Desde el primer momento en que sobrepasé la primera puerta de seguridad, sabía que sería un mundo desconocido lo que empezaría a vivir. Lo primero que debías saber para entrar a una cárcel era que solamente te dejaban entrar con la cédula y carné o permiso. Subiendo, después de ver la imagen que muchos tienen de la ropa colgada en las rejas acompañadas de banderas de equipos en la cárcel de Bellavista, pude observar un jardín acompañado de senderos ecológicos, kioskos, tiendas y guardianes. En medio de tanta tranquilidad, veía muchos jardineros y personas haciendo el aseo, aspecto al que le reste importancia sin dejar de lado la curiosidad. El primer sentimiento se mezclaba entre el miedo que era inevitable sentir por el lugar y la seguridad de saber que estaría acompañado por algunos de los guardianes del INPEC(Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario), encargado de brindar la seguridad en las cárceles de Colombia.
Al entrar lo primero fue una requisa, el paso por el escáner y la entrega del permiso. Luego de esto, se hace una verificación de los documentos y con mirada seria se pide el índice derecho para plasmarlo en la libreta de ingresos. Pasaron 3 metros desde el momento en el que no volví a tener contacto con el dragoneante que había tomado mis huellas. Entre una reja y otra algunos de los presos, de buen comportamiento miraban con tranquilidad mi paso por el patio que comunicaba la siguiente reja. Logré ver que había total paz en aproximadamente 3 rejas, separadas una de otras, en silencio, y con más de un interno acostado en hamaca. No es tan malo como lo pintan pensé al ver esto.
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Bella-Vista
ActionCuando creí tener una visión acertada de la libertad, me encuentro de plano con la cárcel de Bellavista en Medellín, Colombia.