1

7 0 0
                                    

Angustia, enfermeras, doctores, camillas por todas partes, personas heridas, llantos, gritos, se podrían resumir en una sola palabra: tragedia.

Es la una de la mañana, los pasillos y salas del hospital desoladas, un ambiente que se torna de angustia cuando veo a mi padre y hermanos entrar por la puerta del hospital. Mamá me prometió que todo estaría bien antes de la última vez que mantuvo sus ojos abiertos. Veo a mi padre y hermanos cuando tensaron al ver mi expresión de preocupación y dolor, pero no tengo ni la menor idea de como tomarán la noticia de que, probablemente mamá ya no esté con nosotros, sus heridas fueron graves y dañaron gran parte de su cerebro y sistema nervioso. No tengo el valor de explicarle a papá la circunstancia en la que nos encontramos metidos en este mismo momento, apenas logro asimilar las cosas yo misma. Cuando nos encontramos, solo me toma entre sus acogedores brazos para tranquilizarme, escondo mi cara entre su pecho, mis sollozos son lo suficientemente tensos, por lo cual se puede notar que en ellos se expresa mi impotencia y sufrimiento en este mismo instante. Decide tomar mi rostro entre sus manos, esperando que yo diga algo, pero no logro articular ni una sola palabra, mi estado es demasiado tieso, así que solo nos dirigimos hasta las sillas ubicadas en el medio de la sala.

- ¿Quisieras explicarme que está pasando? - es papá en un tono exigente y preciso.

- Mamá...

- Vamos Arabella, ¡dilo ya! - de la nada Thomas se dirige hacia mí.

- Se condujo en un precipicio. Antes de cerrar sus párpados, me dijo brevemente como había ocurrido todo - me interrumpe el ingreso del doctor a la sala.

- ¿¡Que ocurre con mi esposa, doctor!?

- Verá, sufrió una grave lesión, la cual afectó aproximadamente el 90% de el funcionamiento de el cerebro, lo cual en efecto, apunta a que la señora Hawkins solo tiene las próximas 24 horas restantes de vida. - el doctor se expresa como si comunicar la pronta muerte de un ser humano fuese la cosa más común del mundo. Supongo que ya se acostumbró a dar este tipo de noticias.

Papá solo se queda en estado de shock al recibir la noticia, permanece en silencio y lentamente se dirije hacia su respectiva silla y al sentarse, la primera lágrima roda sobre su mejilla hasta llegar al mentón y desvanecerse entre el jersey que trae puesto. Y como si fuese una orden, le seguimos. Somos cuatro personas llorando en una habitación, una lágrima tras otra, sin fin, así pasan las horas, hasta que me enfoco en el reloj que se encuentra colgado en la pared, el cual apunta casi las cuatro de la madrugada.

Papá me despierta con un leve piquete en mi mejilla, ya que lo recuerdo, creo que me quedé dormida ayer, durante lloraba y mis dos hermanos se recostaban uno sobre el otro. Miro la pantalla de el teléfono celular y son las ocho de la mañana, en total solo dormí cuatro horas, lo cual explica mis grandes y oscuras ojeras. Me encuentro a mi padre con sus ojos marrones, de aspecto rojos e hinchados, los cuales delatan la larga noche que tubo ayer.

- Vamos a desayunar - habla con un tono autoritario.

- Prefiero quedarme aquí - responde Austin con un tono serio y tembloroso.

- No estoy preguntando, es una orden - una tensión se desata en la sala, ya que el tono de papá sobrepasa el volumen de lo usual.

Todos nos vemos obligados a seguirle, considerando que no es una opción contradecirle, deacuerdo a la magnitud de las circunstancias. Cuando llegamos a la cafetería, cada uno pide lo que se le antoja. En mi campo de visión entra una mesa vacía, así que me decido a adelantarme y apartarla para nosotros, al llegar otra chica me empuja, dejando que ella ocupe con tranquilidad la mesa a la que había decidido ocupar. Mi comida está arrojada en el piso, mi sándwich que por suerte está envuelto en una bolsa plástica se encuentra a algunos centímetros de mi alcance, mientras que mi jugo tiende a estar derramado en todo el piso.

Cuando decido levantarme quiero al menos ver la cara de la causante de tal desastre, espera... ¿¡Cindy!? Esto no puede ser en serio. Cindy es la chica que en pocas palabras, me detesta. Así de fácil. Toda la vida, desde el primer día de preescolar se ha dedicado a hacerme la vida imposible. Resumiéndolo, ha llegado al punto de romper mis relaciones amorosas, escabulléndose entre mi y Robert. Larga y sucia historia. ¡Puaj!.

Me doy cuenta que mi padre y hermanos a han dado cuenta de tal espectáculo, mi padre sólo me lanza una de esas típicas miradas de desaprobación, mientras que mis hermanos no le toman mucha importancia y se concentran en sus platos de comida.

- Sólo, se fuerte - me respondió con su típica y cálida sonrisa - no me pidan mas de lo que puedo dar, sólo jurenme que por nada del mundo se separarán. Los amo demasiado y les deseo lo mejor para su vida. Sé que tal vez no estaré presente en muchos momentos los cuales pueda que sean los mas importantes de su vida, pero quiero que sepan que nunca los dejaré. Estaré en sus corazones, pero nunca los abandonaré. Pongan en práctica todo lo que les enseñé, valoren cada minuto aquí en la tierra, hagan lo que sus corazones les dicten, amen, disfruten y aprecien cada circunstancia, ya sea buena o mala, pero de algo servirá. Apasionense, persigan sus sueños y lo más importante... Nunca olviden quienes son en realidad, ¿me lo prometen? - todos asentimos - Ahora,
Vincent, yo, te amo, eres el amor de mi vida y mi corazón siempre te pertenecerá a ti y a nuestros hijos, pero, sientete con la libertad de buscar a alguien que te haga feliz, que te valore y sobre todo que te ame tanto como yo lo hago, te deseo lo mejor y, por favor, ya no llores por mí - habla con la voz entrecortada - no llores. Se que si permanecen unidos, podrán superar esto, nunca olviden que son mi todo y que estaré ahí cuando me necesiten, sigan adelante, se que son fuertes, no se sientan tristes, quiero que vivan su vida al máximo, lo menos que desearía es verlos sufrir, - se intensifica el llanto - eso me hiere, pero si de algo estoy convencida es de que van a superarlo y no dejen que esto impida que avancen, ustedes sigan con sus vidas, y por último, lo único que quiero es su felicidad.

Y esas fueron las últimas palabras de mamá. Quedarán grabadas en mi corazón y nunca las olvidaré. Las apreciaré como a un tesoro, porque en realidad lo son, al menos para mí si.

Me tienes a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora