-contesto entregándome los análisis, mire los resultados en mis manos y no tengo idea de donde salió mi fuerza de voluntad para no derrumbarme ahí mismo, la mire, ella lloraba silenciosamente.

¿Tu familia sabe de esto?- ella asintió sin dejar de llorar-¿entonces por qué carajos no te están alimentando bien? ¿Por qué carajos sigues haciendo los oficios de la casa y no estás en reposo como deberías?-tenía tanta rabia y frustración, no sabía qué hacer para ayudarla, pero jamás en mi vida espere ver y escuchar lo que vendría después.

Me dijo que si volvía a recaer que me muriera porque no pagaría un bolívar más por mí- susurro, no hacía falta que dijera a quien se refería para saberlo, no me contuve y la abrace mientras ella se volvía un mar de sollozos y sin poder evitarlo yo también llore, no sé cuantos minutos pasamos abrazadas, pero el hombres más asqueroso del universo entero llego con su mujerzuela de turno.

Cienna inmediatamente se separó de mí y se secó las lágrimas se levantó cuando el entro.

¿Por qué no has lavado los platos Cienna?- Le dijo nada más estar frente a ella junto a su mujerzuela-Cristina iba a buscar un plato para comer y todos están sucios, ve a lavarlos que tiene hambre-la regaño. No sé de dónde saco el valor cienna pero no se quedó callada por primera vez en un largo tiempo.

Si tiene hambre que vaya ella y los lave yo no soy sirvienta de nadie-contesto, lo siguiente que sucedió fue tan rápido que nadie lo vio venir, abofeteo a Cienna tan fuerte que callo sentada y luego la agarro del poco cabello que tenía y la arrastro a la cocina, yo corrí hacia la cocina mientras ese desquiciado comenzó a tirar platos contra la pared sin dejar de gritarle a Cienna que debía lavarlos, la zarandeo unos minutos mas y luego me empujo para pasar por mi lado, Cienna lloraba y yo también, como pude la ayude a salir de la cocina y la senté en unos muebles, no paro de llorar hasta que me fueron a buscar, no quería dejarla ahí, pero no podía hacer nada donde la llevaría, ella era menor de edad al igual que yo, me despedí de ella recordándole lo mucho que la quería, normalmente no se lo decía solo se lo escribía, idioteces de una chiquilla, pero ese día se lo repetí no sé cuántas veces, tenía esa necesidad de que ella supiera que no estaba sola, que pasara lo que pasara yo siempre estaría ahí, la abrace una vez más y luego partí a mi casa sin la menor idea de lo que pasaría al otro día.


CiennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora