Dislclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen. Son obra y propiedad de Masashi Kishimoto.
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Sasuke no sabía qué hacer.
Quería entrar, pero, al mismo tiempo, no podía.
¿Se merecía siquiera estar en la misma habitación que Naruto? ¿Respirar el mismo aire que él respiraba? No estaba seguro.
Y tenía miedo.
Porque ese atroz sentimiento que le asfixiaba, que le oprimía el pecho, le torturaba cada vez que pensaba en la respuesta.
No podía entrar, temía herir a Naruto.
No podía quedarse fuera, temía herir a Naruto.
Temor.
Herir a Naruto parecía ser su nueva debilidad.
Magnífico.
Lo próximo será comportarse como una adolescente y enmascarar coqueteos -casi vomita al pensar esa palabra- con risitas tontas e insultos que no venían a cuento.
Oh.
Dios.
¡No!
Volvió a pasar frente a la puerta del rubio, sin atreverse a entrar, continuando el paseo a lo largo del corredor que había comenzado poco después de comer, tal y como la Godaime Hokage le había ordenado antes de entrar...y cerrar la puerta.
Seguramente estaría reconociendo a Naruto, y eso estaba bien, vale.
No.
Sasuke quería entrar, quería ver si Naruto estaba bien, si el rubio se encontraba mejor, si podía hacer algo, cualquier cosa, por él. Podría decirse que, si Naruto quisiera, su vida misma estaría en sus manos.
Sasuke tragó saliva al pensar aquello.
Estaba seguro de que al Consejo de Ancianos no le haría ni pizca de gracia.
Podía hasta escucharles discutir por la 'desgraciada muerte' del 'último Uchiha' a manos del 'demonio de nueve colas'.
Lo que no era cierto ni lo sería.
Naruto podía ser muchas cosas, pero si no le había matado cuando tuvo su oportunidad, no lo haría ahora. De echo, Sasuke sentía confianza respecto a esto. Seguramente el rubio dejaría su vida en paz y el pelinegro terminaría limpiando su casa -que normalmente era un desastre, si no recordaba mal-.
Suspiró, una vez más pasando frente a la puerta, decidiendo que hora y media de ida y vuelta de una esquina a otra del corredor solo le daba la apariencia de un león enjaulado.
Era hora de sentarse en un banco, justo al lado de la dichosa puerta, y esperar con la poca paciencia que le quedaba, ceño fruncido, labios apretados en una línea, brazos cruzados en su pecho, pie izquierdo repetidamente golpeando el suelo a un ritmo tan furioso como impaciente.
Tras diez minutos de insufrible espera, Sasuke se levantó de un golpe, cogió la chaqueta que Tsunade había dejado en el respaldo del asiento de plástico, y salió airadamente del edificio.Volvería tras una fría y reparadora ducha que le calmara los nervios.
Una ducha corta.
Volvería tan rápido como sus entrenadas piernas se lo permitieran.
Osado sea el que se interponga en su camino.
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Tres figuras aterrizaron ante las robustas puertas de la villa oculta de la Hoja, una de ellas impulsándose al interior de la villa sin esperar a sus compañeros, a toda velocidad, sin sentir la necesidad de detenerse a informar a los guardias.
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La Técnica del Díos del Rayo
Hayran KurguNaruto por fin ha despertado. Sasuke está vivo y de vuelta. Su equipo vuelve a estar completo. Entonces ¿Porqué está su sonrisa tan vacía? ¿De qué está hablando Sai? ¿Qué están tramando los Hyuuga? ¿Qué es esa espada y qué significa todo esto...