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YoonMin

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Por fin un poco de paz y tranquilidad, después de muchas horas de ruido, el departamento se ha quedado en silencio. Hoy Jin y NamJoon salieron a comprar lo necesario para que no faltará nada en el alojamiento, y a esta hora todos toman su siesta, por lo que la calma se apodero de este lugar.
Sin duda este es un paraíso para mí, solo estoy yo en mi estudio con mis cosas sin nadie que perturbe mi paz. O al menos eso creí hasta que sentí unas traviesas manos recorrer mi pecho al momento en que alguien se recargaba de manera sutil sobre mi cuerpo.

—Hyung...— Susurró aquella voz de manera cantarina —¿Porqué no juegas conmigo?—

—Ya te dije que vayas a buscar a alguien más, yo no quiero nada que tenga que ver contigo.— Sentí como giraban mi silla para poder quedar cara a cara, haciéndome recordar que él era culpable de mis más mórbidas fantasías, por lo que mi pulso comenzó a irregularse de a poco.

—Hyung~.— Susurró formando un tierno puchero en sus pomposos labios— No seas tan malo conmigo, yo sólo quiero un compañero de juegos, me aburro mucho yo solito...—

—Entonces ve a despertar a alguno de los chicos, no entiendo el porqué de tu obsesión hacía mí.— ¡Dios mío!, por el bien de mi corazón; Park, no sonrías así.

—Es porque tú eres el mejor hyung del universo.— Mencionó tratando de ser la cosita más tierna en la galaxia, consiguiéndolo enseguida.

—Eso no justifica el porqué de tu obsesión conmigo.— Dejó a un lado su faceta tierna y acercó aún más su rostro al mío, era una verdadera proeza fingir que sus tácticas de seducción no funcionaban conmigo.

—Al parecer no te has dado cuenta, ¿tengo que decirlo en voz alta?— Sonreí de lado, ¿en verdad lo confesaría?

—¿Qué cosa?— Cuestioné fingiendo demencia.

—Que me gustas mucho, YoonGi Hyung.— Su expresión era todo un poema, tenía un algo que si no conseguía alejar al menor a tiempo, podría conmigo.

—Pero yo no quiero nada contigo.—

—¿De verdad crees que me voy a tragar ese cuento?, sé que te atraigo tanto como tú a mí.— Se alejó un poco, sólo lo suficiente para que yo pudiera dejar de recargarme en la silla y encararlo de manera más íntima.

—¿Y eso que?, a mí no me van los chicos, no planeo meterme contigo así fueras el último ser vivo sobre la faz de la tierra.— Sonrió divertido antes de empezar a acariciar mi antebrazo.

—Los dos sabemos que eso es mentira...— Se acercó de a poco, deteniéndose a unos cuantos centímetros de mi oído, lo suficiente como para poder sentir su cálido aliento chocar con la piel de mi cuello, provocándome escalofríos. —Vamos hyung, juguemos un poco.—