Capítulo: Kaicho

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Después de terminar de leer la nueva carta la rompió con coraje, lo había sacado de sus casillas, no se esperaba que atacara a dos chicas solo por pasar tiempo con él, ya ni se imaginaba si otras habían sufrido lo mismo, bueno, ¿Para qué mentir? Las demás no importaban pero Okuda y la Kaicho eran diferentes.

La primera porque un tiempo le gustó, de hecho aún le gusta pero no con esa intensidad, todo cambio cuando conoció a Kendall McGarden, la Kaicho de la clase. Ella era su razón principal de asistir a esa escuela, ¿La quería? ¡Joder, que la amaba! Se había obsesionado con ella desde que la vió por primera vez.

Giró levemente su mirada para verla, era cierto que Kendall también usaba trenzas pero se veían muy diferentes a las de Okuda, eran rojas y más delgadas, tenía su cabello super lacio y, anteriormente, largo. “Debo admitir que el corte se le ve bien”, ahora en vez de dos trenzas usaba una francesa de lado derecho. Se levantó mostrando flojera y tomo asiento en el lugar de Itona, quedando frente a frente con ella, otra cosa que le gustaba de Kendall eran sus ojos amarillos/verdes con la pupila rasgada apenas escondidos por sus lentes rectangulares, que también eran de un rojo vino.

—¿Por qué estabas molesto hace unos momentos?—con toda su fuerza de voluntad obligó a sus mejillas no sonrojarse, su voz era delicada y suave pero demandante.

¿Ahora entienden a lo que me refería con obsesión?

—Tu cabello,—respondió con simpleza y ella le miro pidiendo que sea más específico—por mi culpa ahora fuiste el blanco de la psicópata que me persigue.

—Oh, tienes razón, es bueno que estés arrepentido.—cruzo sus brazos y Karma noto algo al instante: su muñeca derecha estaba vendada y algo hinchada—Si, es un esguince, la chica era fuerte, fue como pelear por mi vida.—le tendió su mano para que el pelirrojo apreciara el moretón—Creo que tiene complejo de Gasai Yuno, usaba una peluca rosa.

Tch.—Karma dió un leve masaje en la zona hinchada sintiendo impotencia, él sabía que la Kaicho era fuerte por ser sobresaliente en deportes y que estuviera dañada significaba que la Psicópata tenía experiencia.

—Akabane-kun,—alzó la mirada para deleitarse con la expresión nerviosa de la pelirroja—¿Que dirías si... me corto el cabello? Digo, gracias a la trenza no se ven los cortes disparejos y...

—Kaicho siempre será Kaicho, el cabello no importa.—dijo con tono coqueto y, para rematar, beso la muñeca lastimada—Eh~ No sabía que la Kaicho podía sonrojarse.

Ca.. Cállate.—desvió la mirada y retiro su mano con un poco de rudeza.

El Maestro entró anunciando que las clases ya iban a iniciar y, para dolor de Karma, tuvieron que separarse.
Uno de los pelirrojos no había notado que cierta pelinegra con lentes redondos había visto todo y de hecho, en respuesta, aquel le sonrió cínicamente.

(…)

“Esa perra me mira con lástima, ¿Acaso no entendió el mensaje? Bueno, no importa, mientras Karma no se entere antes de tiempo aún puedo amenazarla”.

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