Mi nombre es Camila Lozoya y vivo con mi mama y mi hermano pequeño. Aunque los amo, una chica necesita su tiempo a solas, y en una casa tan pequeña como la mía, la única manera de lograr eso es saliendo de la casa. Mi lugar de escapatoria es una pequeña cafetería que se llama "la Esquinita" a unas calles de mi casa. Suelo ir ahí casi todos los días, a veces para hacer tarea u otras veces solo para disfrutar una taza caliente de café bien cargado.
Considero a los empleados de la Esquinita mi segunda familia, ya que todos me conocen y yo conozco a todos ellos.
La verdad es que me gusta pasar tiempo a solas, y cuando una persona interrumpe mi hermosa soledad, puedo parecer un poco ruda o cortante. No es mi intención, lo juro.
Por esta misma razón, la cosa que mas odio es que un chico se acerque a "platicar" o a "conocerme mejor" porque yo se que los hombres no son nada mas que un desperdicio de tiempo, de lagrimas, y de dinero que no tengo. Por eso me abstengo de conversar con alguna de esas criaturas extrañas del sexo opuesto y también por eso la mayoría de las otras chicas de mi instituto me consideran una mojigata.
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Era una tarde hermosa y como siempre, lo primero que hice fue buscar mi mesa habitual. No hay nada mas preciado en esta vida para mi que mi familia y esa mesa con una silla y una sombrilla en la pequeña terraza de La Esquinita. Por eso podrán entender mi sorpresa y enfado al descubrir que un ignorante chico estaba sentado en MI lugar.
-Disculpa- le dije con una voz muy, pero muy dulce-. Creo que estas sentado en mi lugar.- le sonreí falsamente.
-Oh, acaso son asientos asignados?- dijo con un tono que me pareció burlón y rudo.
-Por supuesto que no.-le conteste, mi tono ahora se parecía a el de el.-Bueno, no para todos. Pero este es mi lugar, así que te agradecería si te pudieras mover de aquí.
-Calmada, calmada. Ya me voy, solo estoy esperando que el gerente me hable.-me dijo mientras una media sonrisa un poco chueca se le formaba en su cara prepotente.
-Emilio?- pregunte.- Que te hable?
-Ese mero. -me contesto.- Voy a aplicar para un trabajo de "honorable señor que le trae comida a la gente".
De mesero?-le cuestione confundida.
Prefiero el termino de "señor que le trae comida a la gente."-volvió a sonreír.
Ahora yo sonreí y una tonta risa se me salio. Entonces recordé que seguía sentado en mi lugar y la sonrisa desapareció de mi cara.
-Eso quiere decir que si te aceptan, seras mesero aquí? en La Esquinita?- pregunte, temiendo la respuesta mas obvia.
Su cara reflejo un gesto de disgusto y yo trataba de recordar si había hecho algo mal. Entonces recordé.
-Perdón.- Me corregí- Eso quiere decir que seras "El señor Que Le Traiga Comida A La Gente" en La Esquinita?
El sonrió.
-Prácticamente . -Volvió a mostrar su cara de prepotencia y su media sonrisa.
-Entonces no te conviene caerme mal.
-Ah, si? Por que? - yo sabia que toda esta situación le estaba divirtiendo y me enfade.
-Porque yo vengo aquí todos los días y odiaría que mi mesero, si, MESERO, fuera alguien que me cae mal. Digo mesero porque tu termino es horrible y todo mundo sabe que solo eres un insignificante chico al que le avergüenza que la gente sepa que es un mesero.
Su cara me lo dijo todo. Me había pasado. Estaba sorprendida conmigo misma y un poco avergonzada.
-Toda tuya-. se paro y dejo mi mesa.
-Espera, no lo quería decir así, salio todo mal.- le agarre el brazo para que me escuchara.
-La mesa es toda tuya, "princesa".- Dijo con un tono que me pareció triste con un poco de reproche y humillación combinados.
Y entonces salio de La Esquinita, dejándome con un sentimiento de culpa y arrepentimiento. Entonces recordé que mi mesa ya estaba vacía, pero no quería quedarme ahora. Ahora lo único que quería hacer era encontrarlo y pedirle disculpas.
Me fije si adentro se encontraba, pero no lo encontré. Entonces salí y recorrí las calles que rodeaban La Esquinita porque deduje que por la ropa que llevaba y sobre todo sus tenis, que no había manera de que pudiera ser dueño de un carro y que a fuerzas tenia que haber salido de ahí caminando.
Paso aproximadamente media hora hasta que me rendí y decidí volver a casa.
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Llegue a mi casa y abrí y cerré la puerta silenciosamente porque sabia que mi cara reflejaba todo lo que había pasado hace rato y quería evitar a toda costa el interrogatorio de mi madre.
Mi madre es un poco.... como lo pondré suavemente?, entrometida. Creo que una parte de ella vive de los chismes y el revuelto adolescente. Que lastima que le toco una hija a la que todo eso le resulta una perdida de tiempo.
Cuando llegue a mi cuarto, brinque a mi cama y me puse boca arriba a pensar en todo lo que había ocurrido.
Mi cabeza estaba dando demasiadas vueltas; estaba llena de remordimiento y me fui diciendo poco a poco que ese chico había sobre reaccionado. La verdad es que no era para tanto y el se había hecho el dolido. Pero al mismo tiempo que estos pensamientos se arrastraban por mi mente, se me venia la imagen de sus ojos, de la tristeza y el dolor que sus ojos reflejaban. Seguramente le había dado en un nervio.
Ese chico era lindo. Sus ojos azules y cabello castaño me recordaban a un chico que conocí hace mucho tiempo. Aunque su ropa se veía un poco gastada, se notaba que nunca había tenido que trabajar, y su forma de hablar y actuar reflejaban que esta era su primera entrevista de trabajo. Obviamente era mas grande que yo, pero no por mucho. Unos tres años diría yo. No cabe duda que ese chico era atractivo y por encima estaba muy fuerte. Como lo se? cuando le toque el brazo para detenerlo y hacer que me escuchara, sentí su fuerza de brazo, o mejor puesto, sus bíceps. Seria una lastima que no pudiera volverlo a ver. Ni siquiera sabia su nombre, y una parte muy adentro de mi, ansiaba saber cual era.
Probablemente vería a ese chico todos los días, y tenia que sacar esos pensamientos de mi mente. Lo peor que podría pasarme era enamorarme de un chico. Reí solamente con el pensamiento de esta idea.
Yo? Enamorada?
JAJAJAJAJAJA,
Imposible.
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Tiempo
Teen FictionA ella le encanta ir a comer a su cafetería favorita, y a el le encanta servirle sus platillos favoritos. Un mesero perdidamente enamorado de una chica que parece ser, lo odia, y una chica, perdidamente enamorada de la lectura y la comida que piensa...