El Hospital Central de Sailemd

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  Ojala alguna vez volviera a ver la casa. 

Dicen que Xerneas puede leer los pensamientos, al igual que un lucario escucha el aura de los demás. Pero, aún así, no creo que hubiera hecho una parada antes de llevarme aquí.

Aquí... Sailemd. La isla pokémon, una Atlantida para los humanos.

Mi llegada fue bastante particular, ya que generalmente los legendarios no esperaban hasta el último segundo para actuar, o al menos eso me dijeron. Pero por lo que Arceus me contó poco tiempo después de haber llegado, había estado despatarrado en el lomo de Xerneas todo el viaje desde Kalos.

Mi primer destino una vez llegado a la isla, fue el hospital de Sailemd, donde estuve durante un par de días. En cuanto me desperté y abrí los ojos, me deslumbró la iluminación blanca que venía de una... Lampara, como me habrán dicho más tarde. Tampoco ayudaba que el cuarto fuera completamente blanco, ni que la cama hiciera parte del monotonismo.

Mi primer pensamiento fue: "¿Estoy muerto?" Pero me golpeé levemente el brazo, y supuse que no era así, además, tenía entendido que después de la muerte, uno dejaba su cuerpo atrás. Entonces, mi mente paso a una segunda conclusión, que hizo que me irguiera rápidamente en la cama. ¡¿Acaso me habrían atrapado los capturadores?! Estuve mirando a mi alrededor durante unos momentos, intentando encontrar una manera de distinguir si sí estaba en una atrapadora o no.

Entonces, otro pokémon entró a mi habitación, sacándome de mis pensamientos funestos. 

- ¡Ya despertaste! Por lo visto estas bien, así que llamare a Xerneas para que te presente el lugar, y de paso, ¡bienvenido a Sailemd!- Dijo la pokémon una chansey. Entonces pensé  "¿Salem? ¿De qué estará hablando?"

- ¿Que paso, estoy muerto?- la Chansey se rió, negó con la cabeza y miró hacia una cosa que había en la pared.

- No estas muerto, pequeño Riolu, estas en mejores condiciones que muchos de los que están aquí en el hospital.- Dijo Chansey afablemente, con una sonrisa, antes de tomar unas notas en una tabla que sostenía. Luego me miró por unos momentos.

-¿Cómo te sientes, Riolu?- Me pregunto con su tono jovial. Me quede en silencio, intentando darle un nombre a como me sentía, después de lo del Hawlucha...

- Me siento... Cansado. - Respondí después de unos momentos. Chansey me miró con una mirada triste, aunque tenia una sonrisa en la cara.

- Es comprensible, ya que aparentemente no comiste bien e hiciste un esfuerzo muy grande, según el reporte.- Entonces señalo la tabla que todavía sostenía, como si entendiera que era un reporte.

- Entonces... ¿Que hago aquí?- Pregunté. Chansey anotó algo más en el reporte, y tras decirme que esperara un momento, salió de la habitación.

¿Acaso había una razón por la que estaba aquí? ¿O realmente me había muerto y esto era una suerte de paraíso? Esas y otras preguntas me pasaron por la mente, pero no podía pensar en una respuesta para ninguna. Entonces pensé en Frogadier/Gren, y en el nombre que me había dicho, Lesh. De nuevo me acordé de mi padre, y Lerian. Aparentemente, esa y era otra historia. Si tan solo pudiera volver a mi casa, a salvo... Entonces otro pokémon entró por la puerta que Chansey había dejado abierta.

Ya había oído de ese pokémon antes, pues todos en Kalos conocían su leyenda. El Gran Sawsbuck, lo llaman algunos, por su cornamenta dorada con fragmentos de cristales de todos sus colores. Su pelaje de casi todo su cuerpo era negro, y sus patas parecían sostenerse en un filo dorado, como su cresta. Pero su cuello y su cara eran de otro color, un azul profundo. Sus ojos eran aún más oscuros que el resto de su cara, algo que hizo que solo pudiera verlo a sus ojos.

La Regeneración en la Isla PokémonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora