Las molestias acaban de empezar

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- ¿Qué estás haciendo tú aquí? - Pudo articular una vez los efectos del asombro disminuyeron. Colocó un mechón detrás de su oreja intentado disimular el nerviosismo y desvió la mirada.

- Pues lo mismo que tú, estudiar. - Una sonrisa burlona se posó en los labios del azabache haciendo sentir al menor avergonzado por la pregunta estúpida que pronunció minutos antes. Dicho esto, se sentó a su lado y sacó un cuaderno y un bolígrafo para tomar apuntes de la lección.

Alex no podía parar de mirarlo, estaba pendiente de cada movimiento que hacía, le fascinaba hasta la manera en la que con un simple bolígrafo hacía una serie de trazos sobre su cuaderno. Ese chico lo estaba volviendo loco por momentos, no podía concentrarse en otra cosa que no fuera él.

- ¿Sabes? una foto te duraría más. – Susurró acompañando sus palabras de un gesto burlón. Alex empezó a sonrojarse por la vergüenza, tanto que podrían confundirlo con un tomate al que le habían crecido hojas rosas.

-Eres un idiota. – Y tras decir eso giró la cabeza para dejar de mirarlo e intentar atender los pocos minutos que quedaban. Si iba a ser así todo el curso afectaría a sus notas y eso era algo que a su madre no le haría gracia. Pero era imposible concentrarse con él ahí. Con un resoplido exploró aquella aula posando la vista en cada uno de sus compañeros hasta que sus ojos se encontraron con unos azules. La chica más guapa e inteligente de su curso estaba mirándolo fijamente, cuando se dio cuenta de que él le devolvía la mirada se sonrojó y volvió a mirar al frente.

-Eres todo un ligón. – dicho esto el azabache comenzó a reírse, Alex lo fulminó con la mirada y preparo su ataque.

- Es irónico que lo digas tú, no sé cómo no te has resbalado con todas las babas que las chicas iban soltando a tu paso. – sonrió con aires triunfantes y volvió a mirar al frente. Dylan estaba rojo por la ira y la vergüenza que las palabras de su compañero habían causado en él, pero no estaba dispuesto a perder.

- Bueno es cierto, casi me resbaló con las tuyas. - la boca de Alex no podía abrirse más, estaba molesto cosa que poca gente lograba causar en él.

-No vuelvas a dirigirme la palabra nunca más, estúpido. – le apartó la mirada como tantas veces había hecho durante la clase, deseaba que la sirena tocara pronto para dejar de aguantarlo durante los minutos que duraba el recreo. Pocos segundos después un horrible sonido sonó, indicando que los alumnos podían abandonar el aula durante un tiempo. Alex recogió su almuerzo y salió por la puerta rápidamente, de camino al patio no podía parar de pensar en lo mucho que el moreno lo enfadaba. Cuando la luz del sol bañó su cara supo que había llegado a su destino, inspeccionó la zona hasta que pudo ver la sombra de un hermoso cerezo bajo el que iba a sentarse a descansar.

- ¿Por qué estás solo? ¿No tienes amigos? – Otra vez estaba allí, fastidiando el único momento de la mañana que podía disfrutar aparte de la hora de música. El azabache comenzó a burlarse tras pronunciar aquellas palabras, esto hizo que la mirada de aquel alegre muchacho se ensombreciera. Ante aquel acto Dylan paro de reírse, y se agachó para ponerse a su altura.

- ¿Acaso los ves por algún lado? – susurró mientras contenía las lágrimas, para disimular intentó seguir comiendo su almuerzo, pero el nudo que tenía en la garganta impedía que la comida bajase.

-Lo siento... – susurró al ver que la había cagado completamente, no sabía cómo reaccionar así que se guio por su instinto y abrazó a aquel solitario muchacho. –Lo siento por todo. - dijo estrechándolo más fuerte entre sus brazos. Alex no pudo contenerse más y le devolvió aquel gesto mientras escondía la cara, húmeda por las lágrimas que no logró contener, en el pecho robusto del moreno. – Ya pasó Alex, ahora estoy contigo. - dijo mientras acariciaba suavemente el cabello rosáceo del menor.

Suavemente separó la cabeza de él y lo miró fijamente por unos segundos para después sonreír. Esto hizo que Dylan se ruborizase un poco ante la hermosa sonrisa de Alex.

- Quiero preguntarte algo, ¿Qué ocurrió la otra noche? – dijo mientras proseguía a comerse su almuerzo, ahora más tranquilo.

-Eres un muchacho muy curioso. – dijo mientras daba un mordisco a la manzana, la cual había sacado de su bolsillo. - Me encantaría contártelo, pero no debería ser yo quien deba hacerlo. - le revolvió el cabello con ternura y se sentó a su lado. – Pregúntale a tu madre, ella tiene las respuestas. – Alex colocó la cabeza en el hombro de su nuevo amigo y procesó lo que este le había dicho.

- ¿Mi madre? Sinceramente no me sorprende, estuvo muy rara desde lo de anoche - cerró los ojos y disfrutó de la fragancia de Dylan. Este apoyó la cabeza en el árbol y se relajó también.

- ¿Y eso? ¿Se preocupó demasiado? – se atrevió a preguntar sin abrir los ojos. Alex suspiró y se incorporó hasta volver a su posición original.

-Ese es el problema, no lo hizo. Y créeme mi madre es un poco histérica. – dijo riéndose, aunque sabía que tenía que hablar seriamente con su madre.

- Bueno, habla con ella y a ver que te cuenta. Si tienes dudas después llámame. – acto seguido besó su frente provocando que Alex se sonrojara, pero sin borrar esa gran sonrisa.

- ¿Así es como ligas, pones de excusa que los ayudarás para darles tu número? – dijo riéndose mientras veía la cara de su amigo, el cual le siguió debido a la contagiosa risa que tenía.

- No, solo te lo daré a ti, siéntete afortunado. - dijo guiñándole un ojo, el pelirrosa empezó a sonrojarse nuevamente, a este paso un día se le quemaría la cara. -Anda tomatito, vamos a clase. - se puso en pie y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse. Ambos siguieron el recorrido para entrar que minutos antes habían hecho para salir.


Un Paso Hacia La Guerra (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora