Capítulo 3

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     Giovanni entró por la puerta trasera, como diariamente lo hacía, directo al almacén para evitar las mirada de Sylvia. ¿Qué pensaría ella de él por lo ocurrido dos noches atrás? Duró todo el día siguiente pensando qué le podría decir para explicar su precipitado descanso. No podía llegar y decir que al tocar la había curado y él se había debilitado.

     —¡Giovanni! —escuchó llamar a Camilo desde la tienda — ¡Trae la caja que llegó hoy! Necesito colocar en el escaparate principal.

     Buscó la caja, y la llevó hasta la tienda. Su corazón se aceleró con sólo pensar que Sylvia estaba allí y sus miradas podrían cruzarse para ser muy incomodo. Bajó la mirada mientras pasaba detrás del mostrador y llevaba la caja hasta el escaparate principal donde lo esperaba Camilo.

     Dejó la caja y volvió a la seguridad del almacén. Antes de terminar de entrar escuchó que Camilo le susurraba a alguien qué estaba actuando más misterioso de lo normal. Se sentó en las escaleras sin mirar nada por más de dos segundos. Su mirada iba de un lado a otro hasta que se detuvo en Ed.

     —¿Qué te ocurre, Señor Misterioso? —dijo mientras colocaba los brazos en jarra. Giovanni negó lentamente —. Pareces nervioso... tenso. ¿Estás bajo estrés?

     —Algo así.

     —Bueno podría ayudarte con eso.

     —¿Cómo?

     Ed sonrió pícaramente. Su expresión era idéntica a la de Sylvia. Y pensar en Sylvia le hizo pensar qué si ella le habría contado a su hermano. Si fue así, estaba haciendo el ridículo en ese momento.

     Ed sacó su billete y extrajo de ella una tarjeta extendiéndosela a Giovanni. Este examinó la tarjeta por ambos lados y leyó su contenido, alzó la ceja y miró a Ed a los ojos mientras le preguntaba.

     —¿Me estás obsequiando un cupón para un masaje gratis?

     Esa noche, después de salir de su hora de trabajo fue directo a hacerse el masaje. Pensó que eso formaba parte de su experiencias normales, pero se sintió muy incomodo cuando la mujer le pidió que se desnudase y se acostara sobre una camilla con sólo una toalla cubriéndolo un poco.

     A pesar de todo, el masaje fue grandioso y se sentía cómo nuevo. Lo cuál era bueno para su nueva vida, su nuevo yo. Las experiencias de la vida eran como las estrellas... infinitas.

     Al salir del local su corazón se aceleró porque el auto rojo de Sylvia lo esperaba afuera. Él sin pensarlo dos veces se subió al auto mientras sus manos se agitaban por el nerviosismo. Ella sin decirle nada y sin mirarlo condujo.

     El trayecto más largo e incomodo. Sylvia llegó a la calle donde Giovanni vivía y condujo lentamente hasta que este le dijo que se detuviera qué había llegado. Pero antes de bajarse, Sylvia le dijo que necesitaba hablar con él. El silencio se extendió aún más. La chica inhalaba y exhalaba continuamente cada vez más rápido mientras él sólo podía mirar las infinitas estrellas del cielo.

      —Podrías decir algo para que sea mucho más sencillo —le acusó la chica.

     Giovanni se encogió de hombros y su mirada era de asombro.

     —No sé que decir.

     —Eso me funciona —dijo ella mirando hacía al frente —. El sábado por la noche ocurrió algo extraño y necesito saber qué ocurrió en realidad. No es con relación a la virginidad, es lo que ocurrió antes de desmayarte.

La Maldición del BenditoWhere stories live. Discover now