6. Beso de amor.

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Iwaizumi vio embelesado a Kuroo retirarle el abrigo con cuidado a Oikawa, este tenía un bonito atuendo de la época victoriana, uno que se ceñía a su delgado cuerpo. El castaño miraba el lugar con una expresión de timidez y miedo, aquel que fue levemente disipado cuando sus miradas se conectaron y el castaño le mostró una de sus más deslumbrantes sonrisas; sin embargo, aquel lapso de tiempo pareció detenerse cuando Tetsurou le ofreció, al delgado cuerpo, su brazo para bajar las empinadas escaleras. Cada paso que Tooru daba era con duda, pero su mirada nunca se despegó de la figura del guapo pelinegro que se encontraba con su pareja al final de los escalones. Una vez que ambas parejas pudieron encontrarse, Iwaizumi procedió, con nerviosismo, ante la mirada escrutadora de Kenma a presentarlos.

"Estoy sorprendido de verte aquí." Fue el único comentario que salió de sus labios en cuanto esos dos se acercaron.

"Iwa-chan, qué sorpresa, dijiste que no podías bailar ¿Qué sucede?" El pelinegro titubeó antes de responder, hipnotizado ante los enormes ojos marrones que lo observaban con detenimiento.

"Dije que no quería, que no podía, nunca." Pronunció como quien no quiere la cosa antes de dirigirle una mirada fugaz a su acompañante.

Un carraspeo salió de los labios de Tetsurou ante la tensión del momento y Oikawa se dio cuenta de su error.

"Oh, este es Kuroo Tetsuro, él es... Él es mi príncipe." Intentó convencerse a sí mismo mientras decía aquellas palabras, realmente estaba deseando sentirlo tal como unos días atrás cuando recién había conocido a Hajime.

"Y este es Kozume Kenma, él es... Es mi..." El enredo de palabras en el que se había metido Iwaizumi hacía que no encontrara las palabras correctas para presentar a Kenma. O simplemente era que no quería decirlo frente a Oikawa.

"Su novio." Tan simple como eso fue lo que salió de los labios del más bajo, sin inmutarse ni un poco ante la presencia de los dos extraños frente a él. El rubio no era bueno con los desconocidos, si estaba siendo hostil no era porque realmente lo sintiera, sino porque había situaciones que incluso su pequeña pareja no podía manejar. A diferencia de él, quien siendo abogado, había aprendido a lidiar con todo tipo de gente contra su propia voluntad. Además de la paciencia que había ganado en los años de experiencia criando a su pequeño Hinata.

"Y este precioso, chico, es Tooru... El amor de mi vida, el dueño de mi corazón." El aclamado príncipe tomó las suaves manos del ojimarrón mientras lo miraba con adoración. Y Oikawa miraba avergonzado a Iwaizumi.

Kenma hizo un sonido de sorpresa en cuanto escuchó aquella frase salir de los labios del más alto pelinegro y este se preguntó en voz alta si pasaba algo malo.

"La manera en que dijiste que era el amor de tu vida, sin titubeos ni ironía ¿Eres del mundo real?" Una de sus cejas se alzó mientras pronunciaba aquello. No quería ser muy intrusivo, pero incluso para alguien como Kenma, se le hacía intenso escuchar a alguien decir ese tipo de cosas.

"Muchas gracias." Fue lo único que atinó a decir Kuroo manteniendo su resplandeciente sonrisa en el rostro. No había sido un cumplido, pensó el rubio.

Pero antes de que pudieran seguir con aquella tensa conversación, el anfitrión de la noche había comenzado su discurso, invitando a los asistentes de aquella fiesta temática a bailar la danza del rey y la reina con alguien distinto.

El primero en actuar fue el príncipe, quien invitó al pequeño rubio a danzar con él. Kenma retrocedió un poco, reacio a aceptar su invitación, por lo que le dirigió una mirada extrañada a Iwaizumi quien solo asintió. Kozume suspiró y no le quedó otra más que aceptar la invitación.

IwaOi Week 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora