Capitulo 2 | Seth

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6 de Mayo de 2017

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6 de Mayo de 2017

—Papá, no puedo entender que Seth prefiera ir a la universidad antes de trabajar contigo—Marco comienza su show como un pequeño niño.

—Siempre fue el más inteligente de los tres. Marco, ¿Acaso tu diminuto cerebro podría ir a la universidad?—habla Demon con su áspera voz mientras arroja un repasador sobre la cabeza del rubio y las risas explotan—Suerte en tu primer día hermanito, estoy orgulloso de ti—continúa mientras me abraza y da un raspón en la cabeza en el que también se suma Marco.

La vida me regaló dos hermanos, si bien no compartimos la misma sangre, compartimos el mismo sufrimiento. Soy el menor de los tres, criados en las frías calles de Mercy, fui entregado de estas desde que tengo uso de la razón, mis recuerdos siempre me llevan a un solo lugar, la casa abandonada del baldío perdido liderada por "Padilla", el hombre capaz de hacer sufrir cruelmente a niños sin tener una mínima pizca de compasión.

*Flashback*

El rostro de Sigi pidiendo piedad mientras su diminuto y frágil cuerpo se revuelca en el suelo de dolor; vencida a causa de los golpes proporcionados por su cinto, esa hebilla con forma de serpiente que tanto miedo nos causa, se encuentra manchada de su sangre.

*Flashback*

Primer día de facultad, los nervios y las ansias se mezclan en mis venas haciéndome sentir impaciente. Me gusta la idea de tener un propósito de vida, perseguir un sueño en este mundo que tanto me quitó. Demostrar de una maldita vez que todos los golpes que proporcionó sobre mí no fueron suficientes.

Tomo mi mochila junto con las llaves de mi automóvil, saludo a papá con un abrazo que demuestra mi más sentido agradecimiento, golpeo a Marco y a Demon para luego comenzar a correr antes de que me atrapen, siempre fui el más rápido de los tres, esta secuencia me trae a la mente los recuerdos de esos días que corríamos a toda velocidad hacia la panadería en busca de las sobras más ricas que quedaban de la noche anterior.

—Estudie futuro abogado, Napolitano.—el grito de papá me pone orgulloso, el apellido Napolitano me agrada, me hace perteneciente de una familia, la cual esta es.

Mi nombre es Seth, o al menos eso creo, una de las ventajas de crecer en la calle es que puedes escoger el nombre que desees sin esperar a que un padre, madre o tutor lo haga por ti. Siempre me persigue la curiosidad y me pregunto cuál será mi verdadero nombre, si mis padres estarán muertos, si me abandonaron, O quizás me secuestraron y me alejaron de ellos. No saber quién soy, no saber de quién es la sangre que corre por mis venas, no saber si hay una familia llorando mi ausencia es mi mayor dilema y muchas noches logra ahuyentar mi sueño.

Emprendo el camino hacia la universidad; en el trayecto voy observando las calles que alguna vez caminé con mucho frío y hambre intentando vender las agujas que Padilla nos daba, al final de cada día la plata recolectada iba para sus sucios bolsillos sin acordarse de que quienes hacíamos el trabajo éramos nosotros y no él. Cada vez que recuerdo esa época que parece tan lejana pero que siempre está presente, me invaden pensamientos e imágenes de Sigy.

Lanzo un suspiro al aire.

《Hermanita mía, algún día lo encontraré y lo haré pagar por todo ese sufrimiento que nos causó》

Después de la muerte de Sigi a manos del maldito de Padilla, con tan solo ocho años me escapé de sus garras quedando solo a mi cuidado de las calles de la ciudad; luego conocí a Marco y a Demon que me brindaron su compañía y protección, después de pasar tres años con ellos deambulando las calles, Napolitano fue nuestro ángel apareciendo para defendernos de gente que nos quería hacer daño, este no dudó y nos adoptó para hacerse cargo de nosotros.

Me quedo parado en frente de la gran estructura qué desde hoy va a ser mi segunda casa. Los estudiantes, la mayoría, se encuentran en grupos ingresando al establecimiento, es una ciudad chica y por lo tanto todos conocen a Napolitano, saben que anda en cosas turbias. Me ven como si fuera él en persona por eso las miradas curiosas y disimuladas se posan en mí.

Voy ingresando a pasos lentos al establecimiento, observando el verde césped que decora su alrededor, siento la mirada y el cuchicheo de todas las personas que me alcanzan a reconocer, “Seguro viene a estudiar abogacía para lavar los trapos sucios de Vicenzo Napolitano", ninguna puede mantener su mirada sobre mí.

— ¡Catalina espérame!—una chica le grita a otra mientras pasa a toda velocidad frente a mí haciendo que me detenga y contemple la dirección por la que se han ido.

"Catalina", susurra mi subconsciente.

Cada vez que pienso en esa noche, la cabeza comienza a dolerme; no puedo recordar nada, solo tengo esos recuerdos aislados, jalé el gatillo, mi arma se disparó pero no puedo recordar si yo le impacte, "asesino".


*Flashback*

Un revolver sobre mis manos, la Sra. Catalina clavando su mirada en mí; jalo el gatillo y dos impactos de balas se mezclan en el aire haciendo que mí cuerpo y todas las paredes se muevan por el estruendo.

*Flashback*


Mis hermanos tampoco recuerdan nada nítido de esa noche, se culpan al igual que yo, pero su frialdad los deja vivir con esto, ese es su trabajo con papá, los hizo así, o quizás la vida ayudó con una niñez caótica.

Pude averiguar que la mujer se llamaba Catalina, era mujer de Vicenzo y nosotros la asesinamos. Corro hacia el baño sin importar las miradas curiosas que se me quedan mirando, la desesperación se mezcla con el dolor de cabeza y lo acentúa aún más provocando que mi cuerpo se tense y comience a divagar por lugares que sé que no son seguros.

Entro empujando con fuerza la puerta, los estudiantes que se encuentran dentro quedan petrificados, clavo mi mirada en ellos tanto que algunos consiguen asustarse e inmediatamente abandonan el lugar. Mojo con abundante agua mi rostro y me quedo mirando el reflejo en el espejo, mis manos se cierran formando puños y golpeo la mesada mientras mil preguntas revolotean por mi cabeza sin dar tregua.

¿Quién mierda soy? ¿Quién soy realmente?

¿Quién mierda soy? ¿Quién soy realmente?

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