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 Y ahí estabas, tan radiante como de costumbre, tan fresco como lechuga, pero con esa sonrisa fingida con la que vas por el mundo queriendo llevar todo contigo, rompiendo corazones que estaban en recuperación, destruyendo todo aquello que pudieron conservar después de una desastrosa época. Sabiendo que nadie, absolutamente nadie podía resistirse a tu mirada seductora y tus perfectos hoyuelos clavados en tus mejillas. Sin embargo te diré una cosa, el que no pudo amar una vez en su vida esta tan perdido en este mundo como cualquier asesino en masa, por que el que tuvo la valentía de rasgar a alguien tan fuerte y no sentir ninguna culpa, así mismo puede hacerlo no magullando su corazón, sino matándolo.




Se que no soy la mejor escribiendo, pero disfruto haciéndolo. Espero que les guste. Les mando un abrazo enorme y,  ¡hasta luego!

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