04.

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Miro esos ojos que últimamente han invadido mis pensamientos, siento mi corazón latir tan fuerte que tengo miedo de que se note en mi pecho o que alguien lo pueda oír.

Con sus manos posadas en mi cintura Manuel me mira con intensidad. Quisiera saber sus pensamientos en este momento pero me es difícil siquiera imaginarme qué piensa con esa mirada seria que tanto lo caracteriza.

-Casate conmigo. -Esas simples palabras salen de sus labios y yo siento que me caeré en cualquier momento.

Las palabras no me salen, fuerzo mis cuerdas vocales pero nada sale de mi garganta.

-Sí quiero.- por fin sale, un susurro casi inaudible que estoy segura no lo escuchó nadie más que nosotros dos.

-Corte - una palabra. Tan solo una palabra del productor me hace salir de mi propia burbuja de amor y me hace reaccionar. - Tomemos un descanso, diez minutos, Lucerito, por favor repasa tus líneas se que ha sido agotador el día pero ¡vamos! ¡Animo!

-Disculpen, por favor.

Miro a los lados y veo que todos me estaban viendo, mis mejillas se tornan rojas. Ojala que nadie halla notado lo embobada que estaba con Manuel. Que vergüenza.

Voy a mi camerino sin ver atrás.

Dios ¿qué me está pasando? Tengo que concentrarme más, no puedo estar ida siempre. Agarro el libreto y comienzo a repasar mis líneas.
Si mi madre estuviera aquí me fuera preguntado que pasó, así que agradezco que no esté, hoy no pudo venir porque tenía unos pendientes.

Tratando de concentrarme en la hoja que tengo frente a mí estoy cuando tocan a la puerta.

-Pase.  - digo distraída, debe ser el que me trae mi café.

-Hey.

Casi me caigo para atrás en el sillón al escuchar esa voz.

Es él.

Giro en mi sillón giratorio y le veo.

-Hey. - respondo un poco nerviosa.

-¿Todo bien?

Con su gesto serio de siempre sierra la puerta tras él y se queda parado a un lado de la puerta.

-Si, ya estaba a punto de salir - me pongo de pié y doy unos pasos y paro al ver que Manuel no se mueve - ¿pasa algo?

Él pasa su mano, su suave mano por mi mejilla. Mi cuerpo se estremece,  una bola invade mi cuerpo y se centra en mi estómago.

-Que hermosa eres. - murmura y yo me siento en las nubes. ¿He oído bien? ¡¿Me ha dicho que soy hermosa?! Sonrió y él también lo hace un poco, nos vamos acercando un poco y cuando está a punto de besarme se aparta de mí - creo... creo que ya nos deben estar esperando.

Se da la vuelta y se marcha. Atónita, me quedó ahí mientras la alegría se apodera de mí. ¡Me iba a besar!. Esperen, debería estar molesta, él vino a mi camerino, me sedujo y luego se fue sin más. Pero, me da igual ¡¡¡Me iba a besar!!!

Me quedo pensativa y montones de preguntas invaden mi mente. ¿Le gusto? ¿Para qué vino a mi camerino? ¿A seducirme y ya? ¿Qué pasaría por su cabeza cuando se apartó? ¿Por qué esa reacción después? Tantas preguntas  sin responder. Pero tengo que saber qué quería. A qué ha venido.

-Lucerito, ¿éstas lista? - unos golpes en la puerta me hacen volver a la realidad.

-Si, ya voy.

Salí rápidamente y comenzamos a grabar nuevamente.

Toda la tarde las miradas no faltaron entre Manuel y yo, incluso en algunas escenas se nos olvidaban nuestras líneas.

-Muy bien, esto es todo por hoy, nos vemos mañana.

Tras una larga y pesada tarde por fin nos mandan a casa a las diez de la noche. Voy a mi camerino para organizar un poco lo de mañana y a recoger mis cosas para marcharme.

Agarro mi bolso, el brillo de labios lo dejo, recogí mi saco y cuando estoy a punto de salir entra Manuel. Oh no.

-Lucerito.

Entra y sierra la puerta.

-Manuel.

Nos quedamos viendo fijamente, no aparta su mirada, yo tampoco aparto la mía. Que hable él, si vino aquí tiene que ser por algo. Hasta que después de unos segundos se decide a hablar.

-Oye, tengo que hablar contigo.

Parece nervioso.

-Adelante. - fingí desinterés viendo mis uñas como si fuera algo que mereciera toda mi atención.

-Pues... Eh... Lo que pasó hace un rato, pues...

-Manuel, hace un rato no pasó nada. - dije levantando mi cabeza, observándolo, en realidad no paso nada. Ni nos rozamos las narices, aunque no hubiera estado nada mal. - si me disculpas me tengo que retirar.

Paso por su lado pero mis pies me hacen una mala jugada con el tapete y casi me caigo si no fueran por unos brazos que rodean mi cintura y me sostienen.

Lo miro, él me mira. No aparto la mirada de sus intensos ojos y él tampoco la aparta. Mi piel arde donde se toca con su piel y siento mi respiración agitada. Mi mirada viaja de sus ojos a su nariz y luego a sus labios. Observo sus labios, sus sensuales y carnosos labios. Quiero que me bese. Quiero probar sus labios.

Quiero que me beseeee.

Sin darnos cuenta fuimos acercando nuestros cuerpos y ahora están a un suspiro de unirse del todo. Él respira con dificultad y yo también.

Si no me besa de una buena vez, lo haré yo. Pensé.

Manuel abre parcialmente sus labios y en vista de que no va a hacer nada de lo que creo, me lanzo yo.

Uno mis labios a los suyos, siento su suavidad. Muevo mis labios, Manuel después de unos segundos parece reaccionar y responde al beso.

Miles de sensaciones invaden mi cuerpo, siento una electricidad por todas mis extremidades, las maripositas en el estómago. Un suspiro sale de mi boca y Manuel aprovecha para invadir mi boca completamente y mete su lengua.
Nos besamos esta vez mas apasionadamente. No me doy cuenta que he pasado mis brazos por su cuello hasta que me encuentro jugando con su pelo. Manuel me aprieta más hacia él. Siento que mi mundo gira en torno a los dos, a ese momento no quiero que acabe nunca, no siento mis pies tocar el suelo. Nos transportamos los dos a una dimensión donde solo estamos nosotros, besándonos tan profunda y sinceramente que no notamos el tiempo pasar.

Un teléfono suena y nos apartamos rápidamente. Maldición que susto. Voy hasta donde está y contesto.

-¿Si? - digo aun respirando con dificultad.

-Niña Lucerito, la estoy esperando ¿se encuentra bien?

Es Agustín, es el chofer desde hace años y ya lo consideramos como parte de la familia. Seguramente mi madre lo envió a recogerme.

Me volteo y mirando a Manuel que está a un lado de la puerta respondo:

-Uff, claro, más que bien... - digo mordiendo mi labio. -  Ya voy Agus, estaba terminando unas cosas.

Me despido y cuelgo.

Manuel me observa con una cara que  no sabría descifrar si es vergüenza o arrepentimiento. Espero que sea la primera opción.

-Lucero, lo que pasó...

-Shh - coloco mis dedos en sus labios para que se calle y no estropeé nada - lo que pasó fue algo propicio del momento, así que con permiso, ya me tengo que ir.

Le guiño un ojo y salgo dejándolo petrificado. Una sonrisa se instala en mi cara. La verdad no sé qué me pasa con Manuel. Nunca había echo algo así, y menos en el lugar de trabajo, osea, este hombre me saca de onda. Es muy apuesto, sí, huele bien, sí, es un buen chavo, sí, pero no me pela, osea no entiendo porque me vino a buscar a mi camerino. A hacer qué. Las miles de preguntas vuelven pero la más importante ¿qué quiere de mi?

Eso es algo que no sé y que voy a descubrir. Si voy a dar un paso, lo tengo que dar firme y sobre todo, segura.

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Perdón por el retraso, voy a tratar de actualizar más seguido ;)

Una historia imposible de olvidar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora