Ser una bailarina

Cambios.

Todo iba bien. El ballet crecia y yo cada vez aprendia mas, aunque no todo estaba tan bien como creia.
Empece a tener problemas con mi profesora de arabe, yo estaba proxima a cumplir quince años y mis papas me estaban organizando una fiesta, la cual por supuesto era muy costosa. Mi profesora de arabe queria que participara de una competencia, que se realizaba a nivel regional y despues las finales en la capital del pais, desde el momento que se empezo a hablar de participar (principio de abril) yo le dije que debido a la fiesta no iba a participar por lo menos de la instancia final. Aparentemente esto le molesto porque al continuar las clases, me hizo sentir incomoda, no me daba ninguna correccion, no me integraba en las coreografias, y otras cosas mas.
Al vivir esta situacion, mis ganas de seguir yendo desaparecieron, a lo que mi mama y la directora de la academia, se alarmaron y fueron a hablar con la profesora de arabe. Mi mama se dio cuenta que no valia la pena tratar de hablar con una persona tan cerrada y ambas optamos por buscar otro lugar para que yo aprendiera arabe, aunque seguia yendo con mi profe de taller y seguia participando del ballet.
Al comenzar en este nuevo lugar fue raro. Todas las alumnas eran mayores que yo, y no me sentia muy comoda, para mi ¿suerte? Me lesione.
Entre las exigencias de los zapateos y un tiron que sufri, me diagnosticaron tendinitis aquileana.
Al principio pensamos que solo era un dolor pasajero, algo que con una tobillera y poco esfuerzo se solucionaba, pero al escuchar el diagnostico, supuse que iba a ser algo bastante mas dificil.
El dolor era insoportable, casi no podia pisar sin que me doliera, menos bailar. El medico me dijo que me pusiera hielo, y que hiciera el menor movimiento posible, por lo menos durante dos o tres semanas. Esto me sirvio para dejar de ir a esa nueva academia de arabe, pero no esperaba que fuera a ser mi pesadilla mas recurrente.