Felices los 5

252 11 6
                                    

... y si hablamos de sonrisas, la suya era la excepción, pues era capaz de hacerme sentir a mí todavía más feliz que él cuando sonreía.

Antoine, además de ser el motivo de mi vida, fue fruto de mi admiración, desde el día que le conocí en San Sebastián y me llevó a verlo entrenar. Me enseñó que la grandeza no es cuestión de tamaño, sino de actitud y sentimiento. Y en eso, siempre fue el más grande. Por eso, fue bonito llamarle de vez en cuando "ídolo" y crecer a su lado.

Desde que le vi por primera vez, debí olvidar mis ojos en alguna parte de su cuerpo, pues no dejé de mirarle ni un solo segundo.

Justo 15 años después de conocernos, ósea con 26 años, volvimos a dónde todo empezó, los dos solos: Irún.

Quisimos revivir todos esos momentos en aquellos veranos que marcaron tanto nuestras vidas. Y fue allí, en la hierba bajo la pluie d'étoiles, dónde rememoramos uno de los mejores.
Estábamos sentados, muy muy juntos. Mirando hacia el cielo. Yo delante suya, entra sus piernas estiradas. Me protegía como un caparazón y a la vez me besaba la frente cuando menos lo esperaba.

- Parece que fue ayer, Mia...

- Sí, si un día durara 15 años. - reí.

- ¡15 años! 15 años y seguimos juntos... para que luego digan que el primer amor nunca se olvida, cuando en realidad nunca acaba.

El silencio entre nosotros nunca fue incómodo. Nos ayudaba a recapacitar sobre nuestros sentimientos, los cuales compartíamos solo con mirarnos y reír sin sentido alguno. Se suele calificar como "telepatía". Griezmann lo llamaba "AMOR", y creo que llevaba mucha razón.

Su suave mano me transmitía muchísima tranqulidad, y sus dedos, sobre los cuales estaban escritas 4 letras, un ritmo sobre mi tripa lleno de... esperanza (o HOPE, como quieras).

- Mia, ¿qué te gustaría hacer?

- ¿Ahora mismo? - dudé.

- Sí.

- Besar bajo la lluvia. ¿Y tú, Anto?

- ... que empiece a llover. - dijo concluyendo con una apasionante sonrisa.

Y así fue, comenzó a llover a los pocos minutos y nos fundimos en un largo beso en el que solo supe pensar: Se merece el universo entero, ¿por qué narices me escogió a mí?

Al acabar solo pude sonreír y decir entre suspiros: "¡Antoine...!", sin aún resolver mi duda.

- Mia, debo confesarte que adoro tu boca cuando pronuncia mi nombre. Porque en la carne de tus labios soy más tuyo y en la humedad de tu lengua sé que ya eres mía. Y te diría que de tu boca me gusta todo, incluso tus silencios y pausas, pero lo que más me gusta es ser la razón de tu sonrisa.

La ausencia de mi parpadeo y la pérdida del sentido reflejaron mi respuesta. Antoine era único, y solo con él encontré el sentido de la vida. Nunca me gustó lo sencillo, al igual que a él. Por eso me enamoré de lo extraordinario, de lo que duele, de lo inalcanzable: un chico vasco de origen francés del que solo aprendí maravillas, aunque él de por sí, ya fuera una.

Intenté decirle algo mientras continuaba hablando, pero me contuve y le besé.

- Señorita Mia, siéntase libre de utilizar sus besos como método para hacerme callar en cualquier momento.

Llamémosla Paola (Parte 3) - Antoine GriezmannDonde viven las historias. Descúbrelo ahora