Capítulo 4

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DISCLAIMER: Los personajes que aparecen en esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi y su obra Sailor Moon, sólo los tomo prestados para crearla.

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Era la primera vez que salía a correr a pesar de vivir frente al parque. Él no era el tipo de personas que hacía ejercicios, tenía una vida muy ajetreada como para perder el tiempo en ese tipo de cosas, era lo que siempre decía, pero llevaba días viendo a esa hermosa mujer pasar frente a la ventana de su casa así que no dudó en ponerse sus tenis y salir para conocerla.

Esperó a que terminara su rutina y mientras ella hacía estiramientos en una banca dañada, él logró acercarse para hablarle. Así entablaron una amistad.

Por más de una semana la vio a diario, y a diario conversaban sobre temas triviales, hasta que un día él reunió el valor para hablar con ella e invitarla a salir, pero ese día la chica no se presentó, tampoco al día siguiente ni el próximo.

Después de varios días sin verla no pudo resistir más ya que estaba preocupado por lo que pudiera haberle pasado. No conocía la dirección exacta de su casa, pero ella le había descrito donde vivía y siempre la veía irse por un camino lateral del parque, que daba a una urbanización.

Tomó aquel camino y se alegró cuando vio la casa en la colina, tal como ella le dijo. Caminó los metros desde la salida a la calle hasta la puerta, estaba muy nervioso, tanto que no había reparado en las condiciones en las que se encontraba aquel lugar.

Inspiró profundamente y tocó a la puerta, inmediatamente esta se abrió y la chica apareció sonriente, vestida con un hermoso yukata blanco con florecillas rosas.

- Al fin has venido. Te estaba esperando. -Le dijo ella al dejarlo entrar.

Una vez adentro se dio cuenta de su error. Aquella casa no parecía estar habitada por nadie.

Arrepentido y asustado se devolvió hacia la puerta pero al tratar de abrirla por más que lo intentaba con todas sus fuerzas esta no cedía.

- ¿Ya no quieres jugar conmigo?

La que antes había sido una voz dulce y cálida se había vuelto en fría y sepulcral. Volteó a mirar y al hacerlo pudo ver como la hermosa chica que tanto le gustaba poco a poco se convertía en algo que no era de este mundo. El terror lo invadió por completo e intentó con más fuerza abrir la puerta sin resultado alguno.

- Por favor, -suplicó- déjame salir.

- Cariño... -dijo aquella cosa- tú nunca saldrás de aquí.

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Capítulo 4

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Busqué en mi gabardina las llaves de la casa, sin embargo no las encontré. Tomé la copia que escondimos dentro de un macetero en la entrada y abrí.

Chimamire no onna (La mujer sangrienta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora