Eran las cinco de la mañana y un cansado Iwaizumi entraba al departamento que compartía con el llamativo castaño. Se quitó los negros zapatos de vestir en el recibidor y dejó los files llenos de papeles sobre la pequeña mesa de la sala y, una vez que tuvo las manos libres, lo primero que hizo fue aflojarse la corbata azul marino que la sentía apretar cada vez más contra su cuello para finalmente deshacerse de ella tirándola por algún lado del sillón, el negro saco de fino satín que hacía juego con sus pantalones y zapatos, corrió el mismo destino; así hasta quedar solo en bóxers y poder liberarse de su formal disfraz de abogado. Aún con el abrumante calor que estaba azotando a Japón durante el verano, su profesión lo obligaba a vestir de aquella manera tan elegante; sobre todo ahora que formaba parte del staff de un importantísimo buffet de abogados en Tokio.
Un suspiro salió de sus labios y sus manos frotaron su acabado rostro en un intento de que el sueño no le venciera. Si no fuera porque su esposo era un maniático de la moda, no tendría que usar esos trajes tan elaborados y caros, pero Oikawa era la persona más complicada y, a la vez, más simple que le había tocado la fortuna de conocer. El ojimarrón, a diferencia de él, sí había decidido continuar con su carrera deportiva y, a puertas de un importante torneo, se la pasaba con el equipo nacional casi todo el día entre regímenes estrictos de entrenamiento. Tal vez por ello, no se le hizo raro a Iwaizumi el no encontrar a su pareja revoloteando en el departamento.
En estas últimas dos semanas no habían tenido absolutamente nada de tiempo para verse, el pelinegro creía que apenas era durante las noches que podían verse, pero llegaban tan cansados que el cuerpo no les daba para imaginar el hacer algo más que acurrucarse y quedar completamente dormidos. Además de que Iwaizumi solo había logrado dormir apropiadamente por dos días. El caso que le habían asignado era bastante complicado, al ser mediático, requería de bastante cautela y la recaudación de pruebas esenciales que pudieran presentarse en las siguientes audiencias, de manera que no fueran rechazadas por el Juez y fortalecieran su posición. Quién al parecer era bastante parcial con la otra parte, aun así, Hajime no veía el caso imposible de ganar, pero sí demandante. Otro suspiro salió de su boca al recordar el gordo expediente que tendría que leer y releer. El demandante no se la ponía nada fácil.
La frustración en su rostro también se hacía presente debido a que realmente quería pasar un poco más de tiempo de calidad con su marido. Era verdad que no había sido fácil, menos con sus profesiones, sobre todo con lo necesitado de atención que era Tooru, pero con el tiempo, este había aprendido a darse cuenta de cuánto amaba el pelinegro su carrera, así que mordiéndose la lengua, Oikawa se dedicaba la mayoría del tiempo a apoyarlo; ya sea con una taza de café durante las madrugadas o cuando le llevaba el almuerzo al estudio, ya que su castaño esposo sabía bien que este caso lo tenía bastante estresado, tanto así que hasta las comidas se saltaba. Cosa que Hajime casi nunca hacía.
Iwaizumi acarició con delicadez el dorado aro que adornaba su anular. Se habían casado siendo muy jóvenes, ni siquiera había empezado su primer semestre universitario y el pelinegro ya se encontraba sobre su rodilla derecha, proponiéndole a su novio que se casara con él. Oikawa, como era de esperarse, respondió con un entusiasta 'sí' seguido de lágrimas y mocos. De todas maneras, ya habían pasado casi siete años desde que se casaron y su relación iba más que bien, incluso a pesar de mantenerse alejados tanto tiempo por el trabajo. Tal vez es parte de madurar, pensó. Durante su noviazgo, antes de la boda no habían podido verse casi nada, pues prometieron que se casarían cuando Iwaizumi culminara su primer semestre y Oikawa las pruebas para poder entrar a la selección japonesa. Aun así, ese distanciamiento había sido un gran problema. Uno que supieron arreglar, claro está.
Regresó a la realidad, debido a que su vista ardía ante las escasas horas de sueño y el estrés de tener la reputación del estudio sobre sus hombros. Estaba claro que el que le asignaran este expediente, era también una prueba. Si ganaba este caso, Iwaizumi pasaría a formar parte de la línea de abogados asociados al estudio, lo cual implicaba un salario mucho mayor y delegar responsabilidades. Es decir, no tendría que seguir matándose durante los casos, sino tal vez explotar a sus practicantes. Aunque el ojiverde dudaba tener corazón para hacerlo. Ser practicante es una mierda, más que nada cuando estabas haciendo pasantías en estudio tan grande.

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IwaOi Week 2017
FanfictionUna semanita entera de drabbles IwaOi para celebrar~ Espero la disfruten.