— ¿En dónde estabas? — pregunto Mario.
— Salí con Juanpa, y antes de que te atrevas a decirme algo, tú saliste sin avisarme, así que — me encogí de hombros.
— Ese es mi problema, soy más grande que tú, tú eres una inmadura. Aquí yo estoy al mando.
— Mario, solo tienes dos años más que yo, por favor. Deberías de dejar de tratar de cuidarme como mamá. Se supone que estoy aquí porque ella confía en mí — respire profundo. Mario trato de hablar pero lo corté — dejé a mamá porqué me sentía sola, me faltaba mi hermano divertido. Pero quizá hubiese sido mejor quedarme allá —
Mire a mi hermano por última vez y subí a mi habitación.
Después de unos minutos alguien tocó la puerta de mi habitación.
— ¿Puedo pasar? — pregunto Juanpa del otro lado.
— Claro — sonreí.
— lamento causarte un problema con tú hermano — murmuró.
— No, no importa, así es él. Realmente estaba un poco cansada de su sobreprotección.
— Así es, eres su hermana, no quiere perderte tan fácil — suspiró.
— Supongo — me encogí de hombros.
— Está bien, buenas noches, me voy — habló parándose de su lugar.
— Buenas noches, Juanpa.
Este sonrió y abandono mi habitación.