Chapter 1: Misión

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Aclaraciones: Para aquellos que no han leído La vida de un 'sacrifício': Leedlo.

No está mal y, aunque no comprometerá demasiado la historia, habrá detalles que, sin ella, no encajarán. Gracias.

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen. Son obra y propiedad de Masashi Kishimoto.

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No sabía qué estaba pasando.

No lo sabía, ni lo quería saber.

Un momento, estaba acurrucado en el cálido y reconfortante pelaje del irritable Kyuubi -Kurama odiaba que le llamara por su nombre, el muy antisocial-, y al siguiente estaba ahogándose en una de sus pesadillas.

Muy bien.

Eso lo podía soportar.

Pero no esto.

¿Que qué es esto?

Pues depende de las circunstancias.

A veces era un plato de babosas y saltamontes crudos que se suponía que eran la cena, otras veces una misión demasiado fácil para su nivel -malditos exámenes Chunnin y su maldita regla de 'obligatoriedad'. Que ardan. En serio-, y, en este caso, una interrupción de su ya acostumbrada rutina de pesadilla-sueño-pesadilla y repetir.

Se esperaba que sucediera, sí.Pero cuando su cuerpo estuviera completamente recuperado.

Le ardía el hombro.

Ah.

Cierto.

Eso.

No, vamos a empezar otra vez.

'Eso' es el agujero que le atravesó cierto pelinegro emo con tendencias psicóticas que por alguna razón amaba -lo había aceptado hace años, no era tan denso- en su hombro derecho, perforando pulmón y destrozando costillas y músculos que, amablemente, Kyuubi había tenido la decencia de curar.

Mal.

Pero ¡oye! ¡Seguía vivo!

Era algo de lo que casi nadie sin Tsunade a un tiro de piedra podía presumir.

Intentó incorpor-"AUCH".

Muy bien, mala idea.

Recapitulemos.

Movió lentamente sus músculos en un intento de despertar su cuerpo, comprobando que todo seguía en su sitio y funcionando correctamente.

El hombro molestaba menos que de costumbre.

El brazo estaba bien -sorprendente-, recordaba haber usado un variopinto número de Rasenshurikens.

Las manos le ardían.

Era de esperarse.

Espalda, sorprendentemente bien.

Cintura, pelvis.

Bien, bien.

No sentía las piernas, pero podía moverlas.

Extraño pero aceptable... si lograba disimularlo delante de Tsunade.

Notaba la luz filtrarse entre sus párpados, volviendo su vista de un calmante verde a un alarmante ámbar hasta pausarse en un molesto rojo.

Urg, tener que abrir los ojos.

Le daba más pereza que levantarse, y no tenía fuerza para levantarse.

"¿Qué te esperabas?" escuchó rugir a Kyuubi, de alguna manera aliviado, en su mente "Llevas inconsciente varios meses"

La Técnica del Díos del RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora