Capítulo 23

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Termino de bañarme después de haber almorzado y comienzo a prepararme para la fiesta mientras estoy en ropa interior. Le dedico varias miradas de reojo al vestido que me regaló Gabriel y sonrío al pensar en su tarjeta. Después de enviarle un mensaje agradeciéndole su "no regalo", le prometí que le iba a enviar un par de fotos para que diera su veredicto, aunque él prefirió que las fotos sean sin el vestido y con la ropa interior de Hello Kitty.

Mis pensamientos se ven interrumpidos por un mensaje de Manuel, diciendo que necesita pasar un rato antes porque se olvidó su billetera. Media hora más tarde, está tocando el timbre y pidiendo que lo deje pasar. Cuando abro la puerta, lo encuento con una bolsa de regalo y una sonrisa resplandeciente. Lleva un esmoquin blanco con moño negro y demasiada colonia.

—Hola amor —dice y me da un pequeño beso en los labios—. Te traje algo porque sabía que no ibas a tener nada para ponerte —comenta entrando al departamento y entregándome la bolsa.

—¿Me compraste un vestido? —pregunto alarmada y un poco emocionada porque Manuel no me suele comprar cosas, salvo flores y el desayuno. Odio las flores.

—No, es de mi madre. Le pregunté si podía dártelo por esta noche y dijo que lo que sea para la mejor novia que tuve —dice sonriente y se sienta. Misha rodea el sillón y le gruñe cuando lo ve cómodamente en su zona de confort.

Trago la emoción y dejo pasar al disgusto pero no se lo hago notar. Agarra la billetera que dejó esta mañana sobre la mesita y me mira.

—¿Qué? —pregunto cuando lo veo inspeccionarme de pies a cabeza.

—¿No vas a cambiarte? —pregunta. Asiento—. El vestido te va a quedar genial —lo escucho decir mientras entro a la habitación.

Abro la bolsa y me encuentro con un vestido largo con brillos de color blanco y negro, tiene mangas cortas y un cierre en la espalda. Miro el vestido prestado y el vestido que me regaló Gabriel. Ambos son preciosos pero tengo que usar el de Manuel porque cómo le explico que tengo un Louis Vuitton en mi habitación cuando sabe que no gasto ni un centavo de la cuenta que me dejó mi padre y mi sueldo no es suficiente como para comprar un vestido tan costoso.

Me pongo el vestido con dificultad y me subo el cierre, protestando. Misha me ve haciendo los malabares con el cierre y se acuesta sobre la cama recién hecha. El vestido me va suelto en la cadera, por lo que tengo que hacer unas pequeñas pinzas provisorias con alfileres de gancho y salgo de la habitación con una Misha que me mira desilucionada, o tal vez sea mi imaginación... ¿Los gatos tienen expresiones faciales?

—Te ves... Fantástica —dice Manuel mirándome de pies a cabeza. Mira su reloj—. Y llegamos tarde. Estuviste más de cuarenta minutos vistiéndote. ¿Por qué las mujeres siempre se retrasan?

Mi sonrisa se desvanece porque Manuel acaba de arruinar el momento y por suerte no me siento tan mal al no usar el vestido que me regaló Gabriel, porque llevo puestos los zapatos Louis Vuitton. La yo en miniatura dice que no es gran cosa pero lo bueno es que con este vestido no voy a llamar la atención de la gente en la fiesta. Se supone que es el momento de Rosana y no quiero líos, no más de los que siempre causo en las reuniones familiares... Forzadas.

Trago un insulto para Manuel porque siempre ha sido así y no creo que en algún momento cambie. La yo en miniatura comienza a decir que estoy comparando a Manuel con Gabriel y eso no es justo, porque lo que tengo con mi jefe es sólo sexo. Sexo placentero, escandaloso y sin sentimientos. Mientras que con Manuel hay historia, tenemos un pasado hermoso. Una historia de amor, un poco común, pero llena de sentimientos. No puedo tirar esta historia por la borda cuando Gabriel ni siquiera me gusta, salvo si se trata de un acto sexual.

No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora