4. Las confesiones

174 22 10
                                    

No le resultó difícil a Annie empezar a salir con Armin, tenía que aceptarlo, no era nada feo y siempre decía bromas que la hacian reír.

.
El tiempo contigo era el mejor tiempo, ahora vivo en una ilusión de fantasías de amor...
.

Apesar de lo bien que podía pasarlo junto con Armin, siempre que miraba a Nathaniel no podía evitar ver el doloroso recuerdo de cuando fue humillada. Le dolía el pecho, le punzaba el corazón, se quedaba casi sin aire, pero aparentemente era indiferente a todo lo que podía ver.

Pasaron varios meses donde Nathaniel moría de celos cada vez que miraba a su amigo azabache junto a Annie, su Annie. Negaba con la cabeza, no. Ella ya no era su Annie. Él no la merecía y lo sabía.

.
Eres como un poema que olvidé,
eres lo que quiero dejar pasar
pero vive en mi esencia.
No puedo vivir sin ti,
ni tampoco olvidarte.
Es como vivir en un limbo,
un limbo de amor.
.

Entonces un día finalmente los sentimientos de Nathaniel no soportaron más, y explotaron. Se precipitaron por su boca, salieron en un grito de reclamo en medio del pasillo delante de todos.

— Te amo Annie — salió de sus labios en un grito desesperado — fui un idiota al no darme cuenta antes —

Annie se pasmo por un instante, sus piernas se sintieron de gelatina. Después de aquel espasmo, fruncio el entrecejo y se dio media vuelta para dejarlo en medio del pasillo hablando.

— ¡Annie! — exclamó el rubio — no me dejes hablando solo —

Nathaniel se sabía de memoria todos los poemas que Annie había escrito para él. Solo le había tomado un par de meses para darse cuenta de que estaba enloquecido de amor por aquellas hermosas palabras que ella le dedicaba.

Todos los días se recriminaba el haberla perdido, cuando ya tenía todo de ella.

.
Tú fuiste un vals sin canción,
Ahora solo eres una lágrima en el mar.

Por favor, déjame olvidarte...
Deja de pasearte por mi mente...
Liberame amor mío...
.

Armin lo miro alzando ambas cejas con sorpresa y una mezcla de indignación. Nathaniel era su amigo, pero ahora estaba siendo más idiota de lo que antes había sido.

Nathaniel corrió detrás de ella y justo antes de que tomara la muñeca de Annie, Armin se interpuso y lo alejó sutilmente. — Nathaniel, estás montando una escena — murmuró cerca del rubio y este simplemente lo empujo.

— no te metas Armin, ya te has metido suficiente — le acribilló con la mirada y siguió caminando hasta tomar la muñeca de Annie.
Ella volteo y se soltó del agarre barriendolo con la mirada.

— Yo no quiero saber nada de ti — le espetó — tu debiste decir muchas cosas el día que esa — señaló con rencor a Melody — me humilló... —

Arrugó la nariz y parecía que diría algo más, pero solo suspiro — vámonos Armin, no tiene caso que discuta este tema con cobardes —

Salió del pasillo dando largos pasos, queriendo ir al patio y respirar aire fresco antes de que las lágrimas se precipitarán por sus mejillas.

El preludio de un poema de amor (Nathaniel)#AmorisAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora