Antes de la PS (Parte 2)

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No podíamos creerlo, mi padre nunca había tardado tanto. Mi madre ya lucía desesperada, puesto a que ya llevábamos dos días esperando a mi padre. Ella tan solo esperaba noticias. Yo ya sabia que algo malo le había ocurrido, porque mi padre nunca nos abandonaría, el era un pokémon de honor, y no nos abandonaría a ninguno de los dos en ninguna circunstancia. A menos que... ¡No! ¡No podía ser la muerte! ¡Mi padre no podía estar muerto! 

No me había dado cuenta de que estaba llorando, entonces entro mi madre, y me vio con una mirada triste.

- No esta muerto, ¿verdad?- Al principio ella no pareció entender bien mi pregunta, aunque empezó a lagrimear también, aun así traté de aclararme, aunque no estoy seguro de si me entendió porque hable con la voz muy temblorosa.

- Mi padre, él no esta muerto ¿verdad?- ella comprendió y no respondió, solo empezó a llorar aún más y yo asustado al verla así, también lloré. Terminamos durmiendo hombro con hombro, sentados en la cama uno al lado del otro, formando una imagen bastante tierna, al menos si no conocieras el contexto de la historia. Cuando amaneció mi madre ya no estaba ahí, pero tuve el presentimiento de que estaba afuera, y así era, estaba sentada en el pasto y mirando el cielo, tenia los ojos cerrados, hasta que me acerqué, y abrió los ojos, y note que habían perdido su brillo que siempre estaba en ellos.

- ¿Como dormiste?- Preguntó, parecía haber olvidado que mi padre había muerto, y que teníamos que ir por comida antes de que se acabara lo de la despensa y que no íbamos a volver a vivir como siempre lo habíamos hecho: no mas juegos, no mas historias, el pensar esto me deprimió mucho, por lo que casi vuelvo a llorar al pensar en lo que iba a perderse.

-Bien, pero ojala mi padre estuviera aquí con nosotros- me miro con tristeza pero calmada, y me di cuenta de que mi madre activa y emocionada ya no iba a volver, al menos no en mucho tiempo. Tardé un poco, pero la convencí para que viniera conmigo a buscar bayas. Lamentablemente no encontramos muchas, pero gracias a que el kadabra se había ido, no teníamos que darle parte de nuestras provisiones, y también me di cuenta de que la ensalada que le habíamos preparado a mi padre seguía en la mesa, lo que me hizo pensar: "podríamos comerlo, aun se ve bien."

-¿Má, te acuerdas de la ensalada de mi padre? Sigue en buen estado, la podríamos comer, ¿no?- pregunté, pero ella me miro sin hacerlo, dándome a entender que no estaba ahí. Ni siquiera supe si realmente me escuchó pero me dijo que si, por lo que comí un poco dejando lo demás a mi madre, y me fui a dormir.

A la mañana siguiente, cuando me levante mi madre seguía en la cama, así que trate de no hacer ruido, y salí al patio delantero. Una vez ahí, miré el bosque, desganado. De repente, escuché un ruido proveniente de este, y yo me levante lo mas rápido que pude, pues podría ser quien mato a mi padre. Pensar en eso eso me hizo tener fuerzas para enfrentarme a lo que fuera que estuviera en el bosque. Así que me voltee hacia el sonido, listo para un combate. 

-¡Quienquiera que seas sal de ahí!- Y entonces salio un pokémon del bosque, pero solo era un pequeño litleo, uno más pequeño de lo normal si les soy sincero. Lo miré bien, y me dí cuenta que parecía asustado, yo trate de calmarme para que el litleo no pensara que realmente era una amenaza, pero antes habló él.

-Tu padre, es un Lucario, ¿cierto?- Preguntó, y yo no pude hacer más que sorprenderme. ¿Cómo sabía de mi padre? Sabía que era bastante conocido, pero a ese litleo nunca lo haba visto.

-Bueno, si tu padre es un Lucario... eh... lo atraparon, ya que intentó ayudarme cuando un humano me atacaba. Parecía que todo iba bien, hasta que el humano lanzó una especie de bola. El la desvió, pero al hacerlo,esta hizo un rayo, ¡shruuum! Y el quedo dentro de la bola.- Explicó el leoncito, yo no cabía en mi emoción. ¡Simplemente no podía creerlo! Mi padre, ¡estaba vivo! Vivo, ¿pero dónde? Me di cuenta que Litleo me estaba mirando con curiosidad, y también que no sería educado dejarlo así, sin responderle o decirle algo más.

-¡Gracias! ¡En serio muchas gracias!- Entonces me di cuenta de que algo no cuadraba.- ¿Hace cuánto fue eso?- Pregunte, Para confirmar la identidad del lucario que lo protegió.

- Hace dos dias, ¿por? - Cuando respondió, sonreí por lo que este me miro con curiosidad, y luego miro hacia la casa. Al ver esta retrocedió, asustado. Curioso, me voltee a ver hacia la casa donde vi a mi madre en el umbral de la puerta, llorando. Entonces supuse que Litleo no se había dado cuenta de que ella había estado ahí, cosa que es probablemente lo que paso, ya que ni yo me di cuenta de su llegada.

-Tranquilo cariño.- Dijo dulcemente, pero no entendí si le hablaba Litleo o a mi. -Estuvo bien que vinieras a decirnos lo que pasó, ¿Quieres unas bayas?- Litleo asintió agradecido y siguió a mi madre dentro de la casa, al menos en cuanto se le paso el susto. Mientras tanto, yo trataba de entender lo que había ocurrido. ¿Por qué mi madre no se había alegrado como yo esperaba? Al saber que mi padre estaba vivo, ¡había llorado!  Ademas... ¿Que era la bola que había mencionado Litleo? ¿Cómo había entrado mi padre en eso? Y, ¿donde estaba él?

Mientras yo estaba sumido en mis pensamientos mi madre salio de la casa acompañada por Litleo. Me fijé en que el segundo llevaba un paquete de bayas en la espalda. Iban conversando, pero Litleo se despidió en lo que yo me acercaba.  Rápidamente se fue, y entonces mi madre me sonrió tristemente, y soltó un suspiro, igual de triste que antes.

- Lerian, tengo algunas cosas que explicarte, pero primero empaquemos, tenemos que ir donde Pangoro, tu abuelo.- Yo sonreí ante la expectativa, ¡Vamos con el abuelo!

Editado 09/04-10/04/18

La Regeneración en la Isla PokémonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora