1

23 3 0
                                    

23 de Noviembre de 2050.

Un día como otro cualquiera (o eso pensaba) sonó el despertador a las 6:45.

Apagué el despertador, aún con los ojos entrecerrados. Me incorporé y me senté en la cama. Después, me estiré y cogí el móvil.

Marta.

23:45- Acuérdate de que mañana tenemos que quedarnos en el recreo haciendo el trabajo que nos pidió la profesora. >:'(
Coge todos los materiales que nos pidió.

Sara:
6:47- Ya se me había olvidado, voy a coger las cosas -.- .Nos vemos donde siempre. <3

Suspiré, ya que este trabajo duraría toda la semana. El trabajo lo mandó la profesora Olivia, que era la típica vieja que no hacía nada más que mandar trabajos y suspendernos.

Pero no había más remedio que hacerlo, por lo que me levanté de la cama y fui a coger los materiales.
Terminé de cogerlo todo, lo metí en una bolsa y la puse al lado de mi mochila.

Me miré en el espejo de mi habitación. Mi largo y ondulado pelo pelirrojo estaba desordenado. Me hice un coleta mal hecha y me vestí.

Me puse como todos los días mis deportivas que tienen​ ya un año y medio, mi sudadera de Queen, mi grupo favorito, y unos pantalones anchos. Y obviamente mi collar.

Nunca he sido de querer vestirme bien, aunque la gente dice que debería ponerme ropa más bonita. Pero la verdad, es que me da bastante igual lo que piensa la gente de mi desde hace bastante tiempo.

Bajé las escaleras y fui a la cocina, donde se encontraba mi tio Andrés.

Llevo viviendo con Andrés desde hace 5 años.
Todo fue ya que mi padre está en la cárcel. ¿Por qué?

Por asesinar a mi madre.

Por eso,cuando tan solo tenía 12 años, el hermano de mi madre decidió acogerme en su casa.

Mi tío era un hombre bastante tranquilo, y muy inteligente.
Era científico, y estos últimos meses había estado muy ocupado, ya que entre la base científica en la que trabaja, había un caso bastante especial en el que estaban investigando.

-Buenos días- Le dije mientras me desperezaba. Me devolvió el saludo con una sonrisa.-¿Qué tal has dormido?- Me dijo sin apartar la mirada de la cocina.
-Bien.- Le respondí mientras me sentaba en la mesa. -Aunque haber dormido unas horas más tampoco habría estado mal.- Añadí con una leve sonrisa.
Se rió un poco por mi comentario. Luego me trajo el desayuno. Un café y unas tostadas.
-Por cierto tío, ¿Qué tal vas con esa investigación?- Pregunté curiosa, mientras le daba un primer bocado al trozo de pan.
-Todavía hay muchas cosas sin resolver. Pero la cosa va por buen camino.- Se sentó al igual que yo mientras desayunaba.
-Y...- Tosí un poco.- ¿No me vas a contar todavía de qué trata?- Respondí mirándole fijamente.- Tu siempre me cuentas qué tienes entre manos en la base...-
-Tranquila, todavía no es el momento.- Me explicó.- Cuando te enteres, no vas a poder ni sostenerte de lo impactante que es.- Sonrió con una cara eufórica.

Miré el reloj, ya eran las 7:15.
-Vaya, ya es la hora.- Me quité las migas de pan que habían caído en los pantalones y me levanté rápidamente.- Me tengo que ir ya a clase.- Cogí la mochila y mientras me dirigía a la puerta mi tío me paró.
-Oye, Sara- Me gritó desde la cocina mientras andaba a paso rápido hacia mi.
-¿Si?- Le dije extrañada.
-Las gafas.- Se rió.
Me acercó mis gafas y esta vez si salí de la casa, despidiéndome de mi tío con la mano.

Observé el cielo, y hacia un día bastante nublado. Hacia bastante frío, por lo que cogí la bufanda que tenía en la mochila.

Había quedado donde siempre con Marta, en la puerta de la tienda de videojuegos de al lado de mi casa.

Parecía tardar más de lo normal, así que me senté en el bordillo de la puerta, esperándola con los ojos cerrados.

Marta ha sido mi mejor amiga desde que tengo uso de razón. En realidad, es de las pocas personas que me toleran y me quieren. Ella me ayudó mucho con el "tema no mencionable".

El "tema no mencionable" es la muerte de mi madre.
Simplemente, para mi fue un trauma enorme, y ella me ayudó a salir de esa depresión.

Después de revolver en mis pensamientos, escuché una voz cercana.

-Sara, eh, ¡Sara!-
Me sorprendí y abrí los ojos rápidamente. Y ahí estaba ella.

Marta es muy diferente a mi. Ella es muy delgada, tiene una piel pálida y muy bien cuidada, un suave y lacio pelo negro que le llegaba por los hombros, unos ojazos azules... Resumiendo, era perfecta.

-¿Qué hacías ahí sentada?- Me dijo curiosa.
-Oh, es que la señorita tardaba mucho y he querido sentarme.
Me ayudó a levantarme y mientras se disculpaba.
-Perdóname, es que mi padre se encontraba un poco mal y le he cuidado un rato.
-¿Todavía sigue malo?- Dije preocupada.
-Si... Pero... Se curará.- Dijo con su risueña sonrisa.- Por cierto, ¿tienes ahí las cosas del trabajo?- Me señaló la bolsa que tenía en las manos.
-Sip.- Levanté la bolsa y lo afirmé enseguida.- Bueno... Ya son las 7:35, deberíamos ir andando.-

Marta afirmó con la cabeza alegremente, y empezamos a andar hacia el instituto.

Cuando llegamos ya eran las 8:05, pues hoy íbamos más tarde.
Fuimos corriendo hacia nuestra clase, 4°A.
Entramos disculpándonos con el profesor de matemáticas Fernando, mientras que la clase cuchicheaba y reía.

Marta y yo nos sentamos en nuestro sitio y dimos la clase.

Después de dar Matemáticas y Biología, tocaba el recreo, que justo hoy no iba a ser el mejor.

Marta y yo nos fuimos a la clase de Inglés, donde se encontraba nuestra clase y la profesora Olivia.

Olivia tenía unos 63 años. Siempre llevaba un moño recogido con su pelo rubio casi blanquecino. Llevaba una falda que le llegaba por los pies, y una chaqueta de lana enorme.

-Buenos dias.- Dijo con su repelente voz.- Espero que os salga bien el trabajo, ya que puntúa el 50% de la nota. En fin, podéis empezar.

Marta y yo nos sentamos cerca de la ventana y empezamos a hacer el trabajo.
Estuvimos bastante concentradas para hacer el trabajo, por lo que estuvimos unos 15 minutos sin hablar.
-Por cierto.- Dijo Marta rompiendo el silencio.- ¿Tu tío te ha dicho ya de qué va la investigacion?
-No, pero me ha dejado bastante intrigada.- Me acerqué a su oído.- Parece que va a ser algo asombroso.- Le susurré sonriendo.

Después de los 25 minutos de recreo, empezamos a recoger, cansadas, ya que no habíamos parado durante toda la mañana.

Miré hacia la ventana y observé esa parte del patio, la cual nunca iba hacia allá.
Me fijé detalladamente en un gran roble que había en el patio. Era el árbol más grande que había visto en mi vida.
Este llevaba en este instituto desde que abrió, vamos, unos 40 años. Le llaman "el roble de la suerte", ya que, supuestamente, al estar debajo de ese árbol te declaras, la persona acepta tu relación. Pero en fin, son tonterías y juegos que se inventa la gente, supongo.

Cuando miré las ramas, no pude evitar sorprenderme
¿!Había un chico subido a árbol!?
Me restregué los ojos y volví a mirar

El árbol es enorme, por lo menos unos 10 metros de altura. No hay ninguna rama baja para sujetarse, ¿como ha llegado allí?- Pensé.
Y algo más me llamó la atención. Estaba... ¿durmiendo?

Sonó el timbre del final del recreo y volvimos a las clases. Pero me quedé pensando, quién podría ser el para poder subirse a ese árbol.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

El Chico Del ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora