No hay 2 sin 3

358 13 2
                                    

El pequeño Antoine, con ya casi 1 año, creció feliz juntos a nosotros. Sí. Lúcas no se separó ni un solo segundo de nuestras vidas, a pesar de saber que yo a él no le quería tanto como a Griezmann, permaneció a mi lado, amándome como nadie, al igual que a "Mini Anto".

Lúcas se instaló en mi casa, la que compré con Grizi, a la que, de vez en cuando, acudía su hermano Théo. Sí, vivía en País Vasco, pero algunas veces venía a Madrid para... aliarse con el enemigo. (Me has entendido).

Era majo, pero siempre fue muy callado, cosa que nos sorprendió cuando descubrimos su secreto. No lo puedo decir, prometimos no hacerlo... pero probablemente lo descubrirás en muy poco tiempo. Te acordarás de mí, de Mia, cuando le veas con un traje blanco.

Griezmann llegó de Francia una mañana, tras la Eurocopa. Recuerdo que fue la situación más dura de mi vida... bueno, rectifico eso, porque mi vida es un verdadero enjambre de momentos duros. Fue un momento malo, a secas.

Llamó a la puerta y al abrir, Lúcas le recibió, con una gran sonrisa. Antoine se extrañó por un primer momento, sin saber lo que dentro le esperaba.

- ¡Cuánto tiempo, frèro! ¿Qué haces aquí?

- ¡Hombre, Grizi! Pasa, pasa.

Dentro estaba yo, sentada en el sofá, dando de comer a Antoine. Grizi al vernos sonrió como de costumbre y gritó:

- ¡Mon amour!

Pero al verme con el niño, la primera frase que se le vino a la cabeza fue:

- ¿Théo ha tenido un hijo?

- ¿Qué Théo? - dudé. ¿Tu hermano o el de Lúcas?

- Hernández. - respondió entre risas.

- No tío, mi hermano no. Pero... yo sí. - dijo Lúcas mirándome.

- ¡Loooooool, enhorabuena, frèro! ¿Quién es la mami?

- C'est lui (es ella) ... - respondió Lúcas señalándome mientras yo continuaba cuidando a Anto.

- ¿¡Cómo que C'est lui?!

- Grizi, ¿recuerdas esa foto con Erika? - le pregunté.

- Si, obvio. Y sé que te molestó. Y por eso quería pedirte perdón... Mia.

- Sí, pero espera que te cuente yo antes otra cosa...

- No, Mia, primero yo por favor. Tuve que hacerlo, me obligó mi representante. Me dijo que estaba corriendo el rumor por toda la prensa de que tenía una amante, osea tú, y me obligó a hacer eso, para calmar a los periodistas. Pero, te juro que en todos esos meses que he estado allí, esa fue la única vez que la besé. Además la he dejado.

- ¿¡Qué!? - gritamos Lúcas y yo.

- Sí... lo tenía que haber hecho hace mucho tiempo, porque yo solo te quiero a ti. Bueno a ti, y a la pequeña Mia, que ahora está con su yaya Isabelle.

- Griezmann... yo... - me corté mientras soltaba a Anto en la cuna.

- Dime.

- Después de aquella foto, me sentí muy muy muy mal. Sabes que odio el alcohol, pero aquella noche lo necesitaba. Fui a la discoteca a la que solía ir contigo, y me encontré con Lúcas. Hablamos, bailamos, bebimos, bailamos, seguimos bebiendo... y a la mañana siguiente no recordaba nada.

Griezmann se quedó mudo y Lucás comenzó a hablar para tranquilizarle.

- Frèro, siempre has sabido lo que he querido a Mia, y ese día solo quise tranquilizarla, no estaba bien, y yo era lo único que tenía. Y pasamos la noche juntos y... pues puedes imaginarte.

- ¿Os liásteis?

- Sin querer, Grizi. No tuve consciencia de lo que hacía.

- Y yo menos. - rió Lucas.

- Entonces... ¿el niño?

- Es tuyo Grizi. -le respondimos.

- ¿Cómo que mío?

- Tío, no queríamos hacer eso, y tampoco quisimos que acabara así. He reconocido al hijo como mío desde el principio, porque obviamente es mi hijo, no me he separado de ellos ni un solo minuto, les he dado lo mejor que tengo, pero quiero que sea tuyo. No me perdonaré nunca haberte hecho esto, por eso su apellido tiene que ser Griezmann y no Hernández.

- Vaya... no sé qué decir. - dijo soprendido mirando al niño con cariño.

Se dirigió hacia la cuna y cogió al pequeño en brazos. Le besó la nariz y le susurró: Mon poussin... je t'aime (Mi pollito... te quiero).

No pude evitar sonreír. Y Lúcas tampoco, quien me agarró el hombro y me abrazó. ¡Qué hubiera hecho yo sin él!

- Gracias, Lúcas.

- No hay de qué Mia, sabes que siempre voy a estar aquí. Para lo que sea.

Mientras hablábamos, Antoine andaba con su pequeño, y a la vez que le movía los brazos como si el bebé estuviera bailando, le cantaba cosas como:

"Et tu chantes, chantes, chantes ce refrain qui te plaît
Et tu tapes, tapes, tapes, c'est ta façon d'aimer!"

- ¿Le estás cantando lo que yo creo que le estás cantando? - le pregunté acercándome.

- ¡Sí! - río con cara de loco y me besó.

Echaba de menos los besos de Griezmann, capaces de curar enfermedades y de reventar sonrisas.

- ¿Por cierto, qué nombre le pusistéis? - preguntó.

- Mmm... - Lúcas y yo nos miramos con complicidad.

- Grizi, al igual que tú hiciste con tu pequeña Mia, yo tampoco te he olvidado... - le dije riendo.

- Ajá... - asintió mirando al bebé.

- No podíamos evitar llamarle Antoine.

- Oh, la, la! Mon petit poussin, Antoine.

Griezmann estaba en las nubes, caminando con un pollito sobre sus brazos, llenándole de besos y mimos.

- Frèro ahora sí que eres un verdadero gallo, con un pollito, ¿no? - rió Lúcas.

- Mmm... bueno, la señora Mia me seguirá llamando a mí "Pollito", ¿a que sí?

- Toujours, mes petits poussins. Ahora tengo dos.

Y así entre carcajadas y besos, convertimos un momento muy embarazoso en una de las mejores experiencias de nuestras vidas. Y sí, tenían razón de que "los niños vienen con un pan bajo el brazo", pues Griezmann me dedicó ese premió que me prometió ganar antes de irse: La Bota de Oro de la Eurocopa.

Llamémosla Paola (Parte 3) - Antoine GriezmannDonde viven las historias. Descúbrelo ahora