Parte 2

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Durante el camino a casa, Abril se sumió en sus pensamientos. No tenía idea de que podría tratar la carta de su nona, pero estaba segura que al leerla recordaría otra vez todo de ella, sus manos, sus tiernos ojos verdes y sus dulces palabras. Pero también recordaría el dolor de su ausencia, el saber que no volvería a verla.

Sin embargo, tenía muchas ganas de leer lo que Feli le había dejado, quizás fuera una despedida, algo que ella atesoraría por siempre de ser así. Pero si solo fuera eso, ¿Por qué la nona Feli escondió tanto esa carta y no la dejó en un lugar más fácil de hallar? No podía evitar encontrar cierta sazón misteriosa a todo eso.

Luego de cenar, se fue a su dormitorio y tomó el sobre. Sin esperar más tiempo, lo abrió.

Dentro había una hoja claramente escrita por su abuela, una llave y una pulsera de cuentas, que inmediatamente recordó que Felicia llevaba siempre. Sonrió ante este hallazgo, pero se interrogó acerca de la llave. Pensó que la única forma de saber qué era, seria leyendo la carta.

"Querida Abril:

Para estas alturas, si estás leyendo esto, posiblemente yo ya no esté con ustedes. Sé que debes sentirte triste por ello, pero te pido que seas fuerte. Hemos tenido la suerte de disfrutar de la compañía de una a la otra, y de cientos de momentos que quedarán en nuestras memorias. Recuerda siempre todo lo que te enseñé, cada palabra que te dije, porque todo tiene una razón de ser, he querido enseñarte cosas incluso cuando te leía los cuentos del mundo de las ninfas, o cuando jugábamos en el lago. Quizás ahora no lo entiendas, pero quiero que sepas que luego de leer esta carta y de usar la llave que te dejé, tu vida ya no será la misma.

Todos los cuentos que te conté, los he escrito yo, pero no son producto de mi imaginación. Son cosas reales que yo quería que supieras. Si me permites mi amada perlita, debo contarte un último cuento, pero este es sobre algo que ocurrió en mi vida, cuando tenía tu edad, y ya nada volvió a ser igual.

Ocurrió cierto día, al volver de la escuela, cuando tenía 15 años. Mi madre no estaba en esa ocasión, ni nadie de la familia, habían salido de compras. Yo estaba merendando cuando el cartero llego y dejó un pequeño paquete dentro de un sobre. El destinatario era yo. Emocionada por haber recibido algo, lo abrí, pero no lograba comprender que podía ser ese objeto: era una pequeña caja negra.

Lo miré por todas partes para ver si tenía alguna inscripción, algo que me diera a entender de donde podría ser, pero no había nada. Al final lo abrí y me decepcioné al hallar solamente un extraño cubo de cristal.

De todas formas lo guardé, y por alguna razón nunca quise contárselo a nadie. Pasaron un par de años y yo aún tenía la incertidumbre de qué seria ese objeto y porqué me lo habían enviado a mí. O mejor, quién me lo había enviado.

Un día, volvía a mi casa de una cita con tu abuelo, muy entristecida porque él me había hecho saber que se iría a la guerra por primera vez. Como hacia cada vez que me sentía frustrada, tomé el cubo cristalino en mis manos y me senté junto a la ventana. Sin querer una lágrima cayó sobre el cubo, y automáticamente este se iluminó.

Nada más pasó en esos días. Pero una semana luego, salí a caminar tratando de disminuir la tristeza que sentía por la ausencia de tu abuelo. Llegue a un lago y me senté a contemplar el paisaje con el cubo en mis manos. Extrañamente me reconfortaba así que, luego de que se iluminara aquella noche, lo llevaba siempre conmigo. Luego de un rato de estar ahí, el cubo comenzó a iluminarse de nuevo, y del agua emergió una criatura. En el momento me asusté mucho y no entendía nada. Pero la criatura se presentó como Diana, la reina de las ninfas.

Tomó un poco de tiempo hasta que le creí, entonces ella me dijo que había sido escogida por el consejo ninfa para proteger su mundo secreto. Con la pulsera que ahora tienes en tu poder yo podía transportarme a la ciudad donde Diana vivía, y con el cubo podía llamarla. Pero solo podía hacerlo yo, nadie más que agarrara esos objetos lograría nada. Con el tiempo me fui perfeccionando y comprendí la importancia de protegerlas. Yo fui la primera guardiana y tú serás la siguiente.

Este es mi legado, querida Abril. Y tú serás incluso más buena guardiana que yo. Protégelas y disfruta de lo maravilloso que es su mundo, lo magnifico que es formar parte de esto.

No puedo contarte más, en realidad ya lo he hecho al leerte los cuentos. Utiliza la llave para hallar el cubo, y luego Diana se encargará del resto.

Esto es un adiós, por ahora. Sé que puedo confiar en ti, mi pequeña perlita.

Te amaré por siempre.

Nona Felicia. "

La herenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora