Los secretos que oculta una madre

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Las clases terminaron, Alex no había podido concentrarse, la idea de que cuando llegara a casa tendría que hablar con su madre no le había dejado atender. De vez en cuando Dylan intentaba tranquilizarlo con alguna broma, pero esto solo sonreía y seguía dándole vueltas.

-Nos vemos mañana, cualquier cosa ya sabes llámame. - dijo una vez terminó de recoger sus cosas. Le dedicó una sonrisa y agitando la mano se despidió antes de salir de clase. Alex también estaba a punto de irse cuando una voz lo interrumpió.

-Hola. – dijo una voz tímida, Alex se giró para encontrarse con aquellos ojos azules que lo habían estado mirando durante la clase. Aquella chica morena estaba allí plantada detrás suya e intentando iniciar una conversación.

-Hola. – sonrió, la muchacha le devolvió la sonrisa. Ahora Alex entendía por qué todos los chicos estaban coladitos por ella.

-Me llamo...- No pudo acabar su presentación ya que Alex la interrumpió pronunciando dulcemente su nombre.

-Lydia, lo sé. Soy Alex, aunque creo que tú también lo sabes. - y dicho esto comenzó a reírse contagiándoselo a la morena.

-Encantada. - dijo entre risas, estaba en lo cierto. Alex era uno de los pocos chicos que había en la clase que de verdad merecía la pena. Debido a su físico y su inteligencia no tenía muchos amigos, los chicos se la comían con los ojos y las chicas la envidiaban. -Como siempre te veo callado, pensaba que eras alguien serio. – sonrió, y le dio un codazo en el brazo a modo de broma.

-No es eso, simplemente soy algo tímido. - Dijo mientras se dirigían a la salida. La conversación no era muy profunda, pero era lo suficientemente agradable como para que los dos se sintieran cómodos. -Discúlpame Lydia, pero tengo algo de prisa. Mañana te veo en clase. – y dicho esto comenzó a correr de espaldas mientras agitaba su brazo derecho a modo de despedida, la morena le devolvió el saludo sonriendo y siguió su camino a casa.

Alex estaba agachado mientras se apoyaba en sus rodillas, había corrido mucho pues quería saber cuánto antes todo lo que estaba ocurriendo en su vida. Una vez hubo recuperado el aliento introdujo la llave en la cerradura y con un giro abrió la puerta.

-Mamá estoy en casa. - pronunció cuando estaba en el recibidor, su madre salió a recibirlo y este besó su mejilla.

- ¿Quieres algo de beber cielo? - su madre entró en el salón para dirigirse a la cocina. - ¿Un zumo? ¿Agua? - dijo mientras abría la nevera, inspeccionando cada uno de los estantes, lo cual no era gran cosa ya que tenía que hacer la compra pronto.

-No mamá, ¿puedes venir? – Alex jugaba nervioso con sus manos, pensando en cómo iba a preguntarle a su madre todo lo que se le pasaba por la cabeza y ni imaginar quería cómo reaccionaría su esta cuando le contará lo de anoche.

- ¿Qué ocurre? – esta se sentó a su lado, se dispuso a colocar el cabello de su hijo mientras esperaba que este comenzara a hablar, cosa que no tardó mucho en hacer.

- ¿Sabes qué es esto? – apartó la mano de su madre para coger su mochila, de ella sacó un objeto de cuatro puntas, el cual cortó su mejilla durante su huida en la noche.

- Sabía que no tardarías mucho en preguntármelo. – aunque su voz sonase serena por dentro estaba hecha un manojo de nervios, no sabía cómo su hijo reaccionaría cuando viera lo que estaba a punto de hacer. – Verás, quiero que veas algo. – cuando su hijo se giró para mirarla a los ojos por primera vez en aquella conversación, esta colocó la mano en la mejilla de este. Concentrando su energía en la palma de su mano borró del rostro del muchacho aquella molesta marca que le había hecho el desconocido horas antes.

- ¿Qué has hecho mamá? – dijo Alex tocando suavemente su mejilla, pudiendo comprobar que ya no quedaba rastro del arañazo que tenía. -Con que a esto se refería Dylan. – Sorprendido, espero a que su madre siguiera hablando.

- ¿Dylan? Ya hablaremos de él después. – una sonrisa se dibujó en su rostro cuando vio la reacción de su hijo al pronunciar su nombre. – Presta atención cariño, voy a contarte sobre tu familia. Comenzaré explicándote que es el chakra. – dijo esta con un dedo sobre sus labios, pensando en cómo explicárselo. – Imagina que tienes dos energías, una es la que usas habitualmente y la otra esta aún dormida.

- Pero mamá, si apenas puedo levantarme de la cama por las mañanas. – ambos empezaron a reír por el comentario del joven, esto hizo que el ambiente que se había creado se relajara por primera vez.

- Bueno, no todos la poseen. Solo ciertas familias son capaces de poder utilizarlo, la nuestra entre ellas. Hay varios usos del chakra entre los más frecuentes son el de pelear y el curar. – intentó explicarlo lo más comprensible posible, pero era algo que si no experimentabas no ibas a comprender.

- Según me has explicado nosotros somos los "médicos". – dijo entrecomillando la palabra para darle mayor énfasis. Su madre sonrió al ver que su hijo tendría un gran potencial como ninja.

- Verás, nuestra familia procede de un clan llamado Haruno. Su miembro más destacado y del cual procedemos se llamaba Sakura. Ella era una mujer excepcional, no solo poseía una gran inteligencia, sino que era capaz de reducir a escombros un pueblo entero de un su puñetazo. – Alex comenzó a fantasear sobre lo que él podría hacer, a lo mejor podría librarse de los matones de su clase.

- Entonces tenemos mucho poder, pero ¿qué somos? – La mujer no pudo evitar reírse, le estaba soltando un gran rollo a su hijo y resulta que se había olvidado de la parte más importante.

-Ninjas, cariño, somos niñas. – el joven no pudo evitar sonreír y gritó de emoción, cosa que causo otra sonrisa en el rostro de su madre. Aquel chico tenía mucha energía.

-Aunque no todo va a ser un camino de rosas, es cierto que hay clanes que son buenos, pero también otros que hacen un mal uso del chakra. Tendrás que enfrentarte a ellos tarde o temprano así que para ello será necesario que comencemos cuanto tu entrenamiento. – dijo con ilusión en su voz, Alex la miró emocionado. – Por cierto, ¿me dirás ya quién es Dylan? – preguntó esta con una sonrisa pícara en sus labios.

- Pues verás es un chico que conocí la otra noche y que de casualidad ha sido transferido a mi instituto. – dijo el joven sonrojado mientras jugaba con sus manos nervioso. La mujer no pudo evitar reírse ante el comentario de su hijo.

- ¿Crees? deberías saberlo, ¿y a que clan pertenece? – preguntó curiosa, Alex la miró sorprendido ante la perspicacia de su madre, y el color de sus mejillas se puso más intenso.

- ¿Cómo sabes...? – dijo, pero no pudo acabar la frase ya que la pelirrosa lo interrumpió.

- Él te incitó a hablar conmigo, así que supongo que un santo no será. – pronunció esta algo molesta, ya que si ese muchacho no hubiera aparecido podría haber preparado con tiempo lo que le diría a su hijo.

- Pues no se mamá, pero es muy fuerte. – dijo este con una sonrisa en los labios mientras en su cabeza se reproducían una y otra vez las imágenes de la noche anterior. – ¿Por cierto, mamá, como se llama nuestro clan? – preguntó este curioso ante la atenta mirada de su madre.

-Haruno, mi amor, somos Haruno. – pronunció esta y acto seguido fue a buscar algo en el sótano, cuando volvió llevaba una caja bastante antigua entre sus manos. Esta tenía la madera deteriorada, pero a pesar de ello se veía bien conservada la cual llevaba en el centro, situado bajo la cerradura, el dibujo de una flor de cerezo. – Toma, ha pasado de generación en generación, mi madre me los dio cuando tenía tu edad y ahora yo te los doy a ti.

Dentro de aquella pequeña cajita había...

Siento el haber tardado unpoco en actualizar, pero ya está aquí. Intentaré actualizar cada semana elmartes y también quería dar las gracias a mis pocos, aunque fieles seguidores;) Besis de fresi.    

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⏰ Última actualización: Apr 24, 2018 ⏰

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Un Paso Hacia La Guerra (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora