Otro día de clase, otra mañana en el que el maldito despertador me despertaba con sus pitidos interminables. Pero ese día tenía algo especial. Los sonidos de la alarma me molestaban más de lo normal, empeoraban la resaca que tenía. Conseguí sacar mi brazo del raro agarre que tenía alrededor de mi cuerpo y conseguí callarlo. Las persianas se abrieron ya que las tenía programadas para esa hora, así no me dormía. Intenté girarme sin mucho éxito, ¿estaba atada a algo? Conseguí girar tan solo la cabeza para encontrarme a una cabeza de pelo negro descansando a mi lado. MIERDA. Piensa ____, piensa ¿quién puede ser? Ayer fui a trabajar y después Max vino a recogerme para ir a una fiesta... No, no, no... dime que el que está a mi lado no es Max, por favor que no sea él! Dejé mis plegarias a un lado y quité el brazo con brusquedad haciendo que el que estaba a mi lado despertase.
– _____, ¿pero qué mierda? ¿por qué me despiertas así?- Gritó Scott, mi mejor amigo. Nada más oír su voz me lancé encima de él a abrazarlo.
– Gracias, gracias, gracias! Pensé que eras Max, dios he estado a punto de morir.- Murmuré.
– No, es que a estado a punto de morir he sido yo, ¿pero cómo se te ocurre despertarme así pedazo de loca?- dijo ya riendo.
– Lo siento amor, no sabía que eras tú.- Dije sin dejar de abrazarlo.- Me voy a la ducha que si no vamos a llegar tarde.
– Claro, despiértame cuando salgas de la ducha y me toque a mí entrar, estoy cansado.
– Bien dormilon, lo que quieras.- Dije entrando al baño. Me miré en el espejo, estaba en ropa interior, mi pelo olía fatal y mi cara... mejor no doy detalles de ella.
Después de un buen rato debajo del chorro caliente, salí envuelta en una toalla y desperté a Scott que dormía plácidamente. Me quedé mirando como entraba al baño, no tenía pinta de tener resaca, ya le preguntaría luego que había sido de la noche, que por muy raro que pareciera, no recordaba nada. Me metí en mi vestidor y fui a lo simple, unos leggins negros, camiseta ancha de tirantes gris con unas letras, botas granates Dr. Martens y una chamarra vaquera. Salí de ahí para encontrarme a Scott desnudo encontrando su ropa.
– Podrías haber hecho eso con la toalla ¿no crees?- Pregunté irónica pero con humor.
– Ya bueno, pero así no podrías disfrutar de esta vista.- Dijo señalándose.- Al fin y al cabo, lo he hecho por ti!
– Estoy segura...- Dije entrando al baño mientras reía bajo, por la resaca y todo eso, ya lo sabéis.
Después de maquillarme mínimamente y ponerme una bandana negra en el pelo para poder aparentar normalidad con esta, salí para coger unos pocos accesorios, mi mochila y Scott. Bajamos a la cocina a por un poco de café y salimos de casa.
– Bien, empieza.- Dije mientras entrábamos en mi coche.
– ¿Con lo de ayer? ¿no te acuerdas?- Negué con la cabeza.- Pues si que ibas mal...- Lo fulminé con la mirada.- De acuerdo.- Dijo poniendo los brazos en alto, en señal de paz.- Max Smith me llamó hacia las 2 de la madrugada diciendo que estabas borracha como una cuba y que estabas muy cansada pero que él no podía llevarte a casa porque había bebido. Por cierto, eso es la cosa más rara que he oído en mi vida, él siempre conduce borracho, enserio siempre, pero bueno dijo que no quería que te pasase nada. Cuando llegué al sitio que me dijo, bueno eso era un caos. Estabas con unos chicos que no había visto en mi vida, pero también estaba Max, estaba muy majo contigo, como si os conocieseis... ¿Algo que contar sobre eso?
– Acaba la historia y luego hablo yo.
– Como quieras. Bueno pues cogí tu bolso, Max te cogió a ti porque no te mantenías en pie y nos metimos en un taxi. Enserio, ¿te traes algo con Max? Estaba increíblemente majo contigo, incluso se me olvidó por un momento lo hijo de puta que suele ser con las mujeres, era como un amigo, cuidando de ti... No sé era raro.- Lo miré mal.- Bueno pues llegamos a tu casa, te quité la ropa, te metí en la cama y me obligaste a quedarme a dormir contigo.
– ¿Eso es todo?
– Si. Pero ahora, ¿qué es lo que ocurre con Max?
– Nada, solo somos conocidos. Y ahora me tienes que perdonar pero tengo clase de historia.- Dije saliendo corriendo del coche y entrando en clase. Me senté en mi sitio, saqué una botella de agua (por la resaca) y unas aspirinas (por la misma razón que el agua). Me tomé un par de pastillas, saqué el libro de historia y me recosté en la mesa para descansar un poco. Al poco tiempo escuché un gran estruendo que hizo querer pegarme un tiro. Di un salto sobresaltada para ver como Max se reía mientras que agarraba su cabeza. Bien otro con resaca. Había una pila de libros, que seguramente no eran ni suyas, en su mesa, por lo que supuse que fue él el del ruido.
– ¿Pero tu eres idiota o algo parecido?- Dije queriendo gritar pero casi susurrando por la resaca.
– Tenias que verte la cara que llevas.- Dijo mientras que seguía riendo, haciendo que toda la clase nos mirase, porque como había dicho anteriormente, su risa no era algo que se oía con normalidad.
– Ya bueno, si tú no tuvieras la misma cara de demacrada que yo, tú podría haber tenido gracia y todo.- Dije enfadada. Su cara cambió a una de seriedad, haciendo que fuese yo la que reía.
Con Max las clases pasaron increíblemente rápidas, ni siquiera me dí cuenta de que ya había acabado el día. En realidad me gustaría que aquel día nunca acabase, ¿la razón? Tenía que ir a trabajar y por mucho que eso fuera lo que más me gustaba de mi vida en realidad, hoy también estarían los chicos ya que tenían entrevista por la noche. Después de despedirme de Max y de todos mis amigos, a los cuales les tuve que dar una explicación que duró todo el recreo de por qué me llevaba bien con Max Smith el chico malo.
Aparqué a unos 20 minutos de las oficinas, necesitaba despejarme un poco y comer algo, ya que el horario de la escuela era un tanto rara y salíamos a las 14:00, justo a la hora de comer, pero para un sábado. Me metí en una tienda que me encantaba, era una de frutas y cosas ecológicas de esas que mi madre tanto amaba. Pedí un batido de mango, arándanos y fresa, pagué y salí de ahí en dirección al trabajo. No sabía lo que iba a decirles a los chicos, ni siquiera si les iba a decir algo. ¿Y si estaban enfadados conmigo por cómo les hablé? Pero era yo la que debería de estar enfadada ¿no? Por miedo a eso no había encendido el móvil en todo el día. Me armé de valor, lo saqué de la mochila y lo encendí. Unas cuantas llamadas perdidas y mensajes empezaron a llegar al móvil y como no, todas eran de los chicos. Abrí una de Harry primero, “____ por favor, contesta a alguna llamada o mensaje o algo, ¿estás bien? H.” Seguí abriendo más mensajes, “Lo siento mucho, tenías razón en lo de no juzgarlo. Llama a alguno, nos tienes preocupados. Liam.” “¿Estas bien? ¿Te a pasado algo? ¿Por qué no contestas? Necesito que me digas si todo va bien! N.” “¿Donde mierda estas? Lo siento, pero necesitamos saber que estas bien... Llamame. Z”. Había leído un mensaje de cada chico, pero ninguna de Louis. Viajé por mi bandeja de entrada pero no había ninguna suya, tampoco llamadas. ¿Tan poco le importaba? Me metí en mis redes sociales antes de que empezase a llorar en medio de la calle, porque estaba segura de que lo haría si seguía con lo de Louis. En unas cuantas menciones (por no decir en todas), me preguntaban si estaba saliendo con Louis así que elegí a una cualquiera y le contesté “@directioner4ever no estoy saliendo con Louis, yo solamente trabajo para ellos. Me llevo muy bien con todos, no hay nada especial entre él y yo.” ¿Si me dolió escribir eso? Pues claro que sí, pero eso era lo que Louis quería ¿verdad? Pues eso sería lo que tendría.