Chapter 8: Huida.

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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen. Son propiedad y obra de Masashi Kishimoto.

NA: Antes qué nada quiero pediros disculpas por la tardanza. Eh tenido algunos contratiempos, pero acá me tenéis de vuelta. NO DEJARÉ mis historias, todas tendran su debido final.

Disfrutad de la lectura.

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Las cortinas de la habitación jugaban con su cabello rubio, movidas por el viento, la brisa perpetua de Konoha, mientras un pájaro que parecía haber detectado su presencia, se posaba con curiosidad en el dorso de su mano, piando de vez en cuando, haciéndole cosquillas cuando saltaba con nerviosismo.

Naruto estaba sentado en su cama del hospital, despierto, aunque nadie parecía haberse dado cuenta todavía y nadie le hacía compañía.

Sus ojos, aunque normalmente vivos, refulgentes, llenos de vida, como dos zafiros pulidos insertados en sus cuencas, estaban muertos, apagados, sin brillo ni esperanza en ellos.

Sin nada.

Vacíos.

Eran los ojos de alguien quebrado, roto más allá de lo posible.

Sin remedio.

Estar solo no le extrañaba.

¿Quién querría estar junto a él?

Los humanos temen lo que no entienden.

Aquello capaz de derrotar a un monstruo, es un monstruo todavía peor.

Naruto, a sus propios ojos, era el monstruo que siempre había intentado demostrar, de manera incansable, que no era.

Pero los aldeanos habían tenido razón.

Como siempre, todos menos él, habían tenido razón.

Naruto era un monstruo, contenía y poseía un poder más allá de la comprensión humana y, sin embargo, él lo entendía, él lo comprendía, y eso le hacía algo más que humano.

O, tal vez, algo menos que humano.

¿Qué era un monstruo, comparado con un humano?

Para Naruto los aldeanos que le hacían daño, que le perseguían, que le torturaban, que le usaban aún sabiendo quién era, aunque oculto tras su Henge en un intento de conseguir dinero y alimento. Esas personas siempre habían sido los monstruos para él.

¿Quizá todos los humanos eran monstruos? Era posible.

Incluso el Sandaime, tan amable como había sido para con él, había tenido malas intenciones, había sido un monstruo para los shinobi de las demás naciones. Por lo tanto, sí, todos los humanos son monstruos.

¿Y Kurama? ¿Era Kurama un monstruo? ¿Y el resto de los bijuu?

No.

Parecía un insulto comparar a su amigo con bolsas de carne y huesos como él y el resto de la humanidad. Los bijuu habían sido corrompidos por la maldad humana, no por propia voluntad o movidos por su propio rencor e, incluso entonces, siempre protegían a sus contenedores, aún sabiendo que con su muerte, serían libres.

Los bijuu no eran monstruos.

La humanidad, sí.

Miró a su alrededor, tomando para sí las blancas paredes, el blanco suelo, las blancas luces de neón, encendidas aunque fuera de día, los blancos artilugios de negras pantallas y botones de colores pálidos, las rojas sábanas empapadas de su líquido vital, sus lágrimas y la traición, lo que le había convertido en un recipiente vacío -de no ser por Kurama, eso es.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2017 ⏰

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