Me dirigí temerosa hasta el despacho de Adam Tauson. Veía la puerta al final del pasillo y caminaba hacia ella como quien camina hacia su propia ejecución.
Llamé a la puerta muy ligeramente, sólo con ganas de desaparecer.
-¡¿Quién es?!- Gritó una voz enfurecida desde dentro
<<Oh genial, está enfadado, esta es la situación perfecta para hablar con él de mis tetas y de lo mucho que me gusta exhibirlas>> pensé sarcásticamente. Si quedaba alguna esperanza de salvarme, la había perdido totalmente.
Abrí la puerta ligeramente y asomé mi cabecita, sin atreverme a entrar en un despacho tan imponente.
-¿Quién coño eres?- Dijo Adam mirándome enfadado, con el teléfono en la mano
-Y-yo u-usted me hizo lla-llamar, señor-
- A sí, tráeme un café.
<<¿Y ya está?>> Pensé mientras me retiraba hacia atrás y cerraba la puerta muy despacito. El jefe estaba enfadado, eso era obvio, pero tenía pinta de ser algún asunto de trabajo ajeno a mí. ¿Será que verdaderamente ha ignorado la foto?
Me dirigí a la máquina de cafés espléndidamente feliz, confiada en que mi error no había importado en absoluto. Hice el café y volví hacia el despacho
Al volver a enfrentarme a la puerta del jefe, mis ánimos volvieron a caer. A pesar de estar a salvo por la foto, seguía siendo un hombre muy intimidante, con suficiente poder como para hacer que no volviera a ver la luz del Sol. Volví a llamar suavemente, pero con más confianza que la vez anterior.
-Adelante
-Le traigo su café, señor- Dije pasando tímidamente
-Ponlo en la mesa...- Dijo en tono cortante
-Ssí- contesté mientras dejaba el café en la enorme mesa de madera del despacho, dispuesta a salir corriendo en cuanto tuviera oportunidad.
-... y siéntate- Terminó el jefe
<<Mierda. Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda>>
Obedecí sin siquiera pensarlo, mi cuerpo cayó desplomado en la silla.
-Es bastante usual recibir insinuaciones de mis empleadas para conseguir un aumento- Comenzó Adam
-¡Esa no era mi intención en absoluto, señor Tauson!- dije repentinamente, buscando una justificación
-¿A no? ¿Y cual era entonces su intención?
-Y-y-yo... no no que-que...- Balbuceé
-Tranquila, no tema, su empleo aquí no corre peligro, señorita...- dijo mientras se acercaba más a donde yo estaba
-Russel, Gwendoline Russel- Contesté rápidamente. <<Ni siquiera sabía mi nombre...>>
-Gwen, tu empleo no corre peligro, en cambio, podríamos buscarte una nueva ocupación- Contestó sentándose en la silla a mi lado y poniendo su fuerte mano sobre mi pierna.
Me quedé atónita procesando lo que me acababa de decir. No entendía a lo que se refería hasta que empecé a notar cómo su mano subía por mi pierna, levantado mi falta a su paso.
Mi jefe, el adonis con el que había fantaseado cientos de veces mientras me masturbaba, ¿me estaba proponiendo un lío?
Él se levantó y cortó el contacto entre nosotros. Fue hasta el otro lado de la mesa y se sentó en su silla de jefazo. Yo seguía procesándolo todo. ¿Era suerte esto?¿ Llevaba días deseando sexo y ahora podía tenerlo con el hombre que siempre había soñado, y en su despacho para más morbo?
ESTÁS LEYENDO
El Jefe
Short StoryMini relato erótico Gwen lleva mucho tiempo sin sexo. Su cuerpo pide un revolcón bien intenso, y ya no sabe qué más hacer para conseguirlo. Por si no fuera bastante, cada día en el trabajo tiene que ver a su jefe. El mismo que hace que con sólo una...