Espiadas por la Profesora

840 4 0
                                    

Carmen, satisfecha con el rendimiento de su sumisa Gema, le da el gusto de poder recibir un orgasmo en la universidad en la que ambas estudian, descubriendo después de todo que no son las únicas que están en el baño…

***

El móvil de Carmen comenzó a vibrar en el bolsillo de su pantalón vaquero y la muchacha no dudó en levantarse aún estando en mitad de la clase, excusándose ante el profesor que en aquel momento estaba impartiendo. Al ser un aula bastante grande y con mucho alumnos el maestro apenas dedicó una leve mirada a Carmen, ya que aquella situación solía pasarle al menos un par de veces en cada clase.

La muchacha, una vez fuera, comenzó a caminar por el silencioso pasillo hasta detenerse ante los baños de mujeres donde entró rápidamente. La chica contó sosegadamente los retretes que había, seleccionando el segundo por la derecha, el único que tenía la puerta cerrada y el que decidió invadir.

El Ama sonrió cuando vio a su esclava Gema, totalmente desnuda y con las rodillas clavadas sobre la taza, con las piernas ligeramente separadas y pudiéndose ver perfectamente su húmedo y rosado sexo listo para la acción.

-          Pese a lo timidita que eres a veces haces cosas muy guarras por el mero hecho de poder correrte- dijo Carmen para dar un par azotes al trasero de la sumisa, uno sobre cada nalga.

-          Sí mi Ama, por favor, fólleme, se lo ruego- dijo la chica estirándose para agarrar un arnés de su mochila y entregándoselo a su Ama para volver a tomar la posición.

-          Si me lo pides así no puedo decirte que no- dijo la muchacha despreocupada comenzando a quitarse los pantalones y el tanguita que llevaba en aquella ocasión, para sentir como el arnés que Gema había seleccionado se ajustaba perfectamente a ella.

Carmen, que sabía que no debía tardar demasiado para no llamar la atención de su profesor, que la esperaba en clase, acercó el grueso arnés de 20 centímetros de color rosa intenso al sexo de Gema, siendo el consolador rápidamente tragado por la receptiva vagina de la sumisa.

La Dominante comenzó a mover sus caderas con violencia, Carmen, que estaba acostumbrada a tener al menos un par de orgasmos diarios el día anterior había decidido prescindir de ellos para estar con mayor deseo cuando follase a Gema, ya que la sumisa le había solicitado que lo hiciese con mucha fuerza.

Los jadeos de las dos muchachas se hacían más intensos a cada segundo que pasaba, siendo Gema mucho más escandalosa que su Ama, la cual controlaba los tiempos de la follada y los ajustaba a sus necesidades.

-          Por favor mi Ama, deme más duro, se lo ruego- dijo Gema elevando un poco el tono de voz, para recibir sobre su boca casi al instante las manos de Carmen.

-          No querrás que nos descubran, ¿verdad zorrita?- preguntó Carmen en un tono de voz tranquilo embistiendo con más energía sobre el sexo de su esclava mientras buscaba a tientas los pezones rosados de Gema para tirar con fuerza de ellos, provocando un quejido que a la Dominante le resultó de lo más sensual.

-          Lo siento Ama, es que esta situación me pone de lo más caliente- dijo la muchacha entre sus agitadas respiraciones.

-          Debe de serlo, perrita, debe de serlo-  dijo Carmen que había aceptado a hacerla llegar al orgasmo en los baños de la facultad a cambio de que esta renunciase a su orgasmo semanal en dos ocasiones.

-          ¿Le resulta incómodo hacerlo aquí, Ama?- preguntó la sumisa provocando la sonrisa de Carmen, era impresionante que después de 3 semanas sin correrse y con todo el deseo que sentía en aquel momento, la esclava, se preocupase por las sensaciones de su Ama. De todos modos Carmen no contestó con palabras, para que Gema conociese su opinión sobre aquella nueva experiencia comenzó a penetrarla aún con más energía.Gema tan solo tardó en correrse, de manera violenta sintiendo como sus fluidos goteaban por sus muslos, tan solo unos segundos después de que lo hiciese Carmen y que esta le diese permiso para poder acabar, soltando toda clase de gemidos y exclamaciones de alivio, con las que la Dominante estuvo casi segura de que alguien desde el pasillo podría oírlas.

Ama CarmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora