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Jungkook lo observaba todos los días

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Jungkook lo observaba todos los días.

Era inevitable hacerlo cuando significaba la única cosa interesante presente en su día a día. Encerrado entre libros aburridos y personas más aburridas que acudían a leerlos, podía encontrar su distracción en el pequeño chico castaño sonriendo a un montón de personas desconocidas mientras repartía distintas cosas. La mayoría de las veces era comida, pero Jungkook también lo había visto llevar ropa o distintos objetos en distintas ocasiones.

Muchas veces había sido regañado por quedarse mirando. Todos los dias a las doce del día, el castaño aparecía caminado por la esquina, dando pasos cortos, con una chaqueta gigante y una caja entre sus pequeñas manos. Se acercaba directamente al pequeño grupo de indigentes que siempre se encontraba en medio de la plaza y conversaba con ellos un rato. Los hacía reír, sonreír, se sentaba con ellos y los acompañaba durante una o tal vez dos horas. Cuando el tiempo acababa, se despedía de cada uno de ellos con un abrazo, y sonriendo, volvía alejarse por donde mismo llegó, agitando su mano enguantada a forma de saludo.

Jeon no podía hacer más que observar sus acciones desde la vitrina de la librería en que trabajaba. Manteniendo sus codos apoyados sobre el mesón, y su mentón entre sus dos manos, no despegaba la mirada de cada acción de aquel pequeño y amable chico, a menos que fuese para atender a alguno de los clientes que iban en busca de algún libro, limitándose a responder con monosílabos, asentir o negar con la cabeza, sonreír de forma amable y señalar con simples gestos lo que se le pedía. La gente se había acostumbrado a su forma tan simple de actuar, y aunque muchos creían que se debía a su timidez o algo por el estilo, la verdad era que simplemente su mente se encontraba siempre volando en otros lugares.

¿Cómo se verá su sonrisa desde cerca? ¿qué sonido tendrá su risa? ¿cómo serán sus abra...

-¿Señor?-Salió de su ensoñación al escuchar una voz algo aguda hablarle. Sacudió la cabeza, y enderezándose en su lugar le dedicó una sonrisa amable a la chica frente a él. Esta respondió el gesto de la misma forma-. Le decía que llevo estos dos, por favor.

Con un asentimiento, Jungkook recibió ambos libros para escanear el precio, y cobrarle adecuadamente a la chica. Cuando ésta pagó, y luego de haber pronunciado la típica frase de la tienda: "Gracias por comprar en la galaxia de las letras, vuelva pronto" volvió por completo su atención al exterior a través de la vitrina, sonriendo tontamente al ver al mismo chico pasar por ahí, como siempre, cargando una caja entre sus manos.

Ya son las doce.

Y como siempre, se limitó a quedarse mirando cada pequeña acción, cada movimiento, cada gesto y cada sonrisa del castaño. Suspiró, ligeramente embobado, y cuando el pequeño desapareció por donde mismo había llegado, volvió su atención a su trabajo, aunque su mente seguía flotando lejos, centrado en dos ojitos de medialuna.

•••

Los días viernes no debía ir a trabajar a la librería, pero aun así se había puesto su chaqueta negra favorita y había salido de su casa rumbo a aquel lugar. No era fanático de la lectura, e incluso se sentía mareado por tener que vivir su día a día rodeado de tantos libros, pero era joven, estaba estudiando, y habían cosas que internet no le enseñaba y que desgraciadamente solo se encontraban plasmados en las hojas de un listado de libros que necesitaba leer para sus próximos exámenes. Sinceramente prefería quedarse en su casa sin hacer nada, pero sus calificaciones ya eran bastante malas como para tirarlas a la basura solo por su pereza.

Un peso por un beso [Kookmin OS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora