Parte 3

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De alguna forma, Abril convenció a sus padres de que la dejaran ir nuevamente a casa de su nona, les dijo que necesitaba estar con sus cosas, tomarse un tiempo para recordarla porque la extrañaba muchísimo. Sus padres no sospecharon nada ya que la joven siempre echó en falta a su abuela, y creían que luego de pasar un tiempo lejos de todo lo que le recordaba a ella, ahora necesitaba volver allí para "cerrar un circulo", o dejarla ir.

Sin embargo, lo que Abril quería era investigar más en la casa para saber de qué estaba hablando su abuela en la carta. Al principio, no creyó lo que Feli le había transmitido en la carta. Ya era grande y ese tipo de cosas no se las creía tan fácilmente. Pero se tomó unos días para pensar, y releyó mil veces aquella carta tan misteriosa. Finalmente, luego de recordar muchas cosas que le indicaban que probablemente su abuela tenía razón, decidió que para develar aquel misterio debería volver a casa de Felicia y buscar el paquete negro del que la carta hablaba.

La búsqueda no fue sencilla, Abril no sabía en qué lugar estaría el preciado paquete, ni donde encajaría aquella llave. Mientras se tomaba un pequeño descanso, un recuerdo la invadió como un balde de agua helada. Se veía a sí misma, de pequeña, jugando en la sala con su muñeca, y a su abuela a su lado sosteniendo un cofre de madera entre sus manos.

Entonces, casi corriendo fue a la sala y empezó a sacar todas las sabanas que cubrían los muebles hasta dar con la pequeña mesita situada a un lado del sillón. El cajón estaba cerrado con llave.

Su ansiedad aumentaba a medida que buscaba la llave en su bolsillo, la colocaba en la ranura, y conteniendo el aire, giraba la misma hasta destrabar el cajón. Respiró profundo, y lo abrió.

El paquete negro estaba ahí, solo, como si la hubiese estado esperando todo este tiempo. Lentamente, Abril lo abrió, descubriendo un bello cubo de cristal, lo sostuvo en sus manos, sin saber qué hacer, pero sin querer soltarlo por nada en el mundo. Era muy común, pero no podía dejar de mirarlo.

El cubo comenzó a iluminarse con diversos colores, lo que hizo que la joven abriera mucho sus ojos.

-Estaba esperándote, bella Abril- dijo una voz detrás de ella, de inmediato se volteó, completamente azorada, y observó a la que, sin dudas, era la protagonista de todos los cuentos de su infancia.- tu abuela me ha hablado mucho de ti.

-D-Diana?- tartamudeó aun aturdida la pobre Abril.

-Ella misma. Tenemos mucho de qué hablar.- Le dijo mirándola con ternura, sus ojos eran muy muy claros, benévolos, su cabello rubio tan largo que le llegaba hasta los muslos, y sus alas translucidas, no eran tan grandes, pero aun así, más bellas de lo que cualquier descripción en los cuentos podría explicar. Abril estaba casi congelada en su lugar, sin embargo no le temía, su intuición le decía que era incluso más buena de lo que sus vidriosos ojos alardeaban.

La vida no sería igual, de eso estaba segura, pero todavía tenía mucho que averiguar.

-Ya nada será lo mismo para ti pequeña perlita, tu nona te dejó el legado más maravilloso que puedas imaginar, encontrar este paquete negro no es el final, más bien es el principio de una vida sin igual.

Y luego de tenderle la mano, juntas viajaron a ese mítico lugar, del cual ya no quiero hablar, porque una reina ninfa y una joven guardiana me pidieron que no lo platicara.

Fin


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⏰ Última actualización: May 06, 2017 ⏰

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